Leyendo entre líneas

13/12/2014 - 12:02 am

Según la encuestadora GEA-ISA, el regreso del PRI a la Presidencia de la República está resultando un fracaso en materia de credibilidad. Ante los que creían poco o nada con Fox (79%) y con Calderón (64%), Peña Nieto logra un nada honroso liderato (85%) que empaña la imagen del gobierno de México en todo el mundo.

Y como el precedente de la firma medidora de opinión es su constante de resultados favorables a la clase gobernante, el panorama seguramente es más adverso aún (estoy leyendo entre líneas, con base en la experiencia). El caso es que como ya las declaraciones presidenciales tienen tan poco efecto, y lo mismo las de sus allegados más cercanos, esta semana Peña Nieto optó por apoyarse en un nuevo portavoz: nada menos que el Secretario de Marina Armada de México, Vidal Francisco Soberón Sanz. Agarrémonos.

En su enojado discurso afirmó que “no les interesan ni los padres ni estos muchachos, les interesa únicamente alcanzar sus objetivos de grupo o de partido”… No podría estar más de acuerdo con él. Pero creo que al decir esto no está viendo las manifestaciones; lo que el Secretario ve se llama espejo.

La distorsión cognitiva que caracterizó a los sexenios de Fox y Calderón, con acento en el segundo, fue el auto-convencimiento de que bastaba con declarar algo para que ese algo se convirtiera en un hecho verdadero en el mundo real. Tal fantasía sigue vigente en el actual régimen. Son los gobernantes y sus allegados quienes no tienen interés alguno en los desaparecidos ni en sus padres; son ellos los interesados únicamente en alcanzar sus objetivos de grupo, de partido y (agrego) personales.

También declaró el Secretario Soberón: “…es muy fácil desacreditar, es muy, muy fácil desacreditar.” Pues no tanto, diría yo, porque a los señores del poder les está resultando difícil, muy difícil desacreditar a las manifestaciones de inconformidad popular. La opinión pública de México y del mundo ya sabe que el gobierno mismo es el que está empeñado en alborotar a los grupos auténticos para desprestigiarlos, para poder aplastarlos con las fuerzas del desorden.

Al acusar que los padres de los jóvenes normalistas son manipulados, manda un mensaje oculto: quien los apoye quedará clasificado como manipulador. Yo sí los apoyo. Y si señala que los padres tienen un vocero -implicando entre líneas que por ser vocero no es parte de ellos-, ¿entonces el Secretario no es voz del gobierno federal?

En el imaginario del gobierno, el asunto de la Casa Blanca de Gaviota quedó ya resuelto con la ineficaz explicación que la interesada dio por televisión. El ex mandatario de los Estados Unidos, Bill Clinton, no lo ve así y le pidió a Peña que sea transparente, resuelva el caso y atienda las prioridades del país. Es decir, que el caso no está aclarado. Coincido con él.

Merece comentario también la casa “Higa” de descanso en Malinalco, popiedad de Videgaray, hecha pública por el Wall Street Journal (¡otra vez un medio extranjero!). El Secretario de Hacienda aclaró el jueves que la compró con sus ahorros dos meses antes del inicio de sexenio y que no fue a cambio de contrato alguno. Sí, pero si él iba a la Secretaría de Hacienda, y esa constructora maneja tantas obras del gobierno y sus integrantes, contar con los favores del Secretario de Hacienda, jefe de los impuestos, podía representar una ventaja fiscal invaluable para la empresa. Esto no lo mencionó Videgaray; él se lavó en otro lavamanos. Incluso recurrió a la excusa de que Hinojosa Cantú, del Grupo Higa, “tiene una relación con el Presidente desde hace muchos años”. Eso se llama escupir hacia arriba.

También deja poco a la imaginación la “estrecha colaboración” del servicio de Marshal norteamericano y las fuerzas mexicanas. El diario Wall Street Journal (¿no les digo?) publicó que un elemento de esa agencia resultó herido en Sinaloa en un operativo antinarcótico. La Secretaría de Marina Armada de México aclaró que no fue ese el caso, sino que se trataba de una práctica de adiestramiento. La explicación agregó que seguido compran armas a los americanos y éstos vienen a enseñarles cómo usarlas, pero que no usan el uniforme mexicano como afirma el WSJ. Cabe recordar que dicha “estrecha colaboración” se ha sabido y negado desde el inicio de la guerra contra el narco declarada por Calderón. El audio de esta aclaración es insistente en la “estrecha colaboración” entre ambos países.

En el contexto de las amenazas veladas contenidas en el decálogo de Peña Nieto,

la “estrecha colaboración” que le ofreció Obama, el suave jalón de orejas de Clinton y la coordinación de la SEMAR con el Marshal –todo esto sabido en dos días–, uno se pregunta si los americanos nos están preparando para que los aceptemos como salvadores. Repito: es pregunta.

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