La escritora Andrea Ortiz de Zevallos que dirige la organización Despensa Amazónica habló con SinEmbargo sobre su novela, una historia que expone el amasijo de interés que yacen detrás de economías como la minería ilegal que no solo depredan el medio ambiente sino el mismo corazón de las comunidades.
Ciudad de México, 13 de octubre (SinEmbargo).– Esteban es asesinado en medio de un documental que un documental sobre el ecocidio perpetrado por la minería ilegal en la región de Madre de Dios, Perú. Marcela, su esposa y coautora del trabajo, trata de encontrar respuestas por este crimen perpetrado por un entramado de mafias que alcanzan a autoridades y pobladores. En medio de este duelo trata de vivir su día a día hasta que todo la lleva de nuevo a las últimas pistas que grabó su esposo, amigo y compañero.
La trama es de la novela Madre de Dios (Tusquets) de la escritora peruana Andrea Ortiz de Zevallos. “Ellos (los perpetradores del crimen) no son empresas mineras realmente, sino es todo el conjunto de la mafia, de la minería ilegal que en este momento está depredando no solamente la Amazonía peruana, sino la Amazonía en general. En Brasil, en Venezuela, en Ecuador hay un gran problema, es una de las economías ilegales más violentas del mundo y toda América porque está también asociada con el lavado del dinero que proviene del narcotráfico”, expuso la autora en entrevista.
Ortiz de Zevallos dirige, a través de su organización Despensa Amazónica, un amplio proyecto de investigación de las costumbres culinarias y los productos de las comunidades amazónicas. En la plática señala cómo estas economías ilegales se están convirtiendo en redes que se extienden hasta el narcotráfico “que necesita lavar el dinero y que llega a la Amazonía para que a través de del oro que se saca de los ríos de manera ilegal, con un impacto ambiental muy profundo, eventualmente con la venta de ese oro, el dinero puede ser ‘legalizado’ a través del del sistema financiero.”
“Entonces es un entramado de corrupción y de criminalidad muy intenso que hay en este momento por la minería ilegal en el Perú y en toda la Amazonía”, denunció.
Andrea Ortiz de Zevallos expuso que el libro comienza con el asesinato del activista que está justamente intentando contar este esta historia porque parte de lo que se pregunta el libro tiene que ver con las prioridades que estamos teniendo en este momento como colectivo humano. “Si bien no se trata de manera explícita, sí se habla de lo superfluo que puede ser el oro frente a otras riquezas mucho más importantes que tenemos y cómo estas prioridades terminan llegando incluso a los lugares más profundos de la Amazonía donde existen poblaciones que de por sí son vulnerables y las mafias se aprovechan de eso, se aprovechan de la falta de recursos económicos para de alguna manera tratar de detentarlos o incluirlos en estos quehaceres de las economías ilegales”.
No obstante, la autora matizó que también dentro de los defensores ambientales más aguerridos “son justamente los que conocen el bosque los que viven ahí adentro y si bien algunos, pues ceden a estas tentaciones también hay muchísima resistencia indígena, hay muchísima resistencia de las comunidades que viven dentro de los bosques y que intentan proteger la naturaleza”.
Además de la trama que aborda la depredación de las economías ilegales, Andrea Ortiz de Zevallos apuntó que la novela también tiene un componente muy íntimo y reflexivo, donde Marcela, la protagonista, se pregunta cómo ahora sin su compañero de vida está teniendo que ceder a criterios de otros. “Ella se pregunta o se da cuenta de que estar acompañada, tener un tener un cómplice, tener a alguien con quien compartir la vida, le daba más facilidad para vivir de la manera en la que ella creía y cuando se encuentra sola y tiene que conseguir un trabajo y de pronto comienzan a invadirla estos criterios de otras personas que la desenfocan y que de alguna manera le hacen preguntarse por lo que ella cree sobre la vida”.
“Marcela nació por una inquietud personal que era abordar el duelo a través de la ficción y en ese contexto comencé a buscar retazos de realidad y me encontré con personas que habían vivido el duelo de muchas maneras diferentes, una de ellas soy yo, pero también encontré, por ejemplo, cuando vi en Guatemala encontré a una documentalista que me contó sobre su trabajo y que también me contó sobre el proceso de duelo de una amiga suya que había perdido a su esposo en las protestas de Nicaragua y entonces de esa manera fui construyendo un personaje que si bien a nivel psicológico tiene un núcleo que tiene que ver con una experiencia personal, fue adquiriendo dimensiones mayores por estos retazos de realidad”, compartió la autora.