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Adela Navarro Bello

13/08/2014 - 12:00 am

El desgaste del PAN

En la cuna de la democracia, Baja California (no es porque aquí viva… ¿Eh?) en 1989 el Partido Acción Nacional obtuvo la primera gubernatura de oposición al PRI de que se tenga memoria; poco a poco en otros Estados, Guanajuato, Chihuahua, fueron abriéndose espacios. Empezaron a ganar gubernaturas, diputaciones locales y hartas federales, senadurías y […]

En la cuna de la democracia, Baja California (no es porque aquí viva… ¿Eh?) en 1989 el Partido Acción Nacional obtuvo la primera gubernatura de oposición al PRI de que se tenga memoria; poco a poco en otros Estados, Guanajuato, Chihuahua, fueron abriéndose espacios. Empezaron a ganar gubernaturas, diputaciones locales y hartas federales, senadurías y posiciones que en los años aciagos nunca imaginaron en las celdas de las prisiones en las que terminaron los días de elección.

Paulatinamente en tiempo, y de manera acelerada en conciencia política, el PAN pasó de ser el partido de oposición golpeado, perseguido, a ser el Partido en el gobierno, perseguidor, golpeador. Aprovechado.

Los panistas y los neopanistas aprendieron a vivir en el sistema que el PRI erigió en la administración pública; en lugar de cambiarlo se sirvieron también de él. Hubo avances, no se pueden negar, la defensa de los derechos humanos, un pequeño paso en la transparencia, los controles de seguridad, el respeto del voto; pero también hubo –aun en esos mismos temas- pasos hacia atrás.

El PAN arribó a este siglo victorioso haciéndose de la Presidencia de la República, solo para perderla y regresarla al PRI doce años después. No aguantaron la tentación del poder, se corrompieron y abusaron de los menos privilegiados en todos sentidos. El Partido Acción Nacional con señalamientos de corrupción. Pasamos los mexicanos de ser testigos lejanos de los privilegios de la gran familia revolucionaria, a ser espectadores del ascenso de la familia albiazul.

El desgaste ha ido en ascenso. El PAN desgastado por sobrepasar límites económicos de campaña, el PAN desgastado por aliarse con partido políticos antagonistas, el desgaste por poseer escuadras pobres, mal capacitadas, sin experiencia y abusonas en gabinetes municipales, estatales y presidenciales. El desgaste de las guerras internas, de las decisiones electorales que dividen.

El PAN desgastado por los grupos internos que lo fueron característicos del PRD, y en el albiazul los superaron. Por las cuotas de poder. Desgastado el partido por las decisiones de quien de ahí emanaron a gobernar estados y la República. Por la testarudez de Fox y la necedad de Calderón. Por la guerra contra las drogas y por la corrupción en la PGR.

Dividido el partido en 2012 por la ambición de unos cuantos por ganar para su grupo la candidatura presidencial y luego la dirigencia nacional de ese partido. El PAN de traicioneros y del fuego amigo. El PAN que aprendió rápido –y en unos casos mejoró- las mañas priístas para gobernar y ganar elecciones.

Luego el albiazul entregado al Presidente Enrique Peña Nieto, primero en un pacto cómodo solo para el PRI y su presidente; Gustavo Madero sentado, negociando, acordando, con César Camacho el dirigente nacional del PRI y con Miguel Angel Osorio el Secretario de Gobernación. Lo no antes visto: el PAN votando a la voluntad del PRI para sacar adelante las reformas de Peña. Las negociaciones cupulares para inclinar la balanza oficial en las elecciones de los estados. El reparto del país, del dinero de los mexicanos.

Hace unos días la fotografía de la ignominia azul. El Senado de la República la escenografía, al centro el protagonista de la tarde el Senador Emilio Gamboa Patrón –quien se ha mantenido en el círculo de poder político desde 1982- y sus comparsas rodeándolo, festejándole con brazos alzados y sonrisas de oreja a oreja, los panistas Ernesto Cordero, Mariana Gómez, y Jorge Luis Preciado… aún sin identificar pero el que da la espalda al festejo azul al centro tricolor, se asemeja el pelo engominado de Roberto Gil. La calderonisa en pleno, los panistas de lo más rancios, festejando al más cacique de los cargos en el Poder Legislativo Mexicano, Emilio Gamboa. La celebración: la aprobación de las leyes secundarias de la reforma energética. De pena ajena pero de mucha revelación en cuanto a la ética política, la ideología y la conciencia de los panistas.

Luego el desgaste con los ex legisladores panistas que hicieron desmanes en Brasil, impropios de hombres de bien. Y ahora la fiesta donde el centro de atención es el coordinador de los diputados del PAN en la Cámara Baja, Luis Alberto Villarreal. No ahondaremos aquí en los detalles, finalmente en política y por más que los panistas quieran aparentar lo contrario, “la moral es un árbol que da moras”, como dijo Gonzalo N. Santos, cacique priísta originario de San Luis Potosí y encarnación de la estampa de lo que fue el PRI de los abusos, los crímenes y la impunidad política.

La fiesta que les organizaron o se organizaron los panistas para relajarse después de sus “jornadas legislativas” en Puerto Vallarta en enero de este año, es un claro ejemplo de lo que sucede cuando se mezcla poder, dinero y novatez. Las mujeres han sido el anzuelo bajo el cual muchos han caído. Llama la atención que los panistas no haya siquiera sospechado de un cuatro político para exhibirlos cuando así fuera necesario.

Es de suponer, y muchos podrán afirmarlo, que ese tipo de fiestas no son privativas de los panistas, ahí está el señor ese Cuauhtémoc Gutiérrez del PRI, especialista en el tema, y otros que no conocemos porque no ha sido oportuno exhibirlos.

Los panistas encabezados por Villarreal deberán asumir su responsabilidad en el círculo íntimo al que pertenecen, pero con su revelada actitud, contribuyen en demasía al desgaste del PAN. Ni el Presidente Peña ni el PRI los necesitan ya, una vez aprobadas las reformas, y a escasos meses que abandonen el Poder Legislativo cuando la Cámara de Diputados sea renovada en menos de un año, deshacerse de ellos es tan fácil como darles el tiro de gracia político que confirme el deterioro en el que ese partido y sus militantes han terminado.

Deshacerse de ellos ahora, al final de la jornada legislativa tan intensa que tuvieron solo para cumplirle al Presidente Peña con las reformas, y en los meses previos al arranque del año electoral 2015, es lo más oportuno para el partido en el poder.

La división que se ha acrecentado al interior del PAN, entre Cordero que acusa a Madero de estar rodeado de escándalos, y los militantes que toman partido con uno y con otro, los que se dan golpes de pecho y los que se justifican, son el preámbulo de un año electoral donde se renovará la Cámara Legislativa, nueve gubernaturas y sus respectivas alcaldías y congresos locales.

El desgaste del PAN se pulimenta en muy mal tiempo para ellos. Pero vaya que se han esforzado para acabar con la imagen institucional de ese partido ¿No?

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