La importancia de los coordinadores parlamentarios

13/08/2012 - 12:00 am

Probablemente la mayoría de los lectores conoce – y quizás se encuentre de acuerdo con – la máxima de Karl Von Clausewitz que muestra a la guerra como la continuación de la política por otros medios. Sin embargo la política es a su vez la renuncia a la guerra por parte de facciones encontradas que buscan el gobierno. Ambas actividades requieren, empero, de una visión estratégica y el seguimiento de tácticas por parte de los actores involucrados al luchar por alcanzar sus objetivos.

La política parlamentaria no escapa a esta dinámica. De hecho cada elemento organizativo, procedimiento o incluso el orden en que se acomodan los asientos va encaminado a facilitar o inhibir determinadas tácticas por encima de otras o, en el peor de los casos, permitir  o no condiciones mínimas de gobernabilidad interna para que el órgano legislativo desempeñe sus funciones.

En este sentido hacia 1960 el escritor Elías Canetti publicó el ensayo que le hizo ganar el Premio Nobel de literatura en 1980: Masa y poder. Ahí describió a los parlamentos como instituciones que utilizan la estructura psicológica de los ejércitos combatientes, con la diferencia de que se cuentan votos en lugar de muertes. Por lo tanto el objetivo es medir la fuerza de ambos grupos y el conteo es finaliza momentáneamente el conflicto. De esa forma, la política es un acuerdo entre combatientes para abandonar la violencia: cuando se agota puede regresar la conflagración, como diría Clausewitz. Entones el reto es cómo lograr que las instituciones persistan.

Bajo esta misma lógica se podrían establecer analogías entre una guerra y un órgano legislativo. Por ejemplo, si de acuerdo con Canetti los grupos parlamentarios son ejércitos, el papel del coordinador es vital. Bajo esta lectura, ¿qué esperar lo los liderazgos de bancada en que están envueltos los partidos?

El papel de un coordinador de grupo parlamentario es el mismo que tiene un general: delinear las estrategias, planear las tácticas y mantener elevada la moral en un grupo parlamentario. Las fallas en estos rubros llevarán necesariamente a un pobre desempeño colectivo e incluso hasta la posible destitución del líder de bancada. Esto no impacta solamente en el ambiente al interior del grupo, sino en sus capacidades de negociación ante sus pares de los otros partidos. ¿Quién confiaría en una persona que no puede asegurar la cohesión de sus compañeros?

¿Qué pasa en otras democracias? Un coordinador es la persona que, a través de numerosas reelecciones, ha tenido la capacidad para articular un liderazgo competitivo que le permita luchar por ese puesto y conservarlo frente a legisladores más jóvenes y con impulso, quienes están esperando a un error del titular para desplazarlo.

Esto es todavía más importante en regímenes parlamentarios, donde la única vía para ser primer ministro es a través de una carrera que inicia, se desarrolla y culmina en un mismo órgano legislativo. Para decirlo de otra forma, la especialización en roles como la conducción de una bancada requiere de condiciones mínimas de continuidad.

La falta de carreras parlamentarias en México hace que los partidos ejercen un control más o menos abierto sobre la selección de liderazgos, toda vez que son unos cuantos dirigentes quienes controlan las candidaturas. De esa forma el coordinador no es solamente parte de esa estructura, sino que sujeta su nombramiento y destitución a los vaivenes de sus respectivos institutos políticos.

Hasta el momento el PRI es el único partido que ha designado a sus coordinadores: Manlio Fabio Beltrones en la Cámara de Diputados y Emilio Gamboa Patrón en el Senado. No ha faltado quien diga que es el regreso del viejo partido y sus mañas y que deberían dejar el paso a las nuevas generaciones. Sobre lo primero, ambos políticos supieron hacer valer su capital frente a Enrique Peña Nieto, por lo que quizás no van a ser tan dóciles ante la Presidencia como se podría esperar. ¿Son los mismos de siempre? Mientras haya grupos con la capacidad de designar las candidaturas, es lo que hay: el sistema no sirve para que políticos jóvenes destaquen de manera autónoma – al menos no mientras no les toque estar en cargos directivos del partido.

Tras la derrota las cosas se ven complejas para el PAN. Durante la campaña han mostrado que no es lo suyo ser cohesivos en temas de interés común y ese problema puede persistir en la conducción de los grupos parlamentarios del Congreso de la Unión. Incluso si vemos la experiencia de muchos congresos locales, les da por pelearse en público y dividirse entre facciones, creyendo que están ejerciendo su libertad de palabra cuando lo único que hacen es generar desconfianza ante los electores y exhibir sus debilidades frente a contrincantes.

Lo anterior es especialmente grave cuando se enfrentan una coyuntura donde tendrán que hacer una operación cicatriz rápida entre sus grupos si desean, al menos, salir del paso en los primeros meses de la LXII Legislatura. Otro problema: el presidente del Comité Ejecutivo Nacional designa a los coordinadores de los grupos parlamentarios federales y tanto él como el Consejo Político Nacional cambiarán en 2013; lo cual podría llevar a importantes reacomodos entre sus facciones. ¿Qué tan fácil será lograr los equilibrios en el Congreso? Buena pregunta. Por lo pronto casi cada cambio de dirigencia en el partido implicó otro en las bancadas durante el presente sexenio.

Actualmente la mayoría de las opiniones dan por hecho que Ernesto Cordero será el coordinador en el Senado, aunque algunos ven la posibilidad de que un político más experimentado (y ex coordinador en la Cámara de Diputados) como Héctor Larios pueda subir a la contienda. Para la cámara de Diputados se perfilan tres senadores en funciones: Luis Alberto Villareal, Rubén Camarillo Ortega y José González Morfín; aunque otros al josefinista Ricardo Anaya.

Finalmente los perredistas la tienen de subida. La conformación del partido en corrientes (comúnmente conocidas como “tribus”) ha hecho tradicionalmente difícil el manejo de sus bancadas. Esto se ha complicado más con la división entre radicales (obradoristas) y moderados. Y los resultados electorales, junto con el liderazgo que puede ejercer Marcelo Ebrard tras su exitosa gestión en el Gobierno del Distrito Federal podría llevar a este partido al punto de quiebre.

Por lo pronto López Obrador ha logrado posponer estos nombramientos, supeditándolos a la resolución de su lucha por la anulación de las elecciones. Esto puede incidir negativamente en la capacidad que tenga su partido en negociar posiciones políticas en el Congreso, como son las presidencias de comisiones.

Por lo pronto Miguel Barbosa, Manuel Camacho, Armando Ríos Piter, Alejandro Encinas, Alejandra Barrales y Dolores Padierna han mostrado interés en coordinar el grupo parlamentario en el Senado. Por la Cámara de Diputados parecen estar apuntados Aleida Alavez, Alejandro Sánchez, Miguel Alonso Rayo y Julio César Moreno.

¿Cómo se resolverán estos embrollos? ¿Qué implicarán los nombramientos en términos de la concreción de reformas? Tendremos mejor información al respecto en pocos días…

Fernando Dworak
Licenciado en Ciencia política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestro en Estudios legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (FCE, 2003) y coautor con Xiuh Tenorio de Modernidad Vs. Retraso. Rezago de una Asamblea Legislativa en una ciudad de vanguardia (Polithink / 2 Tipos Móviles). Ha dictado cátedra en diversas instituciones académicas nacionales. Desde 2009 es coordinador académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM.
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