Julieta Cardona
13/06/2015 - 12:00 am
El prostituto
Arturo tiene la verga muy larga. No circuncidada. Del grosor del cartón del papel de baño. Rasurada. Limpia. Venosa. Con los huevos del tamaño perfecto. Arturo es un hombre homosexual muy próspero. Muy joven. Muy blanco de piel muy blanca. Muy ambicioso. Muy tonificado (sobre todo del culo). Muy cocainómano. «Tengo la verga dura y […]
Arturo tiene la verga muy larga. No circuncidada. Del grosor del cartón del papel de baño. Rasurada. Limpia. Venosa. Con los huevos del tamaño perfecto.
Arturo es un hombre homosexual muy próspero. Muy joven. Muy blanco de piel muy blanca. Muy ambicioso. Muy tonificado (sobre todo del culo). Muy cocainómano.
«Tengo la verga dura y no veo que estés aquí comiéndotela», le llega como mensaje un lunes por la mañana y Arturo sale como bólido de su departamento: se sube a su Cadillac ATS 2012 y en poco menos de veinte minutos ya está frente a la puerta del señor Garza. El camino de Mirasierra a Chipinque fue lo primero que Arturo se aprendió cuando se instaló en su departamento en Mirasierra. La mucama abre la puerta de servicio que está por detrás de la cocina y Arturo camina directo al cuarto del Señor.
Arturo entra a la habitación, se desnuda, entra a la cama del Señor Garza y comienza a lamerlo de abajo hacia arriba: primero los pies, luego las piernas –haciendo una escala en las rodillas–, luego las ingles, los testículos y finalmente el miembro erecto. Pareciera un ejercicio hecho por un robot, pero esa fue la indicación: “Los lunes solo vienes a mamármela y está prohibido que me toques del pito para arriba”. El Señor Garza es un controlador de mierda: puede tardar más de 15 minutos en eyacularle la cara para después sacudirle el pene en los párpados una y otra vez hasta que se haya vaciado de semen.
Todos los lunes es lo mismo; los martes otro ejercicio; los miércoles otro; los jueves otro; los viernes es un damo de compañía y los sábados y domingos otro ejercicio. No descansa ni un solo día porque el Señor Garza es panista y dice que hay que trabajar mucho y muy duro para poder vivir dignamente.
El primer día de cada mes, Arturo recibe una transferencia de dinero que le permite llevar una comodísima vida en su departamento prestado de San Pedro –mientras le dura– porque los chichifos cumplen la misma ley que los lacayos de la iglesia: nada del palacio que habitan les pertenece porque pertenece a alguien superior, pero mientras vivan en el palacio, llevaran a las putas que les dé la gana.
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