Las variantes del SARS-CoV-2 siguen siendo una inquietud a pesar de la existencia de varias vacunas contra la COVID-19. Incluso si las campañas de vacunación ya han mostrado avances en algunos países, la duda sobre si los fármacos son eficaces frente a las nuevas variantes se mantiene, sin embargo, los resultados sobre su efectividad en estudios experimentales y observacionales son prometedores.
Por Pedro Aparicio Alonso
Catedrático de Inmunología, Universidad de Murcia
Madrid, 13 de mayo (The Conversation).- Los pacientes infectados por SARS-CoV-2 parecen estar protegidos durante un mínimo de ocho meses frente a una nueva infección. Sin embargo, tanto en Brasil como en Sudáfrica se ha descrito una protección inferior. Esto está probablemente ligado a la aparición de variantes virales con alta prevalencia en esos países (P1 y B.1.351, respectivamente).
Las dos variantes mencionadas forman parte de las denominadas VOC, variantes de preocupación, con mutaciones en regiones de la proteína de la envoltura viral conocida como “espícula”. Esta interacciona con el receptor ACE2, puerta de entrada del virus a las células. Por ello, estas variantes pueden dejar de ser reconocidas por anticuerpos neutralizantes generados tras la administración de vacunas o durante una infección previa.
Las vacunas que están siendo utilizadas contienen únicamente la proteína de la superficie viral (espícula) y su secuencia es la descrita en enero del 2020 (cepa Wuhan). En algunas de estas vacunas se ha estabilizado la estructura tridimensional de la proteína en una conformación que facilita la generación de anticuerpos neutralizantes que impiden la infección celular.
Hay varias estrategias que permiten evaluar la importancia de estas variantes en la evasión de la memoria inmunológica lograda con la vacunación o con la infección.
Los estudios realizados en el laboratorio han demostrado que los anticuerpos presentes en sueros de pacientes convalecientes o vacunados son capaces de dificultar la infección de líneas celulares susceptibles por estas variantes virales. Esta protección frente a la infección celular se denomina neutralización, y sólo algunos anticuerpos que se unen a la espícula tienen esta propiedad.
El tamaño de la zona de interacción con el receptor ACE2 provoca que algunas variantes virales se neutralicen mejor por sueros de algunos pacientes y peor por los de otros. Desgraciadamente, la neutralización de algunas de estas variantes requiere una mayor concentración de anticuerpos, por lo que esta capacidad de neutralización puede perderse con el paso del tiempo.
RESISTENCIA PARCIAL
Todavía no se ha podido definir un umbral de concentración de anticuerpos que permita predecir si hay o no protección. Esta resistencia parcial a la neutralización es más acusada en las variantes en donde ha mutado el aminoácido 484 de la espícula, como ocurre en las variantes P1 y la B.1.351.
La mayor resistencia a la neutralización de B.1.351 demuestra la participación de otras regiones presentes en la espícula. Afortunadamente, los cambios en la posición 501 no alteran de manera relevante la capacidad de neutralizar el virus por anticuerpos presentes en suero de pacientes vacunados. Esta mutación está presente en la variante B.1.1.7, identificada por primera vez en Reino Unido y actualmente mayoritaria en España y Europa.
Los ensayos clínicos realizados en poblaciones en donde las variantes parcialmente resistentes a la neutralización in vitro son mayoritarias han mostrado diferencias significativas en la protección proporcionada por las vacunas autorizadas.
El ensayo clínico en Sudáfrica de la vacuna de AstraZeneca demostró que la vacuna no protegía frente a infección leve o moderada. Sin embargo, otras vacunas autorizadas, como la vacuna de adenovirus de Janssen, las vacunas de ARNm y una vacuna en donde la espícula se administra en forma de nanopartícula, sí que protegen de la infección por esta variante, aunque se observa una disminución de la eficacia.
En esta protección también pueden jugar un papel importante los linfocitos T memoria generados con la vacunación que reconocen péptidos de la espícula preservados en las diferentes variantes.
Los resultados obtenidos en la vida real en países que han alcanzado elevadas coberturas vacunales han demostrado que las vacunas aprobadas tienen una enorme eficacia frente a la variante B.1.1.7, mayoritaria en Israel y Reino Unido. Se observa, además, una menor transmisión por asintomáticos.
Algunas vacunas podrían proteger de la infección por variantes parcialmente resistentes a la neutralización in vitro (B.1.351) incluso mejor que la infección por virus que circularon previamente. Se ha sugerido que los cambios en la estructura tridimensional de la espícula presentes en algunas de estas vacunas pueden generar una respuesta más amplia y diversa, por lo que se atenúa la resistencia a la neutralización de virus que hayan mutado el aminoácido 484.
Ello se une a la alta concentración de anticuerpos neutralizantes conseguida tras la vacunación y que es aún mayor en pacientes que habían enfermado previamente de COVID-19. Además, los sueros de estos pacientes, convalecientes y vacunados, son capaces de neutralizar variantes virales que antes de la vacunación eran parcialmente resistentes.
Actualmente se están desarrollando ensayos clínicos en donde se alternan vacunas (adenovirus y ARNm) o se proporciona una nueva dosis de la espícula con las mutaciones presentes en la variante B.1.351.
Es esencial establecer estrategias de vigilancia y evaluación que permitan analizar con precisión la eficacia de las diferentes estrategias vacunales en la prevención de enfermedad sintomática o capacidad de transmisión de variantes de preocupación o de interés ya identificadas o que puedan aparecer en un futuro.
Los resultados experimentales y observacionales son esperanzadores, dado que las vacunas en uso parecen proporcionar protección incluso en un contexto de aparición de nuevas variantes.