Antonio Salgado Borge
13/05/2016 - 12:03 am
¿Denise Dresser, 2018?
Denise Dresser dejó saber hace unos días que contempla la posibilidad de lanzarse como candidata independiente a la Presidencia en 2018.
Denise Dresser dejó saber hace unos días que contempla la posibilidad de lanzarse como candidata independiente a la Presidencia en 2018. Si bien no es la primera persona sin partido en apuntarse para esta carrera, su candidatura podría ser distinta, ya que cuenta con un nivel de reconocimiento y un potencial aglutinador que otros aspirantes solo llegarán a conocer en sueños.
Puede parecer una perogrullada definirlo, pero el término “independiente” ha sido tan manoseado recientemente que vale la pena desambiguarlo desde el inicio: en su definición más amplia, independiente es aquello autónomo o que no depende de otra cosa. En el marco de una lucha electoral, cuando decimos que un individuo independiente busca competir en una contienda nos tendríamos que referir entonces a una persona cuya trayectoria profesional, y patrimonio personal, no depende ni ha dependido de un partido político.
Y Denise Dresser cumple con ambos requisitos. Su trayectoria se ha desarrollado dentro del ámbito académico, siempre en los sitios más prestigiados. Esta reconocida politóloga es licenciada en relaciones internacionales por El Colegio de México y cuenta con un doctorado en Ciencia Política de la Universidad de Princeton. También ha sido profesora visitante en reconocidas universidades estadounidenses como la Universidad de California, Berkeley y la Universidad de Georgetown. Su éxito profesional es indiscutible: es catedrática en el ITAM, columnista en el periódico Reforma y en la revista Proceso. Era colaboradora semanal en la mesa de análisis político de Carmen Aristegui hasta que este programa fue censurado, y también ha colaborado con medios internacionales como The New York Times.
Sin embargo, dado el estado actual de cosas, es fundamental que quienes aspiren a ser vehículos para la inconformidad ciudadana no solo no estén ligados o se haya deslindado de las élites que dominan los partidos, sino que también haya probado su disposición de plantarse ante sus intereses cupulares. Denise Dresser lleva años ejerciendo una crítica que alcanza, sin discriminar, a las élites de cada partido. Así, la fórmula priista le ha parecido podrida y piensa que “los ingredientes tradicionales de la fórmula priista… huelen a viejo. Pero el PRI insiste en usarlos; el PRI insiste en reciclarlos… No intenta comportarse de otra manera, gobernar de otro modo, usar el poder para democratizar en vez de agandallar. Sigue protegiendo a todos aquellos que le dieron tan mala reputación. A los de las manos negras y las mañas sucias.” (“40 ladrones”, Reforma, 18/01/2016).
Esta analista tampoco ha tenido empacho para calificar al último gobierno federal panista de “muy negativo”; al hacer un balance final del sexenio de Felipe Calderón, afirmó que este ex presidente “cargará con un lápida muy pesada y su administración llevará el sello de los más de 65 mil muertos por una guerra emprendida ‘voluntariamente’ contra el narcotráfico” (Aristegui Noticias, 26/11/2012). En 2012, Dresser también criticó abiertamente la candidatura de Josefina Vázquez Mota: “Al enterarme hoy de la victoria de Josefina Vázquez Mota en la primaria del PAN, no pude evitar un recuerdo que me persigue, que me resulta difícil olvidar, que permea toda mi percepción sobre ella, y es su participación en la aprobación de la vergonzosa Ley Televisa.” (SinEmbargo, 07/02/2012). De Margarita Zavala, increíblemente la más viable candidata del PAN para 2018, Denise Dresser considera que su lema de «dignificar la política» no será creíble si no se posiciona contra las políticas de su marido porque “el calderonismo tuvo oportunidad de hacerlo y no lo hizo”; a la esposa de Felipe Calderón le hace falta “una visión de país que genere fuego en la panza, indignación con el statu quo, confianza en políticas públicas capaces de sacudir al país desilusionado, desencantado, dividido” (“The Good Wife”, Reforma, 01/02/2016).
El PRD y Morena, los dos principales partidos de izquierda en nuestro país, tampoco han escapado de sus críticas. “Las izquierdas mexicanas que huelen a viejo o a podrido. Las izquierdas mexicanas conservadoras del nacionalismo revolucionario o protectoras del statu quo…Las izquierdas mexicanas deambulan entre asonadas justicieras y gobiernos tan expoliadores como los que tanto criticaban” (“Moralinos y Miopes”, Reforma, 02/11/2015). El año pasado, Denise Dresser recibió duros ataques de simpatizantes de AMLO cuando afirmó que “una ‘izquierda’ que deja de ser progresista cuando coloca su destino en manos de un solo hombre, en un líder providencial por más incorruptible que sea. Una ‘izquierda’ que descalifica y lincha en vez de debatir ideas y reformas, proyectos y políticas públicas, medios y fines. Una ‘izquierda’ que ve a la socialdemocracia como una traición en lugar de la única manera de ser electoralmente viable. Una ‘izquierda’ peleada con el mercado que le apuesta todo a la benevolencia del Estado, incapaz de articular cómo va a crear riqueza para después repartirla mejor” (Proceso, 15/06/2015).
Dado que pocas dudas pueden quedar sobre su independencia, la pregunta más relevante que debemos hacernos es si Denise Dresser tendrá la capacidad que no tienen los otros “candidatos sin partido” -que por ahora podrían ser catalogados como independientes chatarra- para competir en 2018; es decir, si podrá canalizar la inconformidad y emocionar con su proyecto a toda una generación. Hay signos prometedores de que este podría ser el caso. Si bien en México los analistas políticos hablan a audiencias muy reducidas, aún sin acceso a los principales canales de televisión abierta esta politóloga es un personaje inusualmente conocido y reconocido. Ciertamente su presencia en redes sociales es muy superior al del analista político promedio: por ejemplo, 2.6 millones de personas la siguen en twitter.
Denise Dresser cuenta con otra cualidad fuera de serie: ha querido y ha podido surfear en ambos hemisferios políticos, sumándose a proyectos en los que cree sin ser limitada por barreras ideológicas. Hace apenas unas semanas la vimos lo mismo apoyando al IMCO y a México Evalúa en su lucha por la transparencia –Dresser estuvo entre los representantes de las sociedad civil que llevaron la Ley3de3 al senado- que moderando la presentación del informe del GIEI en el ITAM o escribiendo sobre los 20 motivos por los que debemos agradecer a este grupo por haber “desenterrado el espejo con el cual podemos mirar el país roto” (“Espejo enterrado”, Reforma, 25/04/2016). A ello hay que sumar que los planteamientos económicos de Denise Dresser podrían ser suscritos por muchos individuos tanto identificados tanto con la derecha y como con la izquierda. En sus discursos y escritos habla de la necesidad de terminar con el modelo extractivo que nos ha estancado y por darle fuerza al Estado para que tenga un marco regulatorio que permita aumentar la competencia y la competitividad. En múltiples foros ha planteado que es esta la mejor forma de generar crecimiento económico y una mejor distribución de los ingresos, y también de integrar a los movimientos que se han levantado contra el Estado.
Sin embargo, además de una trayectoria que le respalde, un candidato independiente también necesitará ondear banderas originales que le distingan de otros candidatos y que sean particularmente atractivas para el mercado de millenials o mexicanos con acceso internet –normalmente pobladores urbanos con menos carencias-. En este sentido, Denise Dresser ha planteado abiertamente en el pasado al menos dos argumentos de corte progresista que ninguno de los más visibles aspirantes a la presidencia parece dispuesto a tomar.
Esta analista ha dicho que quien aspire a ser candidato independiente requerirá necesariamente del apoyo de las mujeres porque estas no tienen representación política en este país. Así, a diferencia de Josefina Vázquez Mota o Margarita Zavala, Denise es una mujer que no ha tenido empacho en declararse feminista y en plantear directamente la necesidad de “educar a las mujeres para la ambición, para la curiosidad, para la aventura, para ampliar el arco moral del universo, para colocar un cerillo en el corazón de su país y de su mundo. Reivindicar así, en estos tiempos en los cuales declararse “feminista” es controversial, lo importante de serlo y asumirlo.” (“Yo, feminista”, Espacio Progresista, 8/4/2015).
También se ha manifestado abiertamente por terminar de una vez por todas con la inefable crisis humanitaria derivada de la “guerra contra las drogas”, y es abierta defensora de la conveniencia de legalizar la mariguana. “México no debe seguir peleando una guerra contra una droga que se legaliza cada vez más. Como lo ha escrito Sergio Aguayo, la legalización estadunidense es ‘una bofetada para Felipe Calderón y una lección para los mexicanos’… Ya basta de dedicar cada vez más recursos, más dinero, más armas y más tropas a una guerra que nunca se podrá ganar”(Proceso, 15/06/2015).
No es de sorprender que las críticas a las insinuaciones intenciones electorales de Denise Dresser no se hayan hecho esperar. Simpatizantes de todos los partidos no han dudado en descalificarla o lincharla sin misericordia; pero, al menos por ahora, los argumentos para desestimarla son más viscerales que racionales, insostenibles y, en algunos casos, incluso rayanos en lo ridículo.
Empero, en algo tienen razón: la persona que articule un movimiento que rompa con el actual equilibrio de fuerzas vigente que nos tiene hundidos en este cagadal hediondo no tiene que ser forzosamente Denise Dresser. Aún es demasiado temprano para saber quiénes la acompañarían en un posible proyecto, que seguramente no será perfecto. Por lo tanto, más adelantado aún sería intentar evaluar qué tan bueno o malo resultaría su eventual gobierno.
Por el momento, lo que sí podemos hacer es evaluar la trayectoria del individuo e intentar calcular sus posibilidades electorales. Y me parece que si en la conjunción de las credenciales, valentía, discurso y potencial aglutinador de una figura como Denise Dresser no sabemos reconocer una oportunidad invaluable para encauzar un cambio profundo en el orden de cosas existente, al menos en lo que a candidatos independientes concierne, podemos ir tirando de una vez la toalla.
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