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Hilda García

13/04/2012 - 12:02 am

En el país de ¿qué tanto es tantito?

En menos de 48 horas logró más de un millón de vistas. El video de los niños indignados, hecho por la organización Nuestro México del Futuro, causó consternación, asombro, enojo, e incluso hubo diputados que señalaban que debía retirarse de la circulación porque violentaba los derechos de los menores. Entiendo el argumento que quieren manejar […]

En menos de 48 horas logró más de un millón de vistas. El video de los niños indignados, hecho por la organización Nuestro México del Futuro, causó consternación, asombro, enojo, e incluso hubo diputados que señalaban que debía retirarse de la circulación porque violentaba los derechos de los menores.

Entiendo el argumento que quieren manejar los representantes de la ciudadanía, pero honestamente se violentan a diario los derechos de los niños que día con día sufren de maltrato, profesores que no van a dar sus clases, de extorsiones, de hermanas desaparecidas, padres extorsionados, madres secuestradas o asesinatos y robos en sus propias casas. Eso es lo que les debería asustar a los políticos, no un video.

¿Cuántos ejecutados hubo hoy, mamá? Preguntó un día una de mis sobrinas de tan sólo seis años cuando vio que mi prima revisaba las noticias en Internet. Y no es que se les exponga a las noticias a propósito, esos niños que ahora viven en Chihuahua, en Nuevo León, en Tamaulipas, en Coahuila han dejado de salir a jugar con sus amigos, han dejado de ir a comer los domingos al restaurante o un sábado a un partido de futbol. Eso sí que es para indignar y más aún lo que como sociedad, ya no nada más como políticos, hemos dejado de hacer por nuestros hijos. A mí lo que más me podría asustar de niña era la figura del coco, si acaso el roba chicos. Ahora es el vecino, el loco que va en un auto y lanza balazos contra otro auto en movimiento sin importar quién cruce.

De acuerdo con el video, los ciudadanos, representados por los niños, estamos hartos. México ya tocó fondo. A veces pienso que no y todos los días me asombro de más y más maldad, de más perversión en las ejecuciones, secuestros o extorsiones por sólo mencionar algunos aspectos.

En esta ocasión no voy a exentar a los políticos, quienes prefieren hablan sobre la necesidad de retirar el video y no de realmente querer trabajar para retirarnos esa realidad que nos escupe sangre de nuestros compatriotas y escenas de corrupción y valemadrismo cotidiano.

El video, igual que nuestra realidad, presenta imágenes del país donde se dice que qué tanto es tantito.

“Ándele poli..  no me tardo ni cinco minutitos”, le dice una señora al oficial que intenta que no se estacione en doble fila para evitar dar la vuelta. Podemos argumentar desde seguridad y protección a su hijo, hasta pérdida de tiempo al tener que dar otra vuelta o estacionar en otro lugar el auto para pasar por su niño. La señora se queda en segunda fila y de regreso le guiña el ojo al policía y le da una moneda de 10 pesos.

“¿Cuánto porque me lo cuides y  me lo laves?” Una manera de pedirle a una persona, hoy conocida como franelero que coloca huacales en lugares donde se puede uno estacionar, para que no nos dañe el auto, para no dejarlo en un estacionamiento o para no caminar unas cuadras de más. Cuando los franeleros dejaron de ser 100 o 200 y se convirtieron en todo un ejército ha sido complicado desafanarse de sus extorsiones.

“Ahí se lo dejo a su criterio”.  Frase célebre que nos lanzan los policías sin criterio y pensando que nosotros no lo tendremos. Si nos pasamos una luz roja o si lo inventaron para sacarnos el dinero, hay quienes ceden con tal de no perder el tiempo y pocos nos defendemos pidiendo que nos pongan la infracción.

Nos pasamos de los límites de velocidad, de la altura permitida en los puentes del viaducto o el Periférico, los autobuses o peseros se meten en vías de alta circulación, no dejamos nunca pasar al peatón, nos le cerramos al que pone la direccional. Todo esto no refleja que no sepamos manejar, sino que no nos importan las reglas. “Qué tanto es tantito, si sólo lo hago yo”. El problema es que a veces hay más de 10 millones pensando lo mismo y al mismo tiempo.

Dejamos que a nivel de broma y hasta parodiadas en programas de televisión broten de nuestras bocas palabras peyorativas como naco o “loser” porque no pasa nada…  Y eso por no hablar de la manera de ridiculizar a homosexuales, gente con sobrepeso o gente con capacidades diferentes. “Bájale, es broma”.  Y una vez más se oye el: “¿Qué tanto es tantito?”

Entonces, ¿por qué asombrarnos con el clasismo de la hija de Enrique Peña Nieto o de las “ladies de Polanco” y el “gentleman de las Lomas”? ¿Por qué nos asombramos de las ridiculizaciones y presiones en las escuelas contra niños afeminados, niñas obesas o que no aprenden a la velocidad que los demás o las exigencias sociales marcan?

En las oficinas se ejerce el robo hormiga. Bajo la excusa de la necesidad, son robados cuadernos, lápices y hasta rollos de papel de baño. Pensamos que por no ser nuestro negocio, el que lo ha montado tiene mucho dinero y se lo podemos quitar sin ningún sentimiento de hacer algo malo.

La basura ni la dividimos. Si algo se va en el tambo equivocado no importa. ¿Qué tanto es tantito?

Para romper con todas estas imágenes cotidianas no se necesita formar un partido político, ni hacer una marcha o dedicarle días de organización ciudadana. Basta con que dejemos de actuar con valemadrismo.

Haga el experimento. Cuando usted deja pasar a alguien en el auto, dos o tres no lo respetan, pero de pronto uno sí copia la actitud. Deberíamos iniciar también por cambiar conductas que nos hagan un mejor vivir en sociedad, por nosotros y por nuestros hijos.

Acusamos a los otros…  A esos políticos que roban, explotan, traiciona. Todo eso es cierto y tienen mucha responsabilidad en el México de hoy. Pero nosotros no podemos seguir actuando como lo estamos haciendo.

Quitémonos la idea de “¿Qué tanto es tantito?”  Si seguimos así, tantito falta para tocar fondo… O quizás ya hayamos tocado el fondo y podamos ahora recuperar nuestra visión cívica. ¿Se acuerda de nuestras clases de civismo? Las hemos vuelto de cinismo.

Debemos estar indignados todos… El video de los niños es emblemático y exige a los partidos políticos una acción. Pero cuando más y más lo veo, pienso que nos refleja como sociedad en el espejo.

No nos quedemos nada más en el activismo cibernético y ver el video o compartirlo en redes sociales. Rompamos esos espejos, no podemos tener mala suerte o me atrevo a decir, más mala suerte, y tampoco creo que se acabe el mundo de acuerdo con las ideas apocalípticas manejadas para este año, así que deberíamos luchar por hacer un México mejor.

Nuestra ciudadanía debe ejercerse con un voto debe ser razonado y de acuerdo con el México que queremos, no el de las declaraciones, el revanchismo político, el género o el cabello peinado. Pero nuestra ciudadanía, nuestro civismo, debería ejercerse también todos los días y romper esas imágenes que los niños de Nuestro México del Futuro nos han solapado durante esta semana. No podemos seguirlas reproduciendo, por ellos y por nosotros mismos.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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