Author image

Jorge Alberto Gudiño Hernández

13/02/2016 - 12:00 am

Si nos vamos

Supongo que mis amigos ya aceptaron que la balanza se ha inclinado por completo. No sé si algún día me convenceré de ello. Mientras eso sucede, les deseo buen viaje. Partir se ha vuelto hoy, la más sensata de las decisiones. Aunque el whisky no pueda compartirse vía Skype.

Supongo que mis amigos ya aceptaron que la balanza se ha inclinado por completo. No sé si algún día me convenceré de ello. Mientras eso sucede, les deseo buen viaje. Partir se ha vuelto hoy, la más sensata de las decisiones. Aunque el whisky no pueda compartirse vía Skype. Foto: Shutterstock
No sé si algún día me convenceré de ello. Mientras eso sucede, les deseo buen viaje. Partir se ha vuelto hoy, la más sensata de las decisiones. Aunque el whisky no pueda compartirse vía Skype. Foto: Shutterstock

Apenas hace un par de semanas, un buen amigo me anunció su intención de irse. Así, en medio de un par de bebidas, durante una de las tantas reuniones que solemos tener en casa desde hace años. Él ha llegado desde antes de tener hijos, desde antes de conocer a la mujer que ya es su esposa, desde antes de que yo hubiera hecho eso mismo, y se ha instalado en mi sala para tomar whisky. Hemos ocupado las horas en lo que para muchos es charla intrascendente mientras que, para nosotros, es la base de nuestra amistad.

Tal vez por eso se resquebrajó un poco mi ánimo cuando me dijo que se iría. Porque eso significa emigrar. Aun cuando nunca le ha pasado nada, sabe que la situación en el país no mejorará. Así que ha decidido aprovechar una oportunidad en el mundo de la academia norteamericana. Eso se traduce de una forma simple: huirá. Lo hará con la esperanza de que no sea necesario volver. Si las cosas salen como espera, pronto obtendrá permisos de residencia, tarjetas de colores que validen su estancia al otro lado de la frontera.

“Brindaremos por Skype”, sugirió antes de alzar de nuevo su vaso y apurar todo el contenido. Nos desvelamos como cuando éramos adolescentes. Sin importar que, al otro día, el trabajo y la familia nos requiriera descansados y tranquilos. Tal vez sabíamos que no habría más despedidas. Así que refundamos en la palabra nuestra amistad y suspiramos profundo.

Más yo. Su partida me hizo recordar otra, hace ya una década. Otro amigo decidió emigrar a Canadá, con su mujer y sus dos hijos pequeños. Fui testigo de su proceso para quemar las naves: aprendió el idioma, hizo trámites, renunció a su trabajo, vendió su departamento y su coche, llegó a Quebec sólo con la promesa de que sus hijos tendrían un futuro mejor. Hace apenas unos meses les otorgaron, por fin, la nacionalidad. Cada tanto me escribe para contarme de cómo sus pequeños (que ya no lo son) tienen muchos planes de futuro. Frente a éstos, deja de tener importancia el hecho de que, a la fecha, él siga lejos de su trabajo ideal, obligado a insertarse en la cadena productiva sin los beneficios de la pasión.

Mi otro amigo, quien se irá pronto, tiene al menos el consuelo de que hará lo que le gusta.

Ambos me hacen la pregunta, si no con palabras, sí con acciones: ¿tú, ustedes, para cuándo?

Así como a millones de compatriotas o como a un par de amigos, los argumentos que me impulsan a partir son, cada día, más convincentes. Ya es demasiada la violencia, excesivas la impunidad y la corrupción. Hay zonas del país donde matar a otro es moneda de cambio. Hacer un recuento de la tragedia hoy resulta redundante. Sin embargo, también quedan cosas que nos detienen: la familia, los amigos, el trabajo, la casa donde vivimos, la escuela de los niños, el saber que de aquí somos…

Supongo que mis amigos ya aceptaron que la balanza se ha inclinado por completo. No sé si algún día me convenceré de ello. Mientras eso sucede, les deseo buen viaje. Partir se ha vuelto hoy, la más sensata de las decisiones. Aunque el whisky no pueda compartirse vía Skype.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas