Adrián López Ortiz
13/01/2019 - 12:00 am
Pemex no es “como la tubería de tu casa”
Lo he leído hasta el cansancio desde que la crisis de la gasolina empezó: “Es como si tienes fugas en la tubería de tu casa, tienes que cerrar la llave de paso para arreglarlas. ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER?”
Lo he leído hasta el cansancio desde que la crisis de la gasolina empezó: “Es como si tienes fugas en la tubería de tu casa, tienes que cerrar la llave de paso para arreglarlas. ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER?”
Pues no, no es tan difícil, pero la cosa no funciona así. Es una respuesta sumamente simplista a un problema harto complejo.
Diversas versiones de ese mensaje inundaron las redes para apoyar la estrategia del gobierno federal que consiste en el cierre de ductos que abastecen al menos 10 estados del país. Esa estrategia, según ha insistido la autoridad, implica cambiar la distribución a pipas, lo que hace más lento el abasto a las gasolineras. El objetivo: combatir el robo de combustible o “huachicoleo”.
Esos mensajes se explican mejor si atendemos a la más reciente encuesta de Reforma sobre el tema: 73% de la población considera preferible “acabar con el robo de combustible a Pemex, aunque no haya gasolina por un tiempo”, mientras que solo el 18% prefiere “garantizar el abasto de gasolina, aunque haya robo de combustible”.
El problema está en lo que significa en términos reales la frase “por un tiempo”, pues el desabasto (porque lo es) ha provocado ya pérdidas estimadas en mil 250 millones de pesos según Gustavo de Hoyos, dirigente nacional de Coparmex; por lo que urgió al gobierno federal a regularizar el abasto de combustible cuanto antes. Las ciudades más afectadas empiezan a colapsar en términos de movilidad y muy pronto empezaremos a sentir los efectos inflacionarios.
Antier, una nota del Wall Street Journal reveló una reducción de 28% en las importaciones de crudo ligero y gasolina desde que arrancó el nuevo gobierno según información de ClipperData. Pero ayer, López Obrador negó tal reducción y, en lugar de ofrecer información precisa, acusó al WSJ de “no ser serio”.
Lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta cuáles son las causas reales del desabasto y tanto el Presidente como el gobierno federal han escalado el problema a una narrativa propagandística. Esta semana, diversas dependencias federales difundieron un gráfico con la imagen de Lázaro Cárdenas y la leyenda:
“APOYEMOS AL PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
NO MÁS HUACHICOLEO, NO MÁS CORRUPCIÓN.
SE TRATA DE UNA MOLESTIA MOMENTÁNEA PARA UN BENEFICIO PERMANENTE”.
Lo que viola el artículo 134 de la Constitución que prohíbe incluir el nombre de servidores públicos en la publicidad oficial (FUNDAR).
Ante la polémica, uno de los autores de la nota en el WSJ, Robbie Whelan, fue el primero en señalar que la reducción de importaciones no era la causa única del desabasto, sino que su nota buscaba explicar que había una conjunción de factores más complejos, entre ellos, la obsoleta infraestructura de Pemex que mantenía varados buques con combustible en el golfo de México.
Y ese es precisamente el punto, se aplaude la intención de combatir el robo de combustible toda vez que el crimen organizado y la corrupción lo habían escalado a niveles sin precedentes, sobre todo durante el sexenio de Peña Nieto, con un profundo daño a las finanzas públicas. Pero es innegable que el gobierno federal resultó incapaz de planear y administrar los efectos de sus acciones y aún más, sigue siendo incapaz de explicarlas.
Dice Yascha Mounk en “El pueblo contra la democracia” (Paidós) que “al electorado no le gusta pensar que el mundo es complicado. Y desde luego no le gusta que le digan que sus problemas no tienen una respuesta inmediata”, por eso, advierte el académico, a los políticos populistas les resulta fácil ofrecer soluciones simplistas y de sentido común a problemas complejos como el robo de combustible, por ejemplo.
No, Pemex no es “como la tubería de tu casa” y para combatir el robo de combustible se requiere mucho más que solo cerrar la llave: tendríamos que ver una verdadera planeación de la estrategia, así como una consideración sensata y realista de sus efectos.
Tendríamos que ver, además, denuncias contra esos “corruptos” y “criminales” de los que se habla a diario de manera genérica. Si la mayoría de la población afectada por el desabasto se dice dispuesta a aguantar un tiempo, es porque quiere ver que la corrupción y el robo se combata más allá del discurso.
Y por último, también es urgente que Pemex como la institución responsable del problema, sea transparente y en lugar de enviar boletines repletos de promesas y buenas intenciones, ofrezca datos y responda a preguntas específicas de reporteros como Robbie Whelan, quien ayer tuiteó: “Pregunté a Pemex repetidamente el viernes por estadísticas actuales sobre las importaciones; no produjeron ninguna.”
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