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Germán Petersen Cortés

13/01/2015 - 12:00 am

Cuidar la libertad

A la memoria de don Julio Scherer, luchador por la libertad de expresión   La libertad de expresión es uno de los elementos cardinales de una democracia plena. También son piezas esenciales de la democracia aquellas condiciones necesarias para el florecimiento de esta libertad: un Estado que la proteja, un mercado de medios de comunicación […]

A la memoria de don Julio Scherer, luchador por la libertad de expresión

 

La libertad de expresión es uno de los elementos cardinales de una democracia plena. También son piezas esenciales de la democracia aquellas condiciones necesarias para el florecimiento de esta libertad: un Estado que la proteja, un mercado de medios de comunicación que la promueva, una sociedad que, a la vez, exija que esté garantizada y la ponga en práctica.

El pasado 7 de enero, el seminario satírico parisino Charlie Hebdo sufrió un atentado terrorista a manos de extremistas islámicos, a raíz del cual murieron 17 personas y resultaron heridas varias más. La reacción de millones de franceses ante esta agresión evidencia una sociedad comprometida, hasta el límite de sus capacidades, con la libertad de expresión. El contraste con México es dramático: el exacerbamiento de la violencia por el que atraviesa el país desde 2006 ha arrasado con la libertad de expresión en amplias porciones del territorio nacional, ante la mirada pasiva de la inmensa mayoría de los mexicanos.

El crimen contra Charlie Hebdo tiene detrás al extremismo; las agresiones contra la libertad de expresión en México son orquestadas por el crimen organizado o autoridades. Entre el caso francés y el mexicano es posible encontrar todas las diferencias que se quieran; sin embargo, los casos se asemejan en tanto se trata de atentados contra la libertad de expresión. En Francia, el rechazo fue abrumador; en México, las reacciones, cuando las hay, no rebasan la timidez.

En repudio contra el atentado en París, millón y medio de personas marcharon por las calles de la capital francesa el domingo pasado y más de tres millones se movilizaron por otras ciudades del país, según el conteo de Le Monde. Entre la multitud que inundó París destacaron 50 líderes globales –Mahmoud Abbas, David Cameron, Angela Merkel, Mariano Rajoy, Matteo Renzi–, encabezados por el Presidente francés, François Hollande. Además, ese mismo día, el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, reunió a sus homólogos de distintos países para impulsar medidas conjuntas contra el terrorismo. El mismo día del atentado, Hollande señaló: “hoy fue la República entera la que fue agredida. La República es la libertad de expresión, la República es la cultura, es la creación, el pluralismo, es la democracia”.

En México, según datos de la CNDH, 97 periodistas han sido asesinados entre 2010 y la actualidad. La Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos contabiliza 139 homicidios y 22 desapariciones forzadas de profesionales del periodismo de 2000 a la fecha. La organización Reporteros sin fronteras, por su parte, tiene registrados 80 periodistas asesinados y 17 desaparecidos en el país entre 2003 y 2013. Hace unos días, la Federación Internacional de Periodistas dio cuenta de cinco asesinatos de periodistas en México durante 2014, lo que colocó al país como el octavo del mundo en este aspecto y el segundo de América Latina, solo por debajo de Honduras.

Ante estas agresiones, las autoridades mexicanas no pasan de discursos esporádicos (cuando no son las autoridades mismas las que perpetran los ataques), algunos medios tienden a alinearse del lado del poder, y las movilizaciones de indignación o solidaridad reúnen apenas a unas decenas de ciudadanos.

La libertad de expresión constituye un dique sólido para contener los abusos del poder; un instrumento para colocar, frente a los ojos de los demás, los puntos de vista a los que todos tenemos derecho en democracia; una fuente inagotable de cuestionamientos a las ideas imperantes; una oportunidad para poner el dedo en la llaga de la corrupción, la impunidad y el autoritarismo. Dicho en una palabra, la libertad de expresión es piedra angular del espacio público, el ámbito en el que los ciudadanos interactúan unos con otros con miras a ocuparse de lo que les es común a todos. De ese tamaño lo que se defiende en Francia y se desprecia en México.

La obligación de proteger la libertad de expresión y, en general, las libertades civiles corresponde al Estado. El Estado francés ejemplifica cómo hay que hacerlo y el mexicano cómo no hay que proceder. La indolencia del Estado mexicano se apuntala sobre un mercado de medios dispuesto a sacrificar su libertad y una sociedad a la que poco le importa el asunto. Ojalá aprendamos de Francia, aunque sea un poco, cómo se cuida la libertad.

 

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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