Autor: Marco Antonio Villa Juárez
Tras la conquista de México y la fundación de la Nueva España, las culturas que departían en la joven Ciudad de México buscaban las formas y los medios para congeniar en costumbres. A la par, llegaron diferentes modelos de organización social, de comercio, de estructura política… y también de enfermedades, como las enfermedades venéreas.
Así, a instancias del obispo de la capital novohispana, fray Juan de Zumárraga, y con la anuencia del rey Carlos V, hacia 1539 se dispuso la fundación de un hospital que atendiera a los llagados por el llamado "mal de bubas" -que no era otra cosa que sífilis-: el hospital del Amor de Dios, puesto bajo la advocación de San Damián y San Cosme.
En cédula real expedida en Madrid el 29 de noviembre de 1540, se otorgó el patronazgo al obispo, y el 13 de mayo de 1541 se verificó jurídicamente su escrituración. Zumárraga dispuso que la catedral metropolitana –a cuyo costado se ubicaba por entonces– lo sostuviera y que se destinara el noveno y medio de los diezmos para su manutención.
Aunque ya había varios nosocomios, como el Hospital Real de Indios o el de Jesús, ninguno tenía cómo función brindar las unciones a los sifíliticos; ni abasto ni condiciones. Incluso, crónicas de la época narran que muchos conquistadores padecieron de bubas. “Era tan general el mal venéreo, que se miraba como una nota en todo hombre honrado, la falta de los achaques de esa enfermedad”, dejó escrito el médico español Cárdenas en publicación de 1591.
Con el paso del tiempo, el hospital sumó otras contribuciones provenientes de rentas, pero a dos siglos de haber sido fundado se mantenía con gran esfuerzo, pues los gastos para nada eran mínimos, empezando por el alto salario del administrador general (más de mil pesos anuales), que mucho se diferenciaba del que obtenían afanadoras, cocineras, atoleras, lavanderas y demás personal de servicio (menores a 80 pesos).
Con cerca de 150 camas para los contagiados, el hospital funcionó hasta mediados del siglo XVIII. Mayordomos, capellanes (el historiador Carlos de Sigüenza y Góngora fue uno) y los obispos quedaron a cargo en todo momento.
Quizá por las trastabillantes condiciones políticas y sociales que vivía la nación mexicana, el Hospital Real del Amor de Dios decayó. Las unciones no podían brindarse más y los enfermos fueron enviados al Hospital de San Andrés que se encontraba en la actual calle de Tacuba. El 1 de julio de 1788, día del traslado, también quedaron cerradas sus puertas. Pocos años después, el inmueble albergaría a la hoy llamada Academia de San Carlos.
Publicado por Wikimexico / Especial para SinEmbargo