Bef

La distopía rebasó la página para instalarse de lleno en el mundo cotidiano: Bef

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La distopía rebasó la página para instalarse de lleno en el mundo cotidiano: Bef

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La distopía rebasó la página para instalarse de lleno en el mundo cotidiano: Bef

12/11/2022 - 12:00 am

Bef, como se le conoce a Bernardo Fernández, habló con SinEmbargo sobre la reedición de El Estruendo del Silencio, un libro que a la vuelta del tiempo ha visto “con temor” cómo ha dejado poco a poco los escenarios de la literatura de ciencia ficción para irse configurando como parte de nuestra realidad.

Ciudad de México, 12 de noviembre (SinEmbargo).– Bef expone que cuando escribió El Estruendo del Silencio hace casi 20 años “la idea de que la exploración espacial estuviera en manos de la iniciativa privada y que no fuera regulada era una idea totalmente estrambótica”.

A la vuelta de los años, la realidad y Elon Musk le han mostrado que el planteamiento que hizo en esta novela de ciencia ficción dura —editada ahora por el Fondo de Cultura Económica— no era descabellado. Esta historia relata el viaje intergaláctico del hombre más poderoso de la Tierra, Cuauhtémoc K. Kobayashi, en una nave espacial completamente autónoma, donde reposan los clones de este magnate y su esposa, junto con el repositorio de todo el conocimiento humano desde el inicio de nuestra historia.

A bordo, también van un robot en forma de una mantis religiosa, Sr. Ká, y una inteligencia artificial, MaReL, que creen estar a cargo aspecto de la misión, hasta que con el paso de miles de años vayan descubriendo su capacidad de pensar y sentir.

“No era lo que yo quería, no quería vivir en un mundo en el que pasaran estas cosas y de repente descubro que este mundo, que este capitalismo desbordado del cual hablaba en la novela que escribí casi 20 años ahora es mundo cotidiano, esta distopía rebasó la página para instalarse de lleno en el mundo cotidiano”, señala en entrevista Bernardo Fernández, como se llama Bef.

Para él, el planteamiento que hace en la novela “lo que demuestra es que en este mundo, donde el capital la única devoción que tiene es al capital mismo y la única lealtad, no hay nada que no puedas comprar” y lo que demuestra, añade, es que el devenir de las cosas resulta muy triste; “aquellos escenarios planteados por alguien hace 20 años, estos peores escenarios posibles son los que se cumplen”.

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—¿Cómo encuentras todos estos elementos al darte cuenta que son cada vez más vigentes en vez de desfasarse tus novelas cada vez adquieren más vigencia en las actualidades?

—Eso me horroriza porque yo me acuerdo mucho que Philip K. Dick decía que a él no le gustaría vivir en un mundo de los que él escribe, entonces un poco me pasa eso, tanto con Gel azul como con El Estruendo del Silencio a la vuelta de casi veinte años descubro que los escenarios que yo he planteado se han ido, es que la palabra “cumpliendo” me incomoda un poco, pero está sucediendo.

En esta novela está en concreto la figura de un personaje que ahora nos recordaría a Elon Musk, a este dueño del mundo, que además tiene tanto dinero que es capaz de comprarse el juguete más grande: el espacio, o sea en aquel momento la idea de que la exploración espacial estuviera en manos de la iniciativa privada y que no fuera regulada era una idea totalmente estrambótica y ahora con el Space X y esta figura de Elon Musk pues es una realidad.

Entonces, lo veo con bastante desconfianza, no era lo que yo quería, no quería vivir en un mundo en el que pasaran estas cosas y de repente descubro que este mundo, que este capitalismo desbordado del cual hablaba en la novela que escribí casi 20 años ahora es mundo cotidiano, esta distopía rebasó la página para instalarse de lleno en el mundo cotidiano.

El director general de Tesla, Elon Musk, habla antes de develar el Modelo Y el 14 de marzo de 2019, en el estudio de diseño de Tesla, en Hawthorne, California.
El director general de Tesla, Elon Musk, habla antes de develar el Modelo Y el 14 de marzo de 2019, en el estudio de diseño de Tesla, en Hawthorne, California. Foto: Jae C. Hong, archivo, AP

—Los viajes interestelares están más cerca de este tipo de hombres como Elon Musk o Cuauhtémoc K. Kobayashi, el personaje central de tu novela, que de las agencias del Estado, ¿eso que nos depara?

—Eso lo que demuestra es que en este mundo, donde el capital la única devoción que tiene es al capital mismo y la única lealtad, no hay nada que no puedas comprar, hasta la exploración del espacio, modificaciones corporales, ser o estar prácticamente en los teléfonos celulares de 500 millones de usuarios, o sea, aquí lo que veo y lo que demuestra el devenir de las cosas, me parece muy triste, es que aquellos escenarios planteados por alguien hace 20 años, estos peores escenarios posibles son los que se cumplen.

Hace rato decía en otra entrevista que los que escriben utopía son los que hacen marketing y propaganda para las empresas de tecnología, o sea, si hubiera una ciencia ficción utópica eso se traduciría en una oficina de marketing de Tesla o de Apple. Aquí en concreto y la ciencia ficción que a mí me interesa lo que plantea son los peores escenarios posibles y me parece muy grave que se estén cumpliendo.

— Parece que perseguimos estos peores escenarios…

—Prácticamente desde que se escribió la primera novela de ciencia ficción que conocemos como moderna, Frankenstein de Mary Shelley, desde entonces había esa advertencia y desde entonces no la hemos escuchado, pero creo, mi amigo Héctor Chavarría dijo que él estaba seguro de que si Inglaterra no se había convertido en los años 50 en una dictadura fascista al menos en un pequeño porcentaje fue gracias a que Orwell escribió 1984.

Yo quiero pensar que para eso sirve que hagamos estas cosas como levantar estas voces si no de alarma sí de prevención respecto al qué sucedería si la ciencia ficción es disparada por esta pregunta ‘que sucedería si’, en este caso qué sucedería si pudieras transcribir toda tu personalidad en una nave al espacio y entonces a partir de esta pregunta es que construimos nuestras historias de especulación respecto a cómo la ciencia y la tecnología impactan nuestras vidas de manera cotidiana y no necesariamente positiva.

Y también positiva, también tiene una cara luminosa, el hecho de que estemos hablando ahorita mismo a través de Zoom no es sino resultado del mismo, o sea, la tecnociencia es una espada de doble filo, que puede alienarnos y deshumanizarnos pero al mismo tiempo acercarnos y darnos herramientas de empatía y por ello tenemos que ser muy cautelosos a la hora de blandir esta espada.

El Estruendo del Silencio se publicó hace casi 20 años. Foto: Especial

— ¿Crees que la especie humana tenga las condiciones para poder ser una especie interespacial, poder pensar en verdad que esto va a suceder una vez o más bien es un reflejo de nuestro ego y simple o sencillamente estamos destinados a quedarnos aquí?

—No, yo creo que ese es el problema, que muy probablemente, en el transcurso de unos años estemos instalados en el Sistema Solar y poco después ya estemos en la última frontera del espacio, realmente el problema del viaje espacial es la fragilidad del cuerpo humano, ese es el problema, o sea son desplazamientos muy largos en tiempo y estamos construidos de manera muy frágil, de modo que la única solución es justo en una estrecha relación con nuestra máquina y bueno ahí se han planteado y justo ha sido la ciencia ficción la que ha planteado posibilidades de viajar criogenizados o en alguna especie de sueño profundo hasta digitalizarnos o mandar clones, pero no lo sé.

No tengo ninguna duda de que estaremos ocupando el Sistema Solar, en menos de 100 años estaremos extendidos por todo el Sistema Solar y seguramente, esto es lo triste, las desigualdades entre naciones prevalecerán cuando lleguemos a otros mundos, seguramente los mejores, los planetas con mayor posibilidad de ser terraformados serán ocupados por las naciones ricas y los planetas donde no haya agua y los lugares más inhóspitos son los que le tocarán a las naciones pobres y tristemente creo que eso habrá que repetirse cuando empecemos a colonizar, primero el Sistema Solar y después el resto del espacio, no sé, ahí el problema es ese, nuestra fragilidad y esa probablemente sea la gran barrera para que la humanidad se pueda expandir por la galaxia, eso y la imposibilidad de recorrer distancias gigantescas en poco tiempo por lo menos en lo teórico, pero bueno soy agriamente optimista al respecto. Creo que lo haremos pero lo haremos mal.

—¿Mal en qué sentido?

—Sí prevalecerán nuestros peores vicios ya sea aquí en este planeta o en cualquier otro, creo que estamos destinados a repetir nuestros vicios, no importa en qué parte del espacio nos situemos, creo que es parte de la naturaleza humana.

—Al final lo dices, “los países ricos colonizarán el espacio”, ¿necesitarán mano de obra barata?

—Sí y de eso se trata la nueva serie que estoy empezando a escribir ahora de ciencia ficción, del papel de los países pobres en al colonización del espacio, que es un tema que me interesa mucho.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.