Hecho en China: Yao Ming, un héroe nacional y figura representativa en la NBA

12/09/2013 - 12:00 am
Foto: Facebook
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Ciudad de México, 12 de septiembre (SinEmbargo).– Yao Ming (Shangái, 1980) es un producto chino. Un atleta construido desde lo familiar para beneplácito de un sistema muy distinto al de occidente. Emblema basquetbolista de la China milenaria. Un país entregado a sus tradiciones y constructora de las ilusiones del presente. Disciplinados como muy pocos en el mundo e incapaces de postergar los tiempos establecidos de la planeación inicial. Un hombre de 2. 28 metros, surgió como un deportista provocando el orgullo nacional. Un amante de la ciencia que tuvo que cumplir con la patria.

El matrimonio formado por Fengdi Fang y Yao Zhiyuan, la pareja más alta del país (él medía 2.08 y ella 1.88), tuvo un hijo por mandato gubernamental. Las restricciones oficiales solo permitían tener solo un retoño.  La pareja de ex jugadores de basquetbol se entregó para construir un legado que les permitiera seguir enganchados con el balón. Yao creció con constantes dolores en los huesos que se estiraban a buena velocidad con muy poco interés en encestar una pelota en un aro. El futuro planteado para el pequeño era incierto según lo que habían imaginado sus padres.

A los nueve años, Ming era el más alto de la escuela pero su cabeza se rompía gustosa con la ciencia. Yao quería ser investigador. En un último intento por encaminarle el camino, sus papás enfocaron sus energías en inculcarle el amor que ellos le habían tenido al basquetbol. Con muy mala forma física, torpe en sus movimientos debido a sus huesos en expansión, Yao no mostró talento sobresaliente en la duela. Recto en sus formas, hizo casos a la orden familiar que le pedía esforzarse. Animado por el regalo que recibía de su padre cada vez que anotaba, mejoró lo suficiente para ser enviado a una academia especializada.

Foto: Twitter
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Mañana, tarde y noche, Yao Ming era bombardeado por el juego. Admirador del lituano Arvydas Sabonis, de pronto se descubrió soñando haciendo las jugadas que admiraba de él. Aconsejado siempre por la pasión de sus padres, comenzó a brillar con el Shangái Oriental Sharks de la liga china. Yao cruzó su mirada hasta la mejor liga del mundo. A lo lejos vislumbró a Hakeem Olajuwon, uno de los mejores pivots en la historia de la NBA. El flechazo fue inmediato. El joven que había abandonado los sueños científicos se sintió inspirado por el 34 de los Rockets.

Olajuwon nació en Lagos, Nigeria. Un extranjero de un país muy lejano de la burbuja elitista del mejor basquetbol del mundo. “The Dream” causó un revuelo con la estética de su juego. El africano pronto se convirtió en una estrella internacional consiguiendo dos campeonatos de la NBA en la pausa que Michael Jordan tomó con su primer retiro. Yao Ming vio un ejemplo a seguir y no paró hasta conseguirlo. En frente, la burocracia de su país le pondría algunas trabas que pudieron cancelar el trato.

En 1999, Yao Ming fue tentado para presentarse en el draft de la NBA. Sus números rompían la Chinesse Basketball Association (CBA). Los altos mandos comenzaron a preocuparse por la partida de su futura promesa. Tres años después, amenazado de no dejarlo marchar si se atrevía a renunciar a la selección china, fue seleccionado en el número 1 del Draft por los Rockets de Houston cumpliendo su sueño. El chino revolucionó la liga con su excentricidad mientras todos estaban al pendiente de la gran capacidad prometida.

Yao Ming fue llamado a ser el emblema que Houston necesitaba. Un espíritu disciplinado fue traicionado por la fragilidad de su físico. Fueron solo ocho temporadas las que jugó en la mejor liga del mundo. Tiempo suficiente para acumular cerca de 60 millones dólares. Jugó dos olimpiadas, una de ellas en casa durante Beijiing 2008 sin conseguir medalla. Sin embargo, el símbolo nacional chino se entregó a la causa apoyando todo tipo de acto benéfico. Se retiró a los 30 años cansado de las lesiones. Desde Estados Unidos es considerado la como una promesa que no fue, mientras tanto en China, el abanderado de su delegación en sus Juegos Olímpicos, es el “trabajador modelo” a seguir. Un ejemplo de amor a la patria.

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