Adela Navarro Bello
12/06/2024 - 12:04 am
El truco del diablo
“Los analistas destaquen que el cártel de Sinaloa, después de la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, no tiene un ‘líder visible’, sino que se trata de una estructura criminal liderada por varias personas”.
En el análisis titulado La Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2024, liberada al público en mayo de 2024, la Agencia Antinarcóticos de los Estados Unidos, la notoria DEA por sus siglas en el idioma original, realmente no develó novedad alguna: los mismos cárteles mexicanos, con los mismos capos a la cabeza, y la distribución que tienen dentro del territorio norteamericano en los 50 estados que nombran los Estados Unidos.
La evaluación oficial que puede ser consultada en el sitio electrónico de la DEA, centra su análisis en dos organizaciones criminales de las muchas que tienen dominancia criminal en México: el cártel de Sinaloa y el cártel Jalisco Nueva Generación. Sin embargo, la estructura que analizan profundamente para determinar el grado de amenaza que estas mafias significan para su país al trasegar drogas es la misma que hace años, centrada en dos figuras tan notorias como infames e impunes: Ismael Zambada García, el Mayo, del cártel de Sinaloa, y Nemesio Oceguera Cervantes, el Mencho del cártel Jalisco Nueva Generación, y de ahí hacia abajo la configuración también ya conocida de células y modos de operación.
A ambos cárteles se les señala como quienes están detrás de la epidemia de muertes por sobredosis en los Estados Unidos, pero que delinquen desde territorio mexicano. El análisis de la DEA no revela los nombres, las imágenes y la ubicación de los capos que distribuyen la droga de origen mexicano en su país. La estructura que evidentemente funciona en los 50 estados de la Unión Americana y que controla el narcomenudeo que coloca la droga ilícita a las calles de aquel país.
Refieren el trasiego, y posterior envenenamiento de parte de su sociedad, a partir de ocho tipos de drogas: fentanilo, nitazeno, xilacina, heroína, metanfetamina, cocaína, marihuana y medicamentos controlados, en ese orden. Destacan sobre el nitazeno y la xilacina la ausencia de decomisos en la frontera o por parte de autoridades mexicanas, como si resalta en los otros tipos de droga.
El nitazeno es un opioide sintético, como el fentanilo pero más fuerte, que fue detectado en el consumo en Estados Unidos en 2019. Se encontró que esta droga era mezclada con otras para potenciar el efecto en el cuerpo humano lo cual lleva a un envenenamiento que provoca la muerte. Debido a la ausencia de decomisos de la droga en México, en el análisis estiman que “probablemente las mezclas las fabrican comerciantes de nivel medio y callejero en los Estados Unidos”, es decir, los narcomenudistas locales en el vecino país, pero que, considerando que la producción de este químico sucede principalmente en China, “los cárteles mexicanos podrían fácilmente utilizar sus relaciones existentes con esos proveedores para obtener natcenos”. Una vez más, suponen que no son los narcotraficantes en suelo estadounidense y quienes presumen mezclan la droga, sino los mexicanos de los ya mencionados cárteles, quienes la obtienen.
Lo mismo sucede con la xilacina, un potente sedante de uso veterinario, de hecho, solo utilizado en animales de gran peso y tamaño, cuyo uso por el ser humano, mezclado con otras drogas, provoca el conocido como “efecto zombie”, pues se trata de un sedante que deprime el sistema nervioso central.
Los laboratorios forenses de la DEA han encontrado mezclas de heroína y fentanilo con xilacina, mayormente en la zona este de su territorio país, pero con presencia y eventuales decomisos en todos los estados, dado su manejo de uso veterinario.
Sin embargo, a pesar de que de manera velada en el informe de la DEA se establece que probablemente esas mezclas se lleven a cabo en territorio norteamericano, no proveen indicios o estructuras criminales con base y operación en los Estados Unidos, es decir, son los cárteles mexicanos que operan en territorio mexicano, los exclusivamente señalados. Los locales, para los Estados Unidos, parecen no existir. Y si han sido identificados, a diferencia de los capos mexicanos y sus estructuras criminales, no son exhibidos como tales.
Charles Baudelaire, uno de los célebres poetas malditos del Siglo XIX, en su libro Los Pequeños Poemas en Prosa (El Spleen de París) escribió en “El Jugador Generoso”, una frase que es parte de su legado para el análisis o la analogía, particularmente de aquello que se quiere ocultar ante la evidencia del mal que encarna: “Queridos hermanos, cuando oigan pregonar el progreso de las luces ¡no olviden que la mejor astucia del diablo consiste en convencerles de que no existe!”
La frase fue retomada en la película Sospechosos Comunes, donde el personaje menos pensado, Robert “Verbal” Kint, narra las hazañas de un mítico criminal llamado Keyser Soze a quien así describe: “el mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”.
En el análisis de la DEA de este 2024 destacan personas que no existen, como los narcotraficantes locales en los 50 estados de la Unión Americana, los que reciben la droga que llega por tierra -incluido el subsuelo-, aire o mar, los que la distribuyen y quienes la venden en las calles hasta envenenar a la sociedad norteamericana, que registra cientos de miles de muertes por sobredosis de opioides cada año.
Resulta relevante también que, en ese mismo informe, los analistas destaquen que el cártel de Sinaloa, después de la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, no tiene un “líder visible”, sino que se trata de una estructura criminal liderada por varias personas, entre los cuales, junto a los hijos de Guzmán y el preso Rafael Caro Quintero, sitúan a Ismael Zambada García, el Mayo, como uno más, que, para completar la estrategia que lo ha mantenido impune desde finales de la década de los 80 cuando fue detenido y liberado, “se encuentra en mal estado de salud física, lo que deja en duda el liderazgo de su facción”.
Al igual que Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, ahora resulta que “El Mayo” Zambada también está enfermo, en condiciones graves de salud… pero impunes.
Aunque autoridades federales mexicanas confirmas extraoficialmente lo analizado por autoridades de los Estados Unidos, sobre la condición de salud de los impunes capos, que Zambada es diabético con consecuencias graves o que Oceguera padece de insuficiencia renal, tales enfermedades no deberían ser factor para determinar que, por ello, ya no dirigen los cárteles que crearon, el de Sinaloa y el de Jalisco, respectivamente, sino buscarlos en las condiciones en que estén y procesarlos como tales.
La enfermedad que presumiblemente padecen los dos, es tratada como un inhibidor del poder criminal que ejercen ambos personajes, como si por estar enfermos ya no fuesen los líderes criminales que son. Ahora resulta, que, con los supuestos padecimientos, bajaron la guardia, cuando fácilmente se les podría aplicar la máxima de Baudelaire: “el mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe”.
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