Élites y famélicos

12/04/2014 - 12:00 am

Es desconcertante la seguridad con la que los macro economistas afirman que México está en franco crecimiento cuando lo palpable, lo que sí se ve, es que la gran mayoría de los mexicanos corre veloz hacia la miseria. ¿Se tratará de una farsa o será un autoengaño de los sabihondos expertos? Y en este caso… ¿serán conscientes, o ni en cuenta?

Las tácticas oficiales de desinformación incluyen, además del silencio, la saturación, la distracción, la contradicción y la presión a los medios incómodos. En este contexto, es hasta lógico que la gente a nivel banqueta prefiera ya no saber cuánto subió el limón, cuántas tortillas menos comprará hoy, cuántos gasolinazos van, el trabajo que cuesta encontrar trabajo y que ya hasta a los más fregones se los anda llevando la fregada. La gente lo que pide es un respiro.

“Mire, señor, de veras que me dolía la cabeza y no se me quitaba, todo el día, todo el día, nomás el dolor…” Ramiro, el joven taxista, agitaba las manos abiertas junto a sus orejas, para simular que el cerebro le crecía hasta casi reventar, mostrando el tamaño de su dolor de cabeza que se le salía del cráneo. Retomó el volante y siguió explicándome que ya no podía con tanta noticia, con tanta tragedia, violencia, inflación, corrupción, ya no. Dejó de informarse por salud.

Pero no ir al médico para evitar las malas noticias no nos libra de las enfermedades; de la misma manera, a la larga resulta peor no informarnos; y en el ámbito social, la negación de la realidad es precisamente la que origina su caos. Por eso los gobiernos le invierten tanto esfuerzo y recursos a sus campañas de comunicación, calculan con ciencia y conciencia sus estrategias y estorban el desarrollo de los medios incómodos, todo para anular cualquier germen de cambio social.

Pero la terca realidad de vez en cuando no hace caso y asoma la cabeza… ¿o de vez en cuando nos atrevemos a mirarla? El caso es que en la reciente reunión de Davos, Suiza, algunos indicadores encendieron los focos rojos. Las cifras gritan: ¡La riqueza de 85 individuos es igual a la pobreza de 3,750 millones!… la mitad más pobre del mundo.

Este dato fue hecho público en el foro internacional de 2014. ¿Y cómo estamos en México? La Comisión Nacional Bancaria y de Valores afirma que el 42% de la economía nacional está en manos del 0.18% de los mexicanos; es decir, el 99.82% quedamos fuera de ese grupo que posee casi la mitad de la riqueza nacional.

La organización Oxfam (www.oxfamintermon.org/es) recientemente publicó su informe “Gobernar para las élites”, en el que establece una relación directa entre los poderes económicos y el gobierno de los países del mundo: “La desigualdad económica crece en la mayoría de los países (…) y los gobiernos sirven abrumadoramente a las élites económicas en detrimento de la ciudadanía de a pie. El Foro Económico Mundial considera que esta desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la humanidad y es el momento de tomar medidas para revertir esta situación.”

Más aportaciones de Oxfam:

  • El 1% más rico de los Estados Unidos acumuló el 95% del crecimiento total luego de la crisis del 2009; el 90% de su población se ha empobrecido.
  • Siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años.
  • Los gobiernos “…sirven  abrumadoramente a las élites económicas en detrimento de la ciudadanía de a pie.” Oxfam cita un ejemplo: “El informe de la OCDE asegura que el ‘incesante’ comportamiento monopolístico de América Móvil está facilitado por un “sistema jurídico disfuncional”.

Para la gran comunidad internacional estas fueron señales de alarma; para los líderes de la economía del planeta, señales de aliento: el dato duro, en síntesis, es que cada vez hay más distancia entre la pobreza extrema y la riqueza extrema: los pobres se están haciendo aún más pobres y los ricos todavía más ricos. ¿Cómo tomar las medidas que pide Oxfam para revertir esta situación? ¿Qué hacer con la gran masa, que no quiere informarse? Tal vez la solución esté en lo impensable, esté en dejarse llevar por la inercia, como sugiere Mario Benedetti: “…desinformémonos hermanos · hasta que el cuerpo aguante · y cuando ya no aguante · entonces decidámonos · carajo decidámonos · y revolucionémonos.”

Tal vez.

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