Ciudad de México, 12 de marzo (SinEmbargo).– Ser pobre y vivir en la sierra dejó de ser un impedimento para acceder a la telefonía celular y a Internet. En la sierra de Oaxaca se materializó un sueño hace dos años que hoy se extiende a paso veloz entre las comunidades indígenas de la región.
Las poblaciones más marginadas de Oaxaca, pero también las de Veracruz, Puebla y Guerrero, abandonadas por el magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim Helú, por no ser un negocio rentable, tienen la posibilidad de acceder a telefonía celular y a Internet por sus propios medios en un corto plazo.
Este año podrían crecer de 16 a 30 los pueblos beneficiados por el proyecto de la organización Rhizomatica, que nació en el pueblo de Villa Talea de Castro, Oaxaca, en 2013 y que se traduce en la construcción de una red comunitaria de telefonía.
“Ahora tenemos 16 comunidades beneficiadas, que abarcan alrededor de 2 mil usuarios conectados a la red. Estamos hablando de que queremos llegar a unos 10 mil usuarios y crecer a 30 comunidades este año”, dijo Peter Bloom, activista de Rhizomatica.
De acuerdo con Bloom, la concesión experimental que la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel, ahora Ifetel) otorgó al proyecto que hizo posible llevar telefonía celular a 16 pueblos de Oaxaca, incluye a los estados de Veracruz, Puebla y Guerrero, donde las autoridades comunitarias han mostrado interés y se han acercado a Rhzomática.
Hace dos años Bloom explicó que en en México existen entre 30 y 85 mil comunidades sin acceso a la telefonía celular. “Depende a quien le preguntes te dan las cifras. Si le preguntas a Movistar, te dicen que 85 mil y si le preguntan a la SCT [Secretaría de Comunicaciones y Transportes], son 50 mil. Lo cierto es que es mucha gente que no tiene cobertura en este país”.
La Cofetel emitió un plan para reservar parte del espectro radioeléctrico para uso indígena y comunitaria bajo licencias sin fines de lucro hasta por 15 años.
Con este paso se crea un mecanismo para poder acceder al espectro y significa un triunfo de las organizaciones que desde hace años luchan para extender los beneficios de la comunicación a las comunidades más pobres y marginas del país.
“Tenemos un poblado donde el Presidente Municipal nos buscó, porque ni siquiera ahí tenían teléfono”, contó Bloom.
De acuerdo con el activista, no han encontrado hasta el momento una comunidad en donde no exista al menos una caseta telefónica para todo el pueblo.
Una bocina con una sola línea para una comunidad que si desea realizar una llamada al interior del país o al extranjero, les resulta costosa.
Por ellos surgió el proyecto de Villa Talea, que tuvo un costo de 9 mil dólares (unos 139 mil pesos), recurso que la población reunió para la compra del equipo: cableado, antenas, conectores y una computadora BSC.
Actualmente la población paga una membresía de 40 pesos al mes, con la posibilidad de pagar el minuto a celular a 82 centavos –cuando el costo promedio es de 2.73 pesos–, donde además pueden realizar llamadas de voz por la Internet.
A UNA LLAMADA DE DISTANCIA
Las personas de la tercera edad del pueblo de Villa Talea de Castro solicitan por teléfono sus víveres a domicilio, sin necesidad de caminar por las brechas y el terreno accidentado de la región. Los campesinos que se ausentan de la comunidad durante días, pueden hablar con su familia. Los pobladores llaman a sus parientes en Estados Unidos por solo 14 centavos el minuto y los padres de familia que antes pagaban a cinco pesos el minuto para hablar con sus hijos en la ciudad de Oaxaca, ahora pagan 50 centavos.
No sólo eso: el pueblo indígena ubicado a cinco kilómetros de la ciudad de Oaxaca en la Sierra Norte de la entidad ya no necesita caminar hasta dos horas o tomar transporte para llegar a la caseta de teléfono público donde el minuto se cobra hasta en 15 pesos y tampoco requiere de estar en una ciudad para tener señal en su dispositivo móvil. Ahora todo es más fácil.
“Ahora si hay una emergencia podemos llamar a la Clínica de Salud, los comercios están creciendo un poco, los jóvenes tienen un método de distracción sano y también se impulsa la cultura, pues durante el día la Radio Comunitaria Dizha Kieru, está mandando mensajes informativos a los teléfonos”, dijo Alejandro López, un joven poblador del lugar en 2013.
Alejandro contó a SinEmbargo que las compañías telefónicas les solicitaron 10 mil habitantes como mínimo para colocarles una red y la construcción de una carretera hacia el lugar donde instalarían su antena. Entonces el pueblo no pudo cumplir con ese requisito.
Después de Villa Talea vinieron 16 pueblos más donde, según Peter Bloom, hubo algún desarrollo económico gracias a las telecomunicaciones, pero sobre todo una aplicación directa a la educación.
Una de las principales conquistas del proyecto es que en un inicio la comunidad de Talea de Castro instaló una radiobase celular interna que opera en banda de 900 mHz de uso libre en México, es decir, una red privada que no requiere permiso o concesión; que se conecta a un proveedor de internet y que contrata con un operador VoIP las llamadas salientes.
Pero la banda no era idónea y es por ello que se solicitó a la Cofetel una concesión para experimentar el comportamiento de equipos en la banda de 850mHz, la cual fue otorgada en mayo de 2014.
Es decir, la frecuencia de Villa de Telea y las otras 16 comunidades convive con el Telcel, Movistar y el resto de las compañías de telefonía celular.
“Tenemos un cachito de la frecuencia donde están todas esas grandes compañías”, dijo.
Bloom explicó que hay varias autoridades comunitarias de Guerrero que se han puesto en contacto con la organización, interesadas en el proyecto.
“Se ponen en contacto con nosotros y empieza un proceso de cosas que se tienen que hacer, para aprobar el proyecto. Tenemos que ver asuntos técnicos, la Internet, la luz, dónde se realizará la instalación”, detalló.
La tendencia, indicó el activista con la Reforma de Telecomunicaciones aprobada, es que en todo el país, excepto el Distrito Federal, Hidalgo y Morelos, las poblaciones marginadas realicen sus propios proyectos de telecomunicaciones.
“Alguna organización sin fines de lucro y rural va a poder sacar una concesión social y utilizar las frecuencias. Se supone con la nueva regulación que van a tener la posibilidad, no sabemos exactamente cómo será el proceso. Esto es resultado de que poco a poco nos están escuchando, de que el status quo no está funcionando y de que están dejando a mucha gente fuera. Deben implementarse otro regímenes”, dijo.
El activista reconoció que no será un camino fácil, pues se deberán desarrollar modelos económicos, tecnológicos y sociales para evitar que la experiencia no fracase.
Recientemente, el diario británico The Economist publicó que las comunidades de la sierra de Oaxaca están encontrando algunas de las mismas dificultades que enfrentan los operadores de mayor envergadura, como cuando los clientes de la red comunitaria desean utilizar sus móviles en otra área. El mayor problema es que las redes locales no utilizan las tarjetas SIM para identificar a los usuarios que deben tener registrados sus teléfonos con el administrador de la red local.
Cuando un usuario está registrado con una SIM y visita otra comunidad, pueden también utilizar automáticamente la red local. Por ello, las estaciones de telefonía comunitaria están pensando introducir tarifas de itinerancia, que en la actualidad los usuarios no pagan.
LOS QUE NO CONOCIERON LA TELEFONÍA FIJA
Ernesto Piedras, director General de The Competitive Intelligence Unit (CIU), una consultoría especializada en telecomunicaciones, opinó hace dos años, cuando se enteró del caso de Villa Talea, que el esfuerzo de la comunidad por acceder a una red de celular alternativa –después de que grandes compañías como Telcel se negaron a ofrecerles el servicio– era admirable, pero no debía ser la ruta a seguir.
“Pensar que una comunidad se llegue a movilizar me parece un caso admirable, pero extremo. Antes que se dé ese tipo de acción colectiva, yo esperaría ver una acción de política pública, que el gobierno les garantice a las comunidades el acceso a la conectividad no como un negocio, sino como algo social. Puede ser a través de subsidios o acuerdos con las compañías de telecomunicaciones”, dijo en esa ocasión.
Dos años después y al enterarse de que hay otros 16 pueblos más conectados a la telefonía celular y otros tantos en proceso, se sorprendió.
“Me sorprende de que hay cada vez más comunidades en estos procesos. No esperaría que fuera algo muy generalizado, porque realmente es un ejercicio muy complicado y el mercado lo puede hacer, pero si el mercado no lo hace, las comunidades tienen derecho a buscar por sus propios medios”, dijo.
Las poblaciones indicó, se enfrentan a servicios de baja calidad. En el caso de internet, no tienen acceso a banda ancha.
Pero reconoció, muchos de ellos nunca conocieron una línea de teléfono fija y saltaron a la telefonía celular, al convertirse en el acceso a la conectividad en una necesidad básica.
“Esa población se saltó una etapa: seis de cada 10 mexicanos viven en alguna condición de pobreza y de ellos, 75 por ciento usan un celular. Esto sucede con el celular en hogares que nunca tuvieron una línea fija”, explicó.
El consultor indicó que a pesar de ello, aún es necesaria la línea fija, debido a que sigue siendo el principal medio de acceso a la banda ancha.
“Lo ideal es tener ambas líneas. En total seis por ciento de la población en México está sin atención, es decir 7.2 millones de personas no tienen líneas porque no es negocio rentable para las empresas”, dijo.
Piedras detalló que en el país hay 105 millones de líneas de celular, que representan una penetración de 88%, la cual aún es baja comparada con otros países de Latinoamérica.
En Argentina por ejemplo, la penetración es de 160 por ciento y el promedio en Latinoamérica es del 130 por ciento.
México tiene una penetración en telefonía celular simular a la de Jamaica, Costa Rica, Cuba y Haití. La razón es sin duda, por la falta de competencia, anotó.
Sin embargo, los pueblos rezagados y marginados de México se ha revelado a vivir en un país que tiene el mismo nivel en cuanto a penetración celular que Haití, y han dicho: “¿Por qué no?”.