Los expertos internacionales están advirtiendo el riesgo para la población mexicana por el alto consumo de refrescos señalando que nuestra población debería tener un cuidado especial en el consumo de bebidas azucaradas. El jueves 7 de marzo se reunieron tres de los más reconocidos expertos internacionales en esta temática en el Instituto Nacional de Salud Pública en la mesa “Bebidas azucaradas: efectos en salud y políticas para su regulación” como parte del Congreso Internacional en Salud Pública. El tema es importante ya que somos los mayores consumidores de refrescos en el mundo y presentamos uno de los más altos índices de sobrepeso, obesidad y muerte por diabetes.
Los expertos convocados fueron el doctor Walter Willett, Jefe del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, que ha publicado más de mil artículos relacionados con diversos aspectos de la dieta y las enfermedades y es el segundo autor más citado en el ámbito de la medicina clínica; el Dr. Barry Popkim, que desarrolló el concepto de “Transición Nutricional” (el estudio de los cambios dinámicos en los patrones de consumo de alimentos y de actividad física, así como la obesidad y otras enfermedades no transmisibles relacionadas con la nutrición), y ha sido asesor en el diseño de políticas públicas en diversos países y ha publicado más de 340 artículos en revistas científicas, siendo uno de los expertos en nutrición más citados y el doctor Michael Goran que es director fundador del Centro de Investigación de Obesidad Infantil de la Universidad del Sur de California ha enfocado su investigación, por casi 20 años, en las causas y las consecuencias de la obesidad infantil.
La sesión se dio a unos meses de haberse desatado la polémica sobre el impacto del refresco en la salud cuando desde la sociedad civil asociamos el alto consumo de esta bebida con el alto índice de mortalidad por diabetes en México (medio millón de muertes en el sexenio anterior). Esta discusión se agudizó en las últimas semanas del año pasado al presentarse en el Senado la propuesta del impuesto a esta bebida que generó una respuesta iracunda en contra por parte de las refresqueras que negaron públicamente la relación der su bebida con la obesidad y la diabetes.
Lo primero que presentan los expertos es la enorme evidencia científica sobre la relación entre el consumo de refrescos, la obesidad y la diabetes. Barry Popkin señala, que con sus diferencias, el refresco es a la diabetes lo que el cigarro al cáncer del pulmón. La cantidad de azúcares concentrados en estas bebidas representan un riesgo enorme, pocos consumidores saben que un refresco de 600 mililitros contiene más de 12 cucharadas cafeteras de azúcar y las refresqueras se encargan de ocultarlo. El Dr. Goran pone el foco en cómo la población mexicana es mucho más susceptible a la diabetes por una mayor presencia del gen PNPLA3 que aumenta la acumulación de grasa en el hígado, situación que desencadena la exportación de grasa al torrente sanguíneo y una serie de reacciones que llevan a la diabetes. Todos los expertos concluyen que la población mexicana debe tener un mayor cuidado en tomar refrescos y todo tipo de bebidas azucaradas por ser más susceptible a sus daños. Ponen el ejemplo de cómo entre personas con una misma dieta y actividad física de raza blanca e hispana, las segundas presentan un riesgo mucho mayor de obesidad y diabetes.
El doctor Goran señaló el daño que significa el consumo de bebidas azucaradas, y más cuando estas están endulzadas con fructuosa (jarabe de maíz de alta fructuosa), en las madres embarazadas. Explica como la fructuosa aumenta en el feto las células grasas dañando su desarrollo. Al escucharlo recordé la infame campaña de Coca Cola donde está una pareja y la mujer embarazada sostiene una Coca Cola. Esta campaña de Coca Cola es una burla de la empresa, demostrando que puede llevar su publicidad a estos extremos sin que COFEPRIS se inmute.
A pregunta de los asistentes sobre el beneficio que tiene educar a los consumidores el doctor Willett respondió que éste es mínimo, que se requiere regular y, entonces si, acompañar la regulación con educación. La educación por sí sola no lleva a nada en medio de un ambiente obesigénico. Comentó algunas experiencias que demostraban como la información sin cambios en el ambiente no tenían ningún resultado, en cambio, cuando se realizan cambios, como quitar estas bebidas de las escuelas, se tienen beneficios. Explicó: “cuando compro un refresco no pago sus consecuencias, quien paga la diabetes es la sociedad en su conjunto”. De ahí que los especialistas concluyan que la medida de poner un impuesto a los refrescos, como la experiencia lo ha demostrado en otros países y regiones, disminuye el consumo de esta bebida y con ello, el riesgo de obesidad y diabetes. Además, los recursos de ese impuesto deben dirigirse a modificar el ambiente obesigénico y como primera medida, a instalar sistemas de purificación de agua para que en las comunidades más pobres y en todas las escuelas del país la población puede beber agua de manera gratuita.
La cruzada contra la obesidad no genera beneficios electorales como los que puede generar la tan necesaria cruzada contra el hambre. La cruzada contra la obesidad que debería ser una sola junto con la cruzada contra el hambre y que debería llamarse “Cruzada Nacional contra la Malnutrición”, no genera beneficios políticos, al contrario, requiere voluntad política para enfrentar los poderes fácticos de las grandes empresas refresqueras y productoras de comida chatarra. Estas empresas gastan millones de pesos cabildeando, haciendo acuerdos con los gobiernos en campañas de “promoción de la salud”, realizando campañas públicas de “maquillaje” para mostrar lo responsables que son, pagando estudios que les favorecen y promoviendo a sus aliados a cargos públicos.
El gobierno federal, hasta el momento, sólo habla de enfrentar la diabetes a través de atención médica, sin embargo, esta atención tan necesaria y justa, no previene la obesidad, no modifica el “ambiente obesigénico” que ha desatado esta pandemia. Las propuestas para modificar este ambiente están ahí, en ellas coinciden la Academia, los organismos internacionales y la sociedad civil. El gobierno es el que no ha coincidido con estas propuestas para defender el interés público, el derecho a la salud y a la alimentación sana y equilibrada: los resultados están en las estadísticas.