Los niños, los jóvenes y las mujeres primero

12/03/2013 - 12:00 am

Han pasado los primeros 100 días de gobierno de la nueva administración federal, una especie de tregua que concede la ciudadanía a los nuevos gobernantes para que estabilicen sus redes políticas y sociales que les permitan llevar a la práctica la estrategia de gobierno que los va a caracterizar y para que decidan las prioridades de impacto de su interés.

No somos nadie para aconsejar a los que van a decidir la vida nacional en los próximos años, pero sí entendemos que no podemos ignorar que van a impactar la vida de todos los mexicanos. Desde la ciudadanía tenemos un número limitado de opciones. Sobre todo en este país en el cual la acción ciudadana, se da a la manera de las explosiones del Popocatépetl: inesperadas, violentas y espectaculares; que asustan a todo el mundo que espera una gran conflagración, una erupción mayor; que prenden los semáforos en amarillo y en rojo, pero que días después se convierten en fumarolas.

Sin embargo, lo cierto es que México no puede continuar así eternamente. Pero mientras se produce la gran transformación que necesitamos, la vida corre, los niños se convierten en jóvenes y en adultos, y los adultos en viejos. Por eso mientras amanece, debemos precisar nosotros, los ciudadanos, cuáles deben ser las prioridades de cualquier gobierno, porque es su responsabilidad, y su obligación, sea cual sea su origen y para eso, para que trabajen, se les paga.

Y nosotros desde la ciudadanía entendemos con toda claridad, que la política es para la vida, y la vida dura sólo mientras duran latiendo los corazones de quienes habitan este país. Es tiempo de que los gobernantes comprendan que el gobierno no es una oportunidad para hacer negocios ni para la vida cortesana, no se les paga para que se regodeen como si fueran aristócratas. Tiempo es que comprendan que este país es una república y que ellos no nacieron sus dueños; por eso están obligados a trabajar para la vida, y que los que viven son los seres humanos, no las corporaciones, ni los monumentos, ni sus compromisos, ni las televisoras, ni las bolsas de valores.

Por eso y por mucho más que se queda en el disco duro, decimos que las prioridades son los niños, los jóvenes y las mujeres. Los niños necesitan ser felices, divertirse, gozar, crecer, sentirse queridos y protegidos del dominio de sus temores y angustias.

Verdaderamente aquí son una minoría los niños que pueden alcanzar esos satisfactores vía sus familias. Las familias fueron disueltas por la globalización neoliberal en su mayoría en este país mandándolas a trabajar todo el día para que puedan sobrevivir, consiguiendo el alimento cotidiano, el techo y los servicios que requieren para amanecer el día siguiente, y los niños quedan a su suerte con sus grandes temores desde que ingresan a primaria. Estos niños en seis años van a ser adolescentes y entonces a las crisis hormonales, económicas y educativas se añadirán los traumas, recuerdos y frustraciones que hayan vivido, y esos niños hoy, jóvenes entonces, serán los reclutas para el sicariato de esos días por venir, y dirán si o no a partir de la felicidad que hoy les proporcionemos. Y de la asistencia en su maduración durante la juventud.

Los jóvenes que hoy cruzan su calvario de los 12 a los 17 años, están abandonados en su epopeya, y su única alternativa es el obreraje o la explotación en empleos informales, donde su límite de crecimiento está muy cercano, y muy poco arriba de donde están actualmente. Entonces, si el horizonte está tan cercano y es tan árido, ¿para qué tanto esfuerzo? Entonces, si a ellos no les damos la esperanza de tener una esperanza, ¿qué clase de país vamos a construir en los próximos seis años? Construir un país es construir a sus jóvenes, quienes el día de mañana serán los adultos al frente del país. Así se hizo en Corea, en Japón, en los Estados Unidos, en Cuba, en la URSS de la postguerra, en Finlandia; y esos son los países que, ideologías aparte, desarrollaron nuevos paradigmas de crecimiento. En cambio en México la discusión sigue siendo si deben o no apoyarse a las grandes empresas para que generen empleos, el impuesto generalizado al IVA, la reforma laboral para los profesores, etc. Y, ¿dónde está la vida del hoy y del mañana?

Los jóvenes son prioridad, son importantes, se deben discriminar proyectos específicos para ellos, se deben desarrollar acciones positivas que equilibren la inequidad con la cual han sido tratados hasta hoy. Abrir perspectivas para la vida de los jóvenes es abrir perspectivas de paz para la vida de la patria. Cerrarles la ventana es empollar violencia más hiperviolencia.

¿Y las mujeres? Si el país está endeudado con algún sector humano, es con las mujeres. ¿Qué sería de esta nación sin ellas? Ya nuestras mujeres mexicanas no tienen nada que ver con aquellas que se asemejaban a la escopeta de los rancheros (siempre cargadas y en un rincón), nuestras mujeres se han modernizado y han irrumpido en la economía y en la política, pero han topado y seguirán topando con la falta de oportunidades a altos niveles. Ellas trabajan y trabajan y los consejos directivos son clubes de machos, adictos al Tafil y al Viagra. Por eso gritamos que las prioridades del país están en los seres humanos quienes construirán o destruirán el país de mañana.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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