Author image

Jorge Alberto Gudiño Hernández

12/01/2019 - 12:02 am

Ojalá funcione

Si la respuesta está en que se han encontrado nuevos mecanismos para vigilar los ductos, entonces surge una nueva pregunta: ¿por qué no los implementaron con el flujo abierto? Supongo, confiado que soy, que la respuesta tiene que ver con asuntos técnicos que no alcanzo a comprender.

“Me preocupa, también, sobra decirlo, el desabasto. Más allá de que parte del problema hayan sido las declaraciones contradictorias y las compras de pánico, lo cierto es que hay largas filas de vehículos buscando llenar sus tanques de gasolina. No es pueril el asunto”. Foto: Artemio Guerra Baz, Cuartoscuro

Soy de quienes creen que terminar con el robo de combustible es algo positivo. Es escandaloso el monto de la gasolina robada en los últimos sexenios. De ahí que no pueda sino apoyar toda medida que permita revertir esta situación. Bienvenido, pues, el esfuerzo.

Ahora bien, no estoy del todo de acuerdo con las formas. Me queda claro que la manera más efectiva, dentro de la inmediatez, para frenar el robo es detener el abasto. Es simple: se robaban el combustible que viajaba por los ductos y, para evitarlo, los han cerrado. Esto, aunque efectivo en un primer momento, no garantiza que siga funcionando cuando restablezcan el flujo: que el robo haya disminuido de forma dramática obedece a que, de momento, no hay nada que robar. La pregunta evidente es qué pasará cuando vuelvan a abrir las llaves. Si la respuesta está en que se han encontrado nuevos mecanismos para vigilar los ductos, entonces surge una nueva pregunta: ¿por qué no los implementaron con el flujo abierto? Supongo, confiado que soy, que la respuesta tiene que ver con asuntos técnicos que no alcanzo a comprender.

El siguiente paso que me preocupa es el de la impartición de justicia. Ésta no debe ser vista sólo como venganza sino como el mecanismo más efectivo para evitar los delitos. Cualesquiera. Es claro que, ante un robo tan sistemático como el que ha sufrido Pemex, son muchos los responsables. Los hay de todos los niveles. Desde los que se desentendieron de los problemas hasta los que consumen combustible robado. Y a todos se les debe castigar. Para eso está la ley, para eso el aparato de justicia. Robaron durante décadas por lo que no basta con que, ahora, se vigile más el proceso de distribución. Los responsables deben ser castigados. Es la mejor forma para disuadir a quien busque hacerlo de nuevo. Supongo, de nuevo desde mi ingenua confianza en el gobierno actual, que hay decenas o centenares de carpetas de investigación que, poco a poco, se traducirán en sentencias para los culpables.

Me preocupa, también, sobra decirlo, el desabasto. Más allá de que parte del problema hayan sido las declaraciones contradictorias y las compras de pánico, lo cierto es que hay largas filas de vehículos buscando llenar sus tanques de gasolina. No es pueril el asunto. Tampoco es problema de las clases altas que quieren preservar sus privilegios al viajar en auto. Es un problema de tráfico, de servicios de transporte público ya colapsados que no podrán atender a millones de usuarios más. También de distribución de productos. Mi confianza, ahora, reside en el plazo para que esto se arregle. No cuento con datos precisos pero supongo que, por cada día que continúe el desabasto, el caos se irá incrementando.
Me preocupa, por último, que el gobierno no haya considerado los factores relacionados con este racionamiento. Las compras de pánico eran evidentes, la falta de suministro también. De poco sirven las palabras o las conferencias de prensa matutinas si miles de personas pierden varias horas de su vida haciendo cola para cargar gasolina o si otras tantas las desperdician por culpa del tráfico creciente por vialidades que, de por sí saturadas, ahora tienen carriles enteros detenidos. Esta falta de consideraciones es, cuando menos, una muestra de que la estrategia no estaba del todo clara desde un principio.

Son, entonces, varios los asuntos complicados. Sin embargo, bien podrían ser un mal menor si, en efecto, se consigue frenar de una vez por todas este negocio ilícito. Ojalá así sea. Sería, cuando menos, el primer gran golpe de timón de este Gobierno. Le daría un enorme bono de confianza que, claro está, pende en la fragilidad de una de sus posibilidades: que el proceso no funcione. Yo, sinceramente, más que por mis filias políticas, espero que sí lo haga. Es algo que nos beneficiaría a todos. Ojalá funcione.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas