Una encuesta sobre hostigamiento y abuso sexual en el deporte mexicano del 2005, evidenció que el 87 por ciento de los atletas encuestados señalaron tocamientos indebidos y sin consentimiento, mientras que el 90.5 por ciento afirmó que recibió una propuesta sexual insistente, y un 16.3 por ciento aceptaron que fueron violentados sexualmente. En la mayoría de los casos estas agresiones son ejercidas por el propio entrenador.
Ciudad de México, 11 de octubre (SinEmbargo).- El entrenador Emiliano Borrell aparentaba ser una persona amable, que no violentaba, recordó Geovanella Fararoni, pesista originaria de Veracruz, e integrante del Instituto Poblano del Deporte, sobre el inicio de su preparación física, momento en que conoció al hombre que más tarde ejercería diversas formas de agresión sobre la joven.
Así inició la primer charla sobre el acoso y abuso sexual en el deporte mexicano, que se llevó a cabo en el programa Sostiene Pereyra, conducido por la periodista de deportes Bety Pereyra, en el canal Sin Embargo Al Aire.
La atleta acusó a Borrell de expresarle cosas que no tenían relación con su entrenamiento como deportista. Además, relató cuando le hizo comentarios sobre la fatiga y la carga acumulada de entrenamiento, que le causaron lesiones. Sin embargo, la respuesta del entrenador fueron amenazas, le dijo que la golpearía si continuaba opinando sobre su trabajo.
Fararoni también acusó a Emiliano Borrell de insinuaciones sexuales, por lo que, incluso, tendría una denuncia penal en su contra por parte de otra compañera de la pesista, situación que también fue del conocimiento de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), que no sancionó el entrenador, pero sí señaló a la veracruzana de indisciplinada.
Además, las autoridades deportivas revictimizaron a las atletas que denunciaron la situación, pues preguntaron si las jóvenes habían provocado el acoso. Incluso, justificaron a Borrell, al decir que en Cuba, de donde éste es originario, “son muy sexuales”, por lo que debían respetar este aspecto.
Por su parte, Charlotte Bradley, Directora de Deporte y Mujer, consideró que el abuso y el acoso sexual en el deporte mexicano es una contante normalizada en este ámbito, en donde las autoridades ignoran las denuncias por estas violencias, y ven como ajena dicha problemática.
Otra de las invitadas fue Azul Almazán, exclavadista olímplica, quien en 2000 denunció que fue víctima de abuso, psicológico, sexual y físico por parte de su entrenador Francisco Rueda, quien se valió de su experiencia profesional para cometer estos abusos.
La atleta recordó que al momento de denunciar los abusos de los que fue víctima, sus padres también fueron señalados por haber permitido que su hija fuese entrenada por Rueda, a lo que Almazán dijo que aunque no había un precedente de una denuncia pública, sí había varios casos similares a los abusos de los que fue víctima, que también resultó en hostigamiento de otros entrenadores y medios de comunicación, los cuales la obligaron a salir del país.
Almazán lamento que a 20 años de denunciar las agresiones que sufrió, su exentrenador no haya recibido un castigo, y en su lugar recibió disculpas, lo que Azul señaló como impunidad, debido al contexto que se vivía en ese momento, en el que no era común que una joven hiciera públicos este tipo de abusos.
Asimismo, consideró que las y los atletas mexicanos no deberían creer que el acoso y hostigamiento sexual dentro de ámbito deportivo es el “precio que deben pagar” para triunfar en alguna disciplina, y en su lugar se debe educar sobre lo que está permitido y lo que no, y las consecuencias de cruzar estos límites.
Pereyra también dio a conocer una encuesta sobre hostigamiento y abuso sexual del 2005, que realizó el Comité Olímpico Mexicano, a través de la Comisión de Mujer y Deporte, que encabezó Bertha Jiménez, en la que se evidenció que de 350 deportistas de alto rendimiento encuestados, del que el 56 por ciento eran mujeres y el 43 por ciento eran hombres, el 87 por ciento acusaron de tocamientos indebidos y sin consentimiento.
Además, el 90.5 por ciento afirmó que recibió una propuesta sexual insistente; el 16.3 por ciento aceptaron que fueron violentados sexualmente; y el 53.9 acusó a su entrenador como el responsable de este acoso, que en la mayoría de los casos tenía lugar en el espacio de entrenamiento