Author image

Jorge Alberto Gudiño Hernández

11/10/2014 - 12:00 am

Quedarse sin palabras

No puedo escribir sobre los hechos que están asolando al país, sobre la tragedia, sobre el dolor.          No puedo escribir porque no sé cómo hacerlo. He leído decenas de columnas y opiniones de especialistas al respecto. Mis palabras no alcanzarían a aportar gran cosa. Apenas su insignificancia. Ésta no se debe sólo a la […]

No puedo escribir sobre los hechos que están asolando al país, sobre la tragedia, sobre el dolor.

         No puedo escribir porque no sé cómo hacerlo. He leído decenas de columnas y opiniones de especialistas al respecto. Mis palabras no alcanzarían a aportar gran cosa. Apenas su insignificancia. Ésta no se debe sólo a la calidad de otras plumas que han encontrado la forma de hablar sobre lo indecible.

         Me gustaría sumar mi voz a la suya pero no puedo. La razón es simple: mis palabras son insignificantes porque no pueden acercarse siquiera al sufrimiento de las víctimas, al dolor de los deudos, al aturdimiento de una sociedad violentada.

         Por eso no puedo escribir sobre Tlatalya o sobre Ayotzinapa. Tampoco sobre los miles de muertos anuales, sobre el terror del narco, sobre la corrupción con víctimas vitales, sobre todas esas personas que ya no están aquí y no eran culpables de nada.

 

Alguna vez leí que nuestro presente no era sólo ese instante en el que vivimos, ni siquiera nuestra conciencia del ahora, que es mucho más amplia que un simple momento. Además de esta conciencia, acarreamos todo lo vivido. El pasado se adiciona a quienes somos ahora: somos la suma de lo que hemos sido. Más aún, también añadimos nuestra visión de lo que está por venir. Es esa esperanza vital la que permite que el presente sea llevadero, que tenga algo de sentido.

         Tal vez por eso no dudamos en convencernos de que las cosas van a mejorar pronto, que México será un país próspero, que se terminará la delincuencia, la impunidad, la injusticia. Tal vez por eso esperamos, engañándonos, a que la idea que tenemos del futuro se convierta en realidad.

         El problema es que ese futuro cada día se vuelve más aciago. Tanto, que a diario va lastrando nuestro presente. Ya lo he dicho: el ahora está lleno de expectativas. Y, en este país, dichas expectativas no son nada halagüeñas.

 

Así pues, me he quedado sin palabras. Me gusta pensar que, en otra circunstancia, éstas me ayudarán a reconstruir el futuro imaginado. Pero por ahora no puedo ser optimista. Usted disculpe: en verdad no puedo escribir.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas