22 piernas y otras metidas de pata

11/10/2013 - 12:00 am

El desánimo es directamente proporcional a la expectativa. El gran reto que tiene el gobierno de Enrique Peña Nieto es alentar a un país deprimido. La expectativa de crecimiento económico ha sido corregida a la baja en tres ocasiones en este año, y la confianza del consumidor cae como gordo en tobogán. El golpe anímico ha sido terrible: las empresas y las familias se prepararon para crecer y la falta de liquidez y desempleo han dejado a millones de mexicanos embarcados. No es un problema de desgaste de la figura presidencial. No había duda de que el bono de la alternancia iba a durar poco, pues los fenómenos políticos tienen ciclos cada vez más cortos. Lo que no estaba en el guión era que llegáramos al momento de las grandes definiciones de las reformas, a los 120 días cruciales para cambiar a México que anunció el Presidente en su informe, con una debilidad que no tiene que ver el andamiaje institucional sino con el desánimo generalizado por la caída de las expectativas.

Miguel de la Madrid y Felipe Calderón tienen fama de haber sido los presidentes de la mala suerte. Nada les salía bien, y cuando algo comenzaba a caminar la naturaleza o un accidente se encargó de ponerlos de regreso en el hoyo. La situación de Peña no está lejos de eso. Gran parte de los problemas han sido autogenerados: la profundización de la parálisis económica tiene que ver con un exceso de control por parte de la Secretaría de Hacienda que paralizó al país, y los problemas políticos, las autodefensas y la inseguridad tienen su origen de la falta de operación de la Secretaría de Gobernación, pero ni las inundaciones ni la parálisis del gobierno estadounidense, que terminaron por complicar el escenario, estaban en el guión.

En este contexto, el partido de futbol de esta noche contra Panamá adquiere una dimensión totalmente distinta. No es un partido más; si Panamá saca el empate (cosa que no es difícil considerando que en el Azteca México no ha ganado en la eliminatoria) prácticamente estamos fuera del Mundial de Brasil 2014. No ir al Mundial es una mala noticia para 10 o 15 empresas, pero es un fracaso que pegaría muy fuerte en el ánimo nacional. Parece una tontería, pero no lo es.

Racionalmente no tiene sentido poner la autoestima y la expectativa de 110 millones de mexicanos en 22 piernas, pero merced a las otras metidas de pata, lo que pase esta noche en el estadio Azteca afectará sin duda al ánimo nacional. El futbol no es importante, pero lo que genera sí que lo es.

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