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Julieta Cardona

11/07/2015 - 12:00 am

Lascivia, culpa, insomnio y amor en un libro

Soy infiel porque me gusta sentirme deseada; me gusta cuando un hombre me contempla con esa mirada nueva y estimulante; me gusta saber que puedo seducir. Esas que sugieren pulsión sexual para después darte una puñalada en el corazón, son palabras de Magdalena, y estas también –que, admito, quisiera que fueran mías–: después del sexo […]

"Prohibido" por David Herrera (@dondeestadavid)
«Prohibido» por David Herrera (@dondeestadavid)

Soy infiel porque me gusta sentirme deseada; me gusta cuando un hombre me contempla con esa mirada nueva y estimulante; me gusta saber que puedo seducir. Esas que sugieren pulsión sexual para después darte una puñalada en el corazón, son palabras de Magdalena, y estas también –que, admito, quisiera que fueran mías–: después del sexo los hombres siempre preguntan si te gustó, qué necedad. No saben que siempre responderemos que sí y que, por supuesto, estaremos mintiendo. Los hombres dicen de un modo transparente con sus acciones lo que no dicen con palabras, sobre todo después de eyacular.

Magdalena es, a mi gusto, el personaje más provocador que hasta ahora ha creado Alma Delia Delia Murillo en Las noches habitadas, su primera novela producto de un doloroso parto llamado Escritura, dicho con palabras de ella misma.

Si usted googlea “Las noches habitadas”, se encontrará librerías distribuidoras, reseñas, videos, entrevistas y más, que exponen buenas razones para leer la novela. Por supuesto, está la otra parte, es decir, la contracara que no aplaude, y aquí está mi nota al pie: que una mujer tan sensible, perspicaz y docta como Alma Delia sea llamada “simplona”, habla bajo de sus detractores, no de ella. Pero volvamos a lo nuestro; yo, por ahora, tengo algunas buenas razones para sugerir la lectura (y asumiendo que mi deseo por casarme con la escritora no cuenta como razón, ¿o sí, o no, o sí?):

a) he regalado el libro 4 veces, lo he recomendado 11 más y he tenido agradecimientos postlectura sin una sola queja;

b) es difícil encontrar actualmente una buena pluma que agarre al sexo y al fornicio por los cuernos:

«Se frotaron el clítoris, lo succionaron, lo mordieron; se entregaron una a la otra con una mezcla de dolor y gozo tan ilimitada que sus gritos sonaron más animales que humanos. (…) Fue una larga y breve noche de remanso, de tregua; una noche que Magdalena recibió de la vida como un generoso regalo que le permitió multiplicarse, sentirse lúbrica y oronda, criatura de una rara galaxia vibrante.

Llevaban ya más de una hora tirados en el piso de la biblioteca besándose y frotando sus cuerpos; el miembro erecto de Adrián tallándose contra su pubis había terminado por convencerla de quitarse los jeans y el calzón; él ya estaba desnudo; aún así evitaron el coito durante unos minutos hasta que no pudieron contenerse más y la penetró temblando de deseo.

No hablaron más pero la respiración de ambos se fue volviendo densa y la verga comenzó a hincharse lentamente (…) y así, de espaldas a José Manuel, sin detenerse a pensar cómo, buscó el pene, lo sujetó fuerte con la mano y se lo introdujo en la vagina.»;

c) es una novela que se trata de vínculos y los vínculos son el eje de cualquier historia: en la novela se describe de una manera pornográfica cómo se relaciona la gente y es un morbo en forma de gozada;

d) ningún personaje es un arquetipo en sí mismo y digamos que los lugares comunes están vistos desde otro lugar: el deseo de muerte se aprecia compasivo, no lastimoso; el incesto a partir del amor, no del abuso; la mujer cabrona, exitosa y hermosa es profundamente sensible y la adolescente es una gordita adorable y atormentada que jamás resulta ser un pain in the ass.

Los invito a salir de casa, a ir por la novela una vez que la hayan googleado, a disfrutar un par de noches habitadas y sentir la nostalgia que se siente solo cuando termina de leerse un libro que ha calado hondo, muy hondo.

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