CRÓNICA DE UNA SUCESIÓN ANUNCIADA

11/07/2011 - 12:00 am

La escena que se vio el pasado 3 de julio, cuando Rubén Moreira anunció su triunfo en la gubernatura de Coahuila, no es sino un capítulo más de la obra que se comenzó a escribir seis años atrás, cuando su hermano Humberto, actual presidente nacional del PRI, se convirtió en gobernador del estado.

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Humberto Moreira llegó a la delegación Coahuila del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), en el no tan lejano 1994, y colocó los cimientos sobre los que construirían su carrera política, que comenzó a despuntar cuando, en 1999, fue designado Secretario de Educación del estado. Desde entonces la obra de la familia Moreira no se ha detenido.

Rubén, el hermano mayor de los Moreira, siempre se mantuvo “detrás del telón”. Cuando Humberto se convirtió en gobernador de Coahuila, el asesor, estratega y publicista de la familia ya lo esperaba en la estratégica Subsecretaría de Gobierno, puesto en el cual lo ubicó Enrique Martínez y Martínez. Desde allí comenzó a tomar las riendas de la agenda estatal.

 

Candidato a gobernador en tres actos

Primer acto. En noviembre de 2008 Rubén Moreira dio un paso más en el camino para conquistar la gobernatura: fue electo Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI. Desde su discurso inicial dejó claro cuál era ese camino.

“Vamos a ganar porque somos más, nadie nos va a parar, el que se nos atraviese, lo tumbamos, lo aplastamos”, dijo cuando tomó protesta, en noviembre de 2008 en la capital coahuilense.

El escritor y periodista Alfredo García escribió entonces en Semanario, suplemento del periódico local Vanguardia: “En su calidad de dirigente estatal del PRI, (Rubén) puede recorrer Coahuila a sus anchas, y no sólo en temporada electoral. Como hermano del Gobernador, pero sobre todo por méritos propios, tiene una presencia mediática cotidiana”.

Y es que la presencia mediática es también una característica del moreirismo “una vertiente mediática persiste, mucha inversión en medios que conquistó, incluso, a los medios más críticos del estado”, explica el catedrático Carlos Nava, politólogo de la Universidad Autónoma de Coahuila.

 

Segundo acto. Si bien la presidencia estatal del PRI permitió a Rubén avanzar un paso más en sus aspiraciones, requería aún conseguir el triunfo en un cargo de elección popular si quería ser candidato a gobernador en el 2011, pues los estatutos de su partido exigen tal requisito. El columnista lagunero Gerardo Hernández, retrató así las opciones en un artículo publicado en 2008:

“Ser candidato a diputado federal o postularse para alcalde. Ambas elecciones serán el año entrante; la primera en julio y la segunda en octubre. Sin embargo, la que menos ruido provocaría, en virtud del nepotismo, es la número uno. En la cámara baja le sería más útil al estado y a su hermano”.

 

Tercer acto. Finalmente, en julio de 2009, Rubén Moreira, fue electo diputado Federal, puesto en el que permaneció apenas un año y que también le permitió verter la atención mediática sobre él.

Entonces ya era un fuerte rumor que Rubén sería el sucesor de su hermano. El Sol de la Laguna publicó por esos días: “El augurio es que, salvo imponderables, Rubén Moreira Valdez sea el próximo gobernador de Coahuila. Aunque para algunos pueda parecer demasiado pronto que se hable de la próxima elección para gobernador…”

Durante su corto periodo como diputado federal protagonizó la escena en la que escoltó a Julio César Godoy para que tomara protesta como diputado (y obtuviera con ello la protección del fuero constitucional), no obstante que fue acusado de nexos con el narcotráfico. En Coahuila poca tinta corrió al respecto.

Una vez conquistados todos los requisitos, en diciembre de 2010, pidió licencia para contender por el puesto que su hermano, Humberto, dejó unas semanas después.

 

Los personajes secundarios

Preparar el camino para Rubén implicó, desde un principio, sacar del mapa a los suspirantes. Al margen de los Moreira había en Coahuila, en 2008, un grupo de políticos pensando en sus propias aspiraciones que los hermanos terminaron por desaparecer.

Alfredo García Valdez publicó en Semanario: “En torno al Gobernador, como todos sabemos, existe un grupo de personalidades políticas que, al tiempo que lo sirven, tejen un tramado de intereses particulares (…) Cada uno de estos personajes representa un núcleo de poder regional, pero que no puede desarrollarse y extenderse, salvo una excepción, a todo el estado”.

Así, los Moreira se encargaron de quitar de la jugada a  piezas claves y prósperos empresarios como Jesús María Ramón, ahora senador; Javier Guerrero, quien desde que dejó la diputación federal desapreció del mapa político; Hugo Martínez, quien continúa en el Congreso Federal; Fernando de las Fuentes, diputado local y ex alcalde de Saltillo…

También desaparecerían del mapa el ex gobernador Enrique Martínez y Martínez; Raúl Sifuentes Guerrero, ex secretario de Gobierno; Oscar Pimentel, ex alcalde de Saltillo, y Alejandro Gutiérrez, precandidato a la gubernatura y diputado federal, entre muchos otros priístas “de la vieja guardia”.

La reforma electoral

La legislación electoral constituye uno de los pilares de la estrategia política de los Moreira y eso se nota: en los cinco años en que Humberto Moreira estuvo al frente del Poder Ejecutivo de Coahuila impulsó tres reformas electorales, cada una de ellas previa a los comicios realizados para renovar el Congreso (2008), los 38 ayuntamientos (2009) y los poderes Ejecutivo y Legislativo (2011).

La primera reforma, realizada en 2007, se limitó a introducir modificaciones en las tres leyes que, por separado, regulaban los procesos electorales en Coahuila. Las dos reformas siguientes (2008 y 2010) implicaron, en cada caso, la creación de un nuevo Código Electoral.

Las constantes modificaciones en las reglas comiciales coahuilenses, implican que los procesos electorales realizados en los últimos cinco años se han organizado con normas distintas para cada ocasión e incluso el surgimiento de reglas que han sido derogadas sin haberse estrenado siquiera.

Esto último ocurrió, por ejemplo, con la disposición que incrementó, en 2008, a cuatro años el periodo de los diputados locales pero que nunca se aplicó porque en 2010, cuando se expidió un nuevo Código Electoral, se restauró la regla anterior que establece un periodo de tres años para dicho cargo.

Partidos de casa

Coahuila es un estado atípico en materia de participación política pues cuenta con tres partidos locales: Unidad Democrática de Coahuila, Partido Primero Coahuila y el Partido Socialdemócrata de Coahuila, los últimos dos surgieron en el último proceso electoral y, aliándose con el PRI, tendrán una mayor representación que algunos partidos nacionales.

De acuerdo con los resultados del 3 de julio pasado, el PRI y sus aliados (Partido Verde, Nueva Alianza, Primero Coahuila y Partido Socialdemócrata de Coahuila) tendrán 22 de los 25 asientos de la próxima Legislatura. La Coalición PAN-UDC, aunque consiguió el 36% de los votos, sólo tendrá tres diputados. PRD, PT y Convergencia quedarán fuera del congreso.

 

La conquista de La Laguna

Conquistar La Laguna, una zona históricamente panista, era otra estrategia si los Moreira querían extender su dominio a todo el territorio coahuilense. Para ello crearon, en 2006, la Secretaría de Desarrollo Regional de la Laguna, una sucursal del palacio de gobierno que se convirtió en la cabeza de playa del moreirismo en la Laguna.

En el artículo “Las Fronteras del Poder en Coahuila”, Alfredo García definió así esta instancia: “Funciona, a final de cuentas, como una frontera de cristal —Carlos Fuentes dixit— que delimita a La Laguna y la aísla de las ambiciones políticas de los demás titulares de las secretarías de estado que integran el gabinete moreirista. Todos ellos tienen autoridad y movilidad en el territorio general del estado, pero la supersecretaría, con su significado político y sus recursos económicos propios, los frena”.

A fin de cuentas, esta secretaría se convirtió en clave para el moreirismo. Por un lado, convirtió a Eduardo Olmos, el primer titular de esta dependencia, en diputado local primero y presidente municipal de Torreón después. El triunfo contundente obtenido en las elecciones de alcalde en el 2009 fue el preámbulo para el triunfo de Rubén el domingo 3 de julio.

 

El estilo Moreira

Para Carlos Nava, politólogo de la Universidad Autónoma de Coahuila, el estilo de los Moreira no es más que la versión mejorada del PRI clásico: “Es el modelo neosalinista,  es el modelo salinista del siglo XXI y funciona”, manifiesta.

“Funciona porque tienen mucha eficacia a nivel de bases sociales. Como la marginación se ha acrecentado en los últimos años, hay un campo muy fértil para gestionar programas, operarlo y gestionar bases clientelares”, agrega el politólogo.

El estilo Moreira se caracteriza, además, por su alta concentración del poder tanto a nivel legislativo, ejecutivo y judicial, por eso era tan importante conseguir, en 2008, el dominio en el Congreso y repetirlo en las elecciones del domingo pasado. “El estilo Moreira es además muy eficiente, de mucho cálculo y fortalecimiento de las bases”, explica Carlos Nava.

Durante la administración de Humberto Moreira se encargaron de fortalecer las bases clientelares. Así surgió la marca Moreira impresa desde en los uniformes escolares hasta en condones y farmacias, acompañados por frases como “el profe nos cuida”.

 

El destape de la cloaca

En 2010, cuando Rubén se convirtió en precandidato a la gubernatura del estado, el sistema priísta ya había construido un esquema para que nada lo impidiera, por eso la oposición no tuvo más remedio que destapar la cloaca.

El 13 de junio de este año el diario Reforma publicó una investigación en la que cuestiona que Vicente Chaires, la mano derecha de Humberto, se convirtió en pocos años en empresario exitoso, dueño de concesiones de radio y de empresas texanas. A la publicación le siguió la denuncia que presentaron los diputados panistas Federico Döring y Rubén Camarillo.

A los pocos días comenzó a circular en la red el video “Humberto y Rubén Moreira, el rostro oculto de la corrupción” en el que se da a conocer el enriquecimiento inexplicable de varios de los colaboradores cercanos al ahora Presidente Nacional del PRI.

El tema no concluyó ahí: los panistas denunciaron la presunta falsificación de información oficial para solicitar créditos de deuda pública a instituciones bancarias privadas, según documentos de la Secretaría de Administración Tributaria que encabeza Javier Villarreal, involucrado en las denuncias de enriquecimiento ilícito.

 

El último acto

Una oposición históricamente débil en Coahuila, explica el politólogo Carlos Nava, “y una enorme base política clientelar”, finalmente ayudaron a concluir la obra maestra que los Moreira estrenaron el domingo en Coahuila.

Ese día el Partido Revolucionario Institucional coronó el trabajo que tan bien conoce. La participación ciudadana alcanzó uno de sus más altos niveles, poco más del 61 por ciento. “Fue un proceso histórico –expresó Nelli Herrera, representante de Alianza Cívica en el estado–, pero por sucio e inequitativo”. Sin mucho estruendo Rubén Moreira anunció ese mismo día su triunfo.

“Lo que viene es una política de continuidad –explica Carlos Nava– pero creo que con un componente de mayor fuerza a nivel de operación político electoral y de gestión de gobierno. Va a seguir la misma intensidad de control, el mismo esquema porque entiendo que el asunto no es ganar, es el predominio completo del estado. Viene ahora un clan Moreira más fuerte y mejor recargada para un eventual ejercicio de gobierno”.

Y aunque los sucesos del domingo 3 de julio parecieran el acto final de una obra perfectamente montada, no son pocas las voces que advierten que esta historia apenas comienza…

 

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