#Independientes: el sistema se agrieta

11/06/2015 - 12:02 am

El domingo pasado hubo elecciones y las conclusiones generales de políticos, analistas y líderes de opinión alcanzan ya cierto consenso: el PRI conserva la mayoría en la cámara gracias a la alianza de facto con el PVEM y el PANAL, lo que le dará el margen de maniobra necesario para la segunda mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, lo logra cada vez de manera más sucia (los tuits de los artistas a favor del partido “Verde” ofendieron a todo el mundo y, de tan burda la estrategia, fueron noticia internacional).

Además, la reactivación de la evaluación magisterial tras el fallo de poder judicial vuelve a evidenciar el juego político del Gobierno Federal. En este contexto, lejos de mejorar, la credibilidad del Presidente Peña Nieto seguirá por los suelos.

Por otro lado, el PAN sigue perdiendo electores. Los ciudadanos no le perdonan sus 12 años de ineficacia, así como los escándalos de moches y corrupción: la frase común que los define es “salieron iguales que los priístas”.

De la izquierda ni hablamos, el PRD termina casi en empate con MORENA, un nuevo partido que nace fortalecido, que ya tiene candidato presidencial para 2018 –obviamente Andrés Manuel López Obrador– y que terminó de pulverizar a eso que se dice “la izquierda” mexicana. Aquella que si estuviera unida sería la segunda fuerza política de este país.

Los partidos chiquitos pues… seguirán siendo muy buenos negocios personales y cotos de poder de un puñado de caciques. Un negocio que, por cierto, pagamos los ciudadanos.

Pero sin duda, la mejor sorpresa en la elección del 7 de junio fueron los resultados de las candidaturas independientes y que dejan lecciones para reflexionar.

Primero, esas candidaturas tienen nombre y apellido: Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, futuro Gobernador de Nuevo León, Manuel Clouthier Carrillo, quien sería el primer Diputado independiente del país por Sinaloa y Pedro Kumamoto, futuro Diputado Local en Jalisco.

Si bien son apenas tres ganadores de más de 2,000 puestos de elección, la relevancia de las regiones dónde ganaron y la dinámica con la que dichas victorias se produjeron implican consideraciones más profundas.

“El Bronco” se lleva Nuevo León, uno de los estados más poderosos y ricos del país, cuna de la élite empresarial mexicana y un actor de peso en la política nacional. Manuel Clouthier, uno de los principales impulsores de esta figura vía el litigio, le gana a Ricardo Hernández (hijo del Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado de Sinaloa, Jesús Enrique Hernández Chávez), en el Distrito más urbano de Culiacán, la capital sinaloense. Y Pedro Kumamoto, un joven de ascendencia japonesa que realizó una campaña fresca e innovadora con un mínimo de dinero, pero que logró conectar con la sociedad, será diputado local en Jalisco, otro de los estados más importantes del país.

Las victorias se dan en los tres niveles de gobierno y en los dos poderes en juego: en el nivel federal con una diputación, en el poder Ejecutivo con una gubernatura y en el nivel Local también con una diputación. Lo qué significa que la figura puede ser competitiva en todos los niveles y, además, nos dejará la oportunidad para ver el accionar de estos personajes a todo lo largo de la jerarquía política. Podremos entonces valorar su capacidad de maniobra y nivel de influencia, sobre todo con un aspecto diferenciador: ¿cómo operarán sin el peso de una estructura partidista encima?,  ¿serán capaces de hacer alianzas?, ¿definirán agenda?

En ese sentido los ganadores por la vía independiente tienen la responsabilidad de ser agradecidos con la oportunidad que la sociedad les brinda para demostrar que son diferentes, así como el compromiso de cumplir sus promesas y honrar sus trayectorias personales.

En una elección marcada por el abstencionismo, un voto nulo significativo y con resultados muy parejos en lo general, los márgenes tan altos con los que los tres candidatos independientes se alzaron con la victoria nos deja también un aprendizaje: los ciudadanos votaron copiosamente por la personas y no por sus estructuras.

En un ambiente político de hartazgo y enojo por el estancamiento económico, la inseguridad y el desempleo, los ciudadanos decidieron creer y confiar en líderes de carne y hueso con prestigio de trabajo y honestidad. En los tres casos, los ciudadanos decidieron darle la espalda a los partidos que postularon figuras sin credibilidad ni peso social, pero sobre todo, decidieron abandonar a candidatos manchados por la corrupción y la deshonestidad.

Sin duda esa me parece una de las mayores lecciones de la jornada anterior: allí dónde había un candidato independiente competitivo y con prestigio personal, los ciudadanos vieron la oportunidad para dejar de escoger al menos peor. Salieron a votar y la aprovecharon.

Por último, en este escenario me gusta usar la analogía de la grieta. Es decir, que allí donde tenemos un sistema político que se perpetúa en el poder a través de la corrupción y el nepotismo, los ciudadanos tenemos siempre una oportunidad para generar cambios. Evidentemente no se logra de un día para otro, sino que la sociedad civil organizada va encontrando pequeños resquicios y espacios para introducirse desde afuera al sistema. La lección es simple pero poderosa: el Sistema no es un ente monolítico todopoderoso e invencible, sino que puede agrietarse.

En Sinaloa, Jalisco y Nuevo León no podrían entenderse los triunfos de los candidatos independientes sin el empuje y la actividad de líderes y organizaciones de la sociedad civil que llevan muchos trabajando en la construcción de conciencia y participación ciudadana para generar contrapesos a los poderes locales. No me detengo aquí en los nombres porque son numerosas y diversas.

De modo que los triunfos de Jaime Rodríguez, Manuel Clouthier y Pedro Kumamoto son triunfos colectivos compartidos entre los candidatos que decidieron poner su liderazgo al servicio de los ciudadanos; y la sociedad que decidió darles su voto de confianza desde el primer momento con la recolección de firmas de apoyo, y posteriormente, durante la etapa de las campañas con el involucramiento como voluntarios, la realización de donativos y hasta organizar reuniones, juntas y encuentros con diversos sectores de la población para que los electores conocieran mejor a sus candidatos.

Esas son otras maneras de hacer campaña, maneras más cercanas a la gente en sus casas, las calles y centros de trabajo. Maneras que implican un arduo trabajo, pero que pueden darse el lujo de prescindir de los spots y de las “coberturas favorables” en medios, como el caso de Jaime Rodríguez. Maneras que apostaron por hablarle de frente a la gente a través de las redes sociales, como lo hicieron Clouthier y Kumamoto.

¡Una viñeta! Los partidos tienen todavía más que aprender: si no empiezan a postular candidatos de reconocida transparencia y probidad corren el riesgo de seguir perdiendo. Si no aprenden a hacer campaña de cara a las ciudadanos, con transparencia y sin despilfarro de dinero, tendrán que recurrir, como hasta ahora lo hacen, a la cooptación y el reparto de dádivas que ya vieron, no siempre alcanza.

Cierro.

El Poder no está contento. El Sistema se agrieta. El 7 de junio los independientes arrebataron espacios importantes del poder político local y nacional al sistema de partidos. Nada ha cambiado en los hechos aún, pero junto a los ciudadanos, los independientes abrieron una ventana y corrieron la cortina del miedo para que los mexicanos puedan ver otro México a través de ella: un México del “sí se puede”, un México con otro futuro. Esa ventana nos permite imaginar que ese otro México es posible y que no queda tan lejos. Esa ventana nos dice que podemos abrir la puerta.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.
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