Proteger a las niñas

11/02/2013 - 12:02 am

Entre los horrores cotidianos en el espectro informativo, la noticia de la niña de nueve años que dio a luz a finales de enero en un hospital de Zapopan, Jalisco y que fue ampliamente difundida la semana pasada ha causado revuelo y todo tipo de reacciones en la opinión pública, escándalo, indignación, preocupación, alerta y morbo. Sin embargo, la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) ha señalado que este no es un caso excepcional y aportó la cifra de que en 2011 en el país 11,512 niñas de entre 10 y 14 años de edad registraron al menos a un hijo, de las cuales 318 tenían 10 años de edad al dar a luz.

Es una realidad aberrante que nos llama la atención sobre la desprotección y vulnerabilidad en la que viven miles de niñas y adolescentes en México. La inquietante cifra basada en los registros de nacimientos no desagrega información sobre la situación socioeconómica de las niñas-mamás, origen étnico ni sobre la situación de discapacidad que pudieran tener algunas de ellas. Si agrandáramos la lupa para ver estos criterios de información estaríamos ante un panorama aún más preocupante.

Se ha vuelto común la sentencia de que las mujeres y niñas que son indígenas, pobres y además tienen una discapacidad se enfrentan a una triple discriminación. Es una realidad confirmada en estudios que ha llevado a cabo el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y que ya no nos asombra, pero debería incluso indignarnos. Si aceptamos la falta de educación sexual como una de las causas que propician los embarazos a temprana edad, esto se agrava en el caso de niñas en condición de discapacidad, pues en general no se toman medidas para prevenir un abuso en su contra, a pesar de su vulnerabilidad, porque no son reconocidas como personas capaces de ejercer su sexualidad.

No siendo un caso aislado, lo ocurrido en Jalisco es una noticia de gran impacto en los medios aderezada con las revelaciones que ha hecho la Procuraduría de Justicia del Estado y la información revelada por autoridades médicas: que si no tendría nueve sino 12 años, que si no existió un “novio” de 17 años sino que el bebé sería hijo del padrastro, que si le colocaron un implante anticonceptivo subcutáneo, la dirección de la familia en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, su nombre, en fin, datos personales e información que la hacen víctima dos veces: la primera por el abuso sexual, como lo explica la Red: “en cualquier tipo de relación sexual con personas menores de edad, media una relación de poder y es considerada como un abuso sexual”, y la segunda por la invasión a su intimidad y la violación a su derecho a la privacidad.

De nuevo es una organización civil la que advierte sobre esta inaceptable revictimización, la que alerta sobre un problema de salud pública que no está siendo debidamente atendido.

La Red por los Derechos de la Infancia en México está exigiendo al gobierno federal y al estado de Jalisco sancionar a los funcionarios responsables de la violación de derechos de la niña y  reconocer los vacíos institucionales que existen en el país para prevenir y atender el embarazo adolescente, “especialmente en aquellas niñas de sectores sociales más vulnerados en el ejercicio de sus derechos”. Entre estos sectores están la población con discapacidad. La Red también hace un llamado para construir un sistema nacional que garantice los derechos de la infancia. Es el año 2013, vivimos la era digital, la revolución tecnológica, y no contamos con uno.

Para algo debe servir el ruido mediático en torno al caso de esta niña-mamá, sobre todo para pasar del escándalo a la acción y colocar el tema de la protección a la infancia y la educación sexual en los primeros lugares de la agenda social, considerando a todos los sectores de la población. Como sociedad tenemos que asumir el compromiso de eliminar o al menos reducir el riesgo de abusos sexuales contra menores de edad, así como los embarazos pediátricos, permítanme el término, porque una sociedad que no es capaz de  proteger a sus integrantes más frágiles está más cerca de la barbarie que de la civilización.

Libertad Hernández / dis-capacidad.com
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