Takuhiro Nakai, japonés de nueve años, llega al Real Madrid: el equipo tiene la ilusión de encontrar al nuevo “Messi”

10/10/2013 - 12:00 am
Foto: realmadrid.com
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Ciudad de México, 10 de octubre (SinEmbargo).– Un niño domina la pelota como si se tratara de una extensión de sus piernas. Una cámara lo capta mientras hace lo suyo. En la parte de abajo, letras japonesas amarillas acompañan al relator que emocionado grita. Takuhiro Nakai tiene siete años y está vestido como un jugador del Barca. De hecho, duerme con esos colores blaugranas que se han sabido posicionar en cada rincón del mundo por lo que han hecho dentro del rectángulo verde. Un pequeño aficionado culé, quiere ser como Messi y jugar en la Masia, pero el dinero diría otra cosa.

El FC Barcelona tiene cientos de escuelas de formación alrededor del mundo. Como un filtro serio, se van descartando aquellos que no tengan la altura futbolística para llegar a suelo condal. En una de esos centros de aprendizaje, Nakai fue descubierto por visores que llevan información directo al Real Madrid. El niño amante de todo lo blaugrana, con Messi en sus sueños, terminaría fichando dos años después de aquella presentación televisiva, por el cuadro merengue. Como si de una computadora se tratara, el blanco ahora ocupa el lugar que antes tenía todo lo blaugrana.

Hace unas semanas, el periodismo deportivo estadounidense le dedicó más espacio del acostumbrado al soccer. Un niño de 11 años que había estado a prueba en Valdebebas, llegaba a la filosofía del Real Madrid con un talento precoz que se esperaba curtir bajo el cielo madrileño. Joshua Pynadath también tuvo un pequeño pasado culé cuando visitó La Masia para hacer una prueba. Al final terminaría eligiendo la institución que preside Florentino Pérez. Este fin de semana, el alevín B merengue, podría ver debutar a “Pipi”, como le dicen a Takuhiro.

Foto: youtube.com
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Con el argumento de lucha deportiva, el Real Madrid sueña con captar una perla a la altura de Messi. El FC Barcelona tuvo suerte aquel verano del 2000 cuando Lionel y su padre llegaron a Barcelona para realizar una prueba de una semana. En tan solo un partido convenció a todos del talento que tenía en los pies. El ganador de cuatro balones de oro, es la bandera del club catalán que defiende su filosofía de formador de talento. En la Casa Blanca, acostumbrados a soltar billetazos en pos de lo que desean, anhelan correr con la misma suerte que su archirrival.

La ferviente necesidad de los grandes clubes de Europa por encontrar al “nuevo Messi”, ha traído discursos en contra de estas medidas desde el punto de vista laboral. Un niño firmando un contrato, es algo que a muchas organizaciones les provoca molestia. La forma de emplear estas redes para captar nuevos talentos, tienen distintas posturas en contra. El club Merengue, sabe del poderío que implica su solo nombre. Al igual que Lionel, a Pipi se le ha contratado con todo y sus padres que de inmediato tienen puestos laborales. Todo con la esperanza de que ese dominio de balón se transforme en un futuro prometedor.

La sensación provocada por el talento precoz de niños que son fichados para grandes equipos europeos, sigue dejando claro la obsesión que se tiene por construir una de esas historias llenas de sentido de pertenencia. El norteamericano Pynadath  y el japonés Pipi, tienen desde ahora, mucho antes de la difícil adolescencia, la carga pesada de cumplir con las expectativas generadas desde algo intangible. La mera ilusión por emular lo que el Barca se encontró a las puertas del nuevo siglo, provoca cambios de residencia, de trabajo y de colores.

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