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Álvaro Delgado Gómez

10/09/2024 - 12:05 am

Las hordas violentas de Claudio X.

“El Claudio X. González de esos años es el mismo Claudio X. González de ahora, con el mismo discurso de violencia y de odio”.

Además de corruptos, mentirosos e hipócritas, hay mexicanos de derecha que son muy violentos. Y ante tantas derrotas políticas, electorales y culturales, están actuado como los fachas de todo el mundo: Insultan, agreden, destruyen y hasta llaman a matar.

Sí, se ha convocado a asesinar a legisladores que voten a favor de la reforma al Poder Judicial de la Federación. ¿Linchar no significa ejecutar o matar sin proceso? Esto fue a lo que llamó la senadora del PAN María de Jesús Díaz Marmolejo, alias “La Chuya”.

No hay espacio para la interpretación a lo que textualmente convocó la senadora del PRIAN de Aguascalientes: “Es como para que al güey que (no) vote en contra, lo linchen al pendejo. Es en serio, así como es, y sí como soy yo de mal hablada, que lo agarren a chingadazos y que le den con todo al güey que no vote en contra de esta reforma”.

Más que los delitos que puedan configurarse con esta incitación pública de la senadora (lo de menos es que sea mal hablada), lo relevante es que va escalando la violencia de la derecha en la medida en que acumula derrotas.

El llamado de “La Chuya” a la violencia homicida de sus propios compañeros senadores debería concitar el repudio general, empezando por sus propios jefes y apoyadores del PRIAN y de los medios, pero el silencio de todos éstos revela que así piensan también. ¿Y los intelectuales “liberales”? Avalan, porque están envenenados.

La incitación violenta de “La Chuya” no es fortuita ni nueva. Aguascalientes fue el único estado de la República que voto en su mayoría a favor de Xóchitl Gálvez, y con apenas tres puntos de diferencia sobre Claudia Sheinbaum, y la senadora ni siquiera lo es de mayoría: Le regaló el cargo Marko Cortés en los trastupijes con Teresa Jiménez, la gobernadora de los “moches”.

La derecha, que está en minoría aun cuando se haya consolidado en el Congreso el combo McPRIAN con el partido político Movimiento Ciudadano, ha exhibido otras facetas de la violencia, la más reciente fue este domingo 8, en la marcha del PRIAN, que fue del Ángel de la Independencia al Senado.

Un grupo de manifestantes, varios de ellos adultos mayores, arrancaron con violencia la gigantesca manta fijada en las vallas de acero que rodean la Glorieta del Ahuehuete, que decía: “Los jóvenes sí queremos la reforma”. No sólo eso: Agredieron, con rostros descompuestos, a quienes videogrababan lo que fue un acto primitivo, contrario a la libertad de expresión.

Antes, el 29 de mayo, en la marcha convocada por la derecha de Claudio X. González para defender al Poder Judicial y a la ministra Norma Piña, un grupo de manifestantes agredió a golpes a quienes mantenían un plantón afuera de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

Con las consignas de “¡La Corte no se toca!”, “¡Todos somos Piña!” y “¡Fuera López!”, numerosos sujetos vestidos de blanco arrancaron tiendas de campaña y destruyeron el campamento, mientras otros arrancaron también las 49 cruces blancas que, de los niños muertos en el incendio de la guardería ABC, habían sido colocados desde agosto de 2023. Un sujeto, oculto su rostro con cubrebocas, inclusive golpeó a un adulto mayor.

He enumerado sólo tres episodios, pero la violencia y el discurso de odio de los fachas es permanente y sistemática, sobre todo en las redes sociales que ya dominan. Usan la libertad de expresión para agredir la libertad de otros que ven como enemigos.

La incitación a la violencia y el discurso de odio no son fortuitos ni espontáneos. Son alentados y motivados por personajes de la derecha mexicana identificados e identificables. Uno de ellos es Claudio X. González Guajardo.

Desde hace dos décadas, aun antes de tomar el control de los partidos políticos, González Guajardo fue el enemigo declarado de los maestros, con tanto poder que no sólo hizo aprobar la reforma educativa, sino que ordenó emplear la fuerza policiaca y militar contra ellos, con saldo de muertos.

Con tamaño poder, en 2015, llamó “organización terrorista” a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), luego de que miembros de esta agrupación rapaban a tijeretazos a maestros que se inscribían como parte de la reforma educativa.

Cuando leí que el presidente de Mexicanos Primero comparaba a la CNTE con una “organización terrorista” le respondí, en Twitter, que la agresión a los maestros en Chiapas era condenable, pero compararla con terrorismo era una desproporción y un llamado al aniquilamiento. Pensé que el hijo de Claudio X. González, dueño del gigante papelero Kimberly Clark, expresidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), del Consejo Mexicano de Negocios y artífice de las reformas “estructurales” privatizadoras desde que fue asesor de Carlos Salinas, rectificaría su imputación a la CNTE de ser terrorista, que se asocia a violencia y la muerte.

Pero no, sólo matizó el alcance de su exigencia: “No su aniquilamiento, pero si (sic) que deje de aterrorizar y se someta, igual que todos, a las leyes y al Estado de derecho… usan el terror y la intimidación para lograr sus fines”.

—Sí –le respondí—, pero ¿sigue pensando que las acciones de la CNTE son propias de “organizaciones terroristas”?

—Aterrorizan y chantajean para obtener sus fines, ¿no es cierto?

—Eso hace todo grupo de presión y de interés: Empresarios, medios, usted. ¿Eso es terrorismo?

Ya no respondió, y emití otro mensaje que tampoco encontró respuesta: “Si los terroristas ‘aterrorizan y chantajean para obtener sus fines’, según Claudio X. González, su padre es terrorista”.

Un año después de ese intercambio con González Guajardo, y a pedido de él porque los consideraba “unos pinches delincuentes”, la Policía Federal del gobierno de Enrique Peña Nieto acometió contra maestros y padres de familia en Nochixtlán, Oaxaca. Ese 19 de junio de 2016, hubo al menos seis muertos y 108 heridos.

El Claudio X. González de esos años es el mismo Claudio X. González de ahora, con el mismo discurso de violencia y de odio, que transmite a sus huestes y de la que debe hacerse responsable. La diferencia es que él, qué bueno, ya no manda más a las autoridades de México.

Álvaro Delgado Gómez
Álvaro Delgado Gómez es periodista, nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, en 1966. Empezó en 1986 como reportero y ha pasado por las redacciones de El Financiero, El Nacional y El Universal. En noviembre de 1994 ingresó como reportero al semanario Proceso, en el que fue jefe de Información Política y especializado en la cobertura de asuntos políticos. Ha escrito varios libros, entre los que destacan El Yunque, la ultraderecha en el poder (Plaza y Janés); El Ejército de Dios (Plaza y Janés) y El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo). El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas (Editorial Proceso) es su más reciente libro.

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