Según remarca el doctor Rodríguez, los niños con este trastorno en la coordinación del movimiento alcanzan los hitos motores más tarde de lo que correspondería con su edad. Por ejemplo, cita que se trata de niños que con 2-3 años no pueden saltar sobre una pierna, niños que se caen mucho, que les cuesta mucho abotonarse la camisa.
MADRID, 10 de septiembre (EuropaPress).- El actor británico Daniel Radcliffe, protagonista de la saga de Harry Potter, y la modelo y también actriz británica Cara Delevigne han reconocido públicamente que han padecido el trastorno del desarrollo de la coordinación motriz o dispraxia, una enfermedad psicomotriz que dificulta la organización del movimiento y puede hacerles más torpes en su día a día.
En una entrevista con EuropaPress, el neuropediatra del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla, el doctor Andrés Rodríguez, relata que se trata de una cierta dificultad en la coordinación del movimiento que se detecta en los niños en edades muy tempranas.
“Hoy en día se conoce como el ‘trastorno del desarrollo de la coordinación motriz’, y esto engloba una serie de dificultades en el movimiento fino, como por ejemplo a la hora de escribir o de dibujar; o bien en los movimientos gruesos, que engloban la marcha, la carrera, el equilibrio y la coordinación de movimientos a nivel general”, explica.
El también experto del Instituto Hispalense de Pediatría (IHP) señala que lo primero que debe hacer sospechar a los padres de que algo puede estar sucediendo en sus hijos en este sentido es que son más torpes de lo normal, tienen muchas caídas, o bien no alcanzan los hitos del desarrollo cuando toca.
Por ejemplo, menciona que los niños pueden andar sobre los 12-14 meses, e incluso algunos a los 17 meses. No obstante, llama la atención sobre el hecho de que si a partir de esa edad el bebé no anda, es conveniente llevarle a un especialista para que lo analice.
“Lo primero que hay que hacer es un diagnóstico clínico y analizar si el niño tiene dificultades para caminar o subir escaleras, para vestirse, o bien para pintar o jugar. Existe esa dificultad que nos pone sobre la pista. Se necesita una buena exploración neuropediátrica para que no haya detrás otras enfermedades más graves que puedan estar causando esa torpeza. Después, se deben realizar pruebas diagnósticas para descartar de nuevo enfermedades con síntomas parecidos”, agrega.
Según remarca el doctor Rodríguez, los niños con este trastorno en la coordinación del movimiento alcanzan los hitos motores más tarde de lo que correspondería con su edad. Por ejemplo, cita que se trata de niños que con dos o tres años no pueden saltar sobre una pierna, niños que se caen mucho, que les cuesta mucho abotonarse la camisa.
Pero no sólo eso, el neuropediatra indica que en la etapa escolar también les puede costar mucho escribir o dibujar, y presentan dificultades a nivel de coordinación motriz fina, aparte de que pueden ocasionar cierta alteración en el lenguaje de forma ocasional.
Según destaca el especialista del IHP, este trastorno es relativamente frecuente y afecta en torno al 1-2 por ciento de la población general infantil. Sobre su tratamiento, apunta que de los 0 a los 6 años se trabaja la atención temprana: “Se interviene a distintos niveles. A nivel motor con fisioterapeutas; después con la logopedia para su posible repercusión en el lenguaje; y posteriormente, a nivel cognitivo con una intervención más psicológica”. Una vez estos niños cumplen 6 años se realiza con ellos terapia ocupacional, y gracias a estas dinámicas el neuropediatra destaca que, desde los inicios, pueden observarse grandes avances en los menores, especialmente cuanto antes se empiece con ellos.
“Siempre que tengamos niños con la sospecha clínica por cualquier profesional que pueda tratarse hay que consultar con un neuropediatra, ya que es esencial un diagnóstico diferencial para descartar otras enfermedades más graves que puedan dar síntomas parecidos desde que se detecta el problema”, sentencia el especialista.