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Gustavo De la Rosa

10/03/2020 - 12:00 am

En defensa de las servidoras públicas

Cada lunes, este artículo debe estar listo y en la bandeja de entrada de Sin Embargo entre las 2 y 3 de la tarde, por lo tanto es muy poco lo que puedo opinar sobre el paro nacional de mujeres con cierto grado de certeza; pero en un día tan importante para la historia de México, abordar otro tema sería, desde mi punto de vista, simple frivolidad, por eso prefiero hacer una observación al respecto, aunque tal vez equivocada, desde la percepción que tengo de los días previos al 9M.

Reunión del gabinete de mujeres del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Foto: Cuartoscuro.

Cada lunes, este artículo debe estar listo y en la bandeja de entrada de SinEmbargo entre las 2 y 3 de la tarde, por lo tanto es muy poco lo que puedo opinar sobre el paro nacional de mujeres con cierto grado de certeza; pero en un día tan importante para la historia de México, abordar otro tema sería, desde mi punto de vista, simple frivolidad, por eso prefiero hacer una observación al respecto, aunque tal vez equivocada, desde la percepción que tengo de los días previos al 9M.

He advertido una crítica feroz en contra de las mujeres que forman parte del Gabinete federal y de muchas empleadas y trabajadoras del Gobierno de la República, incluyendo a mujeres policías; no voy a repetir los adjetivos e insultos que les lanzan, porque no seré yo su caja de resonancia, sólo quiero usar mi voz para defenderlas a través de este medio periodístico.

Un derecho que debemos reconocerle a todas las mujeres, entiéndase a todas, es su derecho a desempeñar el trabajo que puedan conseguir, lejos del rol de amas de casa, como cualquier varón; muchas de ellas trabajan en la iniciativa privada, otras por su cuenta en sus propios negocios, otras en la academia o en la docencia y algunas más para el Gobierno de los estados, municipios o el federal.

El gabinete federal de esta Administración es el más equitativo en cuanto a número e importancia de puestos que ocupan mujeres destacadas y distinguidas en la nación, y alcanzar este nivel de integración en puestos clave gubernamentales y de representación ante las cámaras legislativas y el Poder Judicial, ha sido una de las demandas que vienen de lo más profundo del reclamo feminista. Cuando estudiaba derecho, y aún durante las administraciones pasadas, las mujeres no existían en los puestos de alta decisión del Gobierno o empresas privadas, y sólo eran visibles en el escándalo.

Cumplir con sus labores y defender sus razones para desempeñarlas, sus ideas y sus convicciones acerca de acciones y movimientos sociales específicos, así como llevar a cabo las tareas que les corresponden conforme lo establece la ley y la Constitución, es un derecho que tienen todas y cada una de las mujeres que trabajan para el Gobierno, y pensar por cuenta propia es un derecho que no podemos agredir.

Por eso me parecen facciosas y sectarias aquellas opiniones que las descalifican con adjetivos muchas veces infames; el paro nacional de mujeres se presenta como una reacción en contra de la situación actual de inequidad y desatención a las problemáticas específicas que ellas enfrentan y sufren.

Entiendo que es un llamado para que todas las mujeres actúen desde su perspectiva individual, por lo tanto, sostengo que debe permitirse, sin descalificaciones, que cada mujer, desde su situación propia, haga el máximo esfuerzo posible por concientizar a los otros acerca de la necesidad del progreso, porque los hombres llevamos 10 mil años gozando de privilegios que no nos corresponden.

Es por ello que me permito exigir respeto por las decisiones de todas las mujeres que, por circunstancias o motivos personales, no se incorporaron al paro nacional, y por todas aquellas que trabajan en los diversos niveles del Gobierno federal, independientemente de su partido.

Este movimiento, se ha dicho y repetido, no es un movimiento en contra del Gobierno, ni es anticapitalista o contra los hombres en general, es a favor de ellas, en busca de mejores prácticas sociales, gubernamentales, políticas y cotidianas para la mujer, y por sus derechos.

Por eso insisto, debe haber respeto irrestricto para todas las mujeres.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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