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Fabrizio Mejía Madrid

09/10/2024 - 12:05 am

Disfruten lo votado

“Disfruten lo votado, como dicen: dos años después, el pueblo de México les quitó a los partidos del McPRIAN la posibilidad de contar con su prepotente poder de veto”.

“Es el fin del McPRIAN pero, también, de los arrogantes ministros de la Suprema Corte que nos han costado con su huelga todo pagado unos 9 mil millones de pesos y que han rezagado cientos de miles de casos en los juzgados cerrados”. Foto: Cuartoscuro.

En estos días se discutirá, de nueva cuenta, la reforma constitucional de la energía. Han pasado dos años desde que el McPRIAN la rechazara pero, ahora, esos partidos se encuentran luchando por sus vidas. Con la nueva discusión de la reforma energética se cierra un ciclo de declive para el McPRIAN. Hay que recordarlo para disfrutar lo votado.

El 17 de abril de 2022, los legisladores del McPRIAN no se dieron cuenta de que ahí, ese día, iban a perder la elección de 2024. Con la moratoria bajo el brazo, es decir, con el poder de vetar y sabotear a la mayoría, la la diputada plurinominal del PRI, Paloma Sánchez Ramos, se sintió con el derecho de burlarse de los diez mil manifestantes que, a la afueras de la Cámara de Diputados, exigían que se aprobara la reforma eléctrica del Presidente López Obrador. Desde la escalinata les gritó: “No va a pasar” y, después, se rió agitando su cabellera. La ex colaboradora de Peña Nieto y egresada de mercadotecnia en el ITAM, le respondió a Leonel Godoy, de Morena, que a ella no le importaba el pueblo porque ella era “pluri”. Después de las críticas que recibió, la diputada Sánchez se justificó: “No me burlé del pueblo, sino de los acarreados”. Aquí se incubó la mitad del huevo de la serpiente para el fin del PRIAN. Era la mitad del desdén por el pueblo, la idea de la diputada de salir a retar a los manifestantes con la prepotencia de tener poder de veto y, finalmente, la reivindicación de que los diputados de partido no pasaban jamás por la validación popular en las urnas, sino que llegaban a su curul por otros medios.

La otra mitad del huevo de la serpiente fue el conflicto de interés que existía de parte de dos diputadas, que se negaron, con la misma prepotencia de Sánchez a retirarse de esa discusión. Margarita Zavala del PAN y Edna Gisel Díaz Acevedo, del PRD. Una, había recibido 10 millones por la contratación de su esposo, Felipe Calderón, como funcionario de una filial de la eléctrica española, Iberdrola. La otra, había ingresado de contrabando al salón de sesiones de la Cámara de Diputados a un cabildero de la energética italiana, Enel. El cabildero se llamaba Paolo Salerno. Las dos diputadas se negaron a disculparse, a recusarse del debate, no obstante que las dos estaban ligadas a intereses extranjeros. Zavala alegó “violencia de género” y Díaz Acevedo aseveró, un tanto nerviosa: “Yo no me excuso porque no tengo nada de qué excusarme”. Y votaron a favor de que las empresas extranjeras le robaran al erario nacional 490 mil millones de pesos al año.

Los personajes de ese debate vergonzoso que no trató ni siquiera el tema de la reforma energética, sino el odio contra López Obrador y su familia, fue protagonizado por Alito Moreno que repitió 7 veces la frase: “No va a pasar”; María Josefina Gamboa Torales, de Acción Nacional que subió a la tribuna a acusar a Manuel Bartlett del asesinato del Kiki Camarena de la DEA en 1985, cuando ella misma había atropellado y matado a un joven transeúnte en 2014; Ildefonso Guajardo, el negociador del TLC cuando Salinas de Gortari, consideró adecuado decir que las hidroeléctricas no eran una solución porque, de por sí, no hay agua. Fue una exhibición impúdica del McPRIAN que se sentía, en 2022, invencible con su veto a las dos terceras partes del Congreso. Lo presumieron como una victoria: 223 votos habían evitado que el país decidiera sobre su soberanía energética. Desde ese instante se les comenzó a llamar “traidores”. Ese fue el punto de quiebre que terminará en estos días con la discusión de la reforma energética, de nueva cuenta. Dos años después, las humillaciones que le propinaron a los ciudadanos llamándolos “acarreados”, exhibiéndose sin vergüenza del lado de las empresas extranjeras, insultando al Presidente y su familia cuando el tema era la soberanía nacional, el precio de la luz y las gasolinas, y el atender a las necesidades del futuro, siguen vivas, pero la situación del McPRIAN tocó uno de sus fondos posibles. No seré yo el que diga en qué momento están ya en el fondo del abismo que cavaron con su arrogancia.

Luego, vino la reforma a la ley eléctrica. Eso fue aprobada por las Cámaras con mayoría simple pero la Suprema Corte la declaró inconstitucional. En la Sala donde se votó hubo 2 sufragios a favor y dos en contra, pero el Presidente Pérez Dayán votó dos veces. Así se desechó sin siquiera guardar las formas que tanto le exigen los jueces al Senado. Pero las anulaciones a las leyes votadas en el Congreso condujo muy pronto a que los ciudadanos apoyáramos una reforma al Poder Judicial y es en lo que estamos en estos días y estaremos en ello todavía un año más.

No quiero ser morboso pero vean cómo han cambiado las cosas. Disfruten lo votado, como dicen: dos años después, el pueblo de México les quitó a los partidos del McPRIAN la posibilidad de contar con su prepotente poder de veto, de que pudieran sabotear cualquier cambio y le dio la mayoría calificada a Morena y sus aliados. Las plurinominales como Paloma Sánchez están por desaparecer en virtud de la nueva ley electoral. Las eléctricas extranjeras como Ibedrola acabaron vendiendo sus plantas al Estado mexicano apenas el 28 de febrero de este mismo año. Los diputados que insultaron al pueblo de México en esa sesión se quedaron sin partido porque el PRD desapareció o se liaron, como Margarita Zavala, en una descomposición política, como la que ocurre ahora al interior del PAN. Alito sigue en el PRI, pero probablemente ya sea el único que sigue ahí. Y, en fin, la Suprema Corte pagó las consecuencias de su soberbia de verse a sí misma como un sustituto del Poder Legislativo: con un paro todo pagado, continúan emitiendo amparos y suspensiones mientras la elección de juzgadores en 2025 es constitucional y ya tiene procedimientos echados a andar en el Instituto Nacional Electoral. Ese domingo 17 de abril de 2022, el diputado del PT de entonces, Gerardo Fernández Noroña le dijo a los legisladores del McPRIAN: “Quienes están cavando su tumba política son ustedes. Están en esta jornada, están este momento, entregándonos la Presidencia de la República, nuevamente en el 2024. Están dejando de lado toda su posibilidad de competir porque están dándole la espalda al pueblo”. Y Noroña tenía razón.

Lo que una vez celebraron como victoria, se transformó, por voluntad del pueblo, en su debacle electoral, política, y moral. Ahora el Mc PRIAN puede o no estar presente en la discusión, ya a nadie nos importa. No tiene poder de veto. No hay necesidad de aguantarles sus desplantes. No hay problema en que sienten en una curul a un empleado de una eléctrica europea. Simplemente, ya no importan por la decisión de 36 millones. Disfruten lo votado.

Es el fin del McPRIAN pero, también, de los arrogantes ministros de la Suprema Corte que nos han costado con su huelga todo pagado unos 9 mil millones de pesos y que han rezagado cientos de miles de casos en los juzgados cerrados. Por eso no entiendo a quienes se confunden con la reunión que el propio Fernández Noroña, ahora líder del Senado, tuvo con Norma Piña, Natalia Reyes Heroles y Adán Augusto López con motivo de los 200 años de existencia de esa cámara de representantes. Hubo mucha especulación de si se aceptarían enmiendas a la reforma constitucional que ya está publicada y aprobada por los estados de la República. Quienes se confundieron no se acuerdan ya de lo que nos hicieron ese 17 de abril de 2022 cuando, a pesar de que se habían aceptado una decena de modificaciones propuestas por la oposición, aun así, el McPRIAN votó todo en contra. Ya no se acuerdan que Norma Piña es una traidora que engaña cada vez que puede. Hagamos el recuento de sus engaños, cuando finge que está en una posición y termina actuando por otra.

En un inicio de los debates públicos, ella y sus ministros afines dijeron estar defendiendo la carrera judicial, una supuesta selección por méritos académicos y profesionales. Y, entonces, en una entrevista, Norma Piña confiesa que ella nunca ha litigado en un juzgado y que no tenía más experiencia profesional que ser investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Confesó que había accedido por la invitación de un profesor y que quienes la había invitado a ser parte de la Suprema Corte fue Felipe Calderón y que eventualmente la nombró Enrique Peña Nieto. Es decir, quien dice defender los méritos profesionales, nunca tuvo experiencia profesional, sólo conectes políticos como el de su “primo” Miguel Ángel Osorio Chong. Así, cuando finalmente llegó por obra de un trinquete de Letras Libres y el rector de la UNAM que acusaron de plagio a la candidata más viable, Yazmin Esquivel, dijo que era por su gran talento que había “roto el techo de cristal”. Esto también resultó un engaño porque ella no representa a las mujeres ni al feminismo, sino al PRI de Alito Moreno, con quien se reuniría en una cena secreta el 12 de diciembre de 2023. Esa cena nunca la aclaró y era con algunos ministros del Tribunal Electoral. Por el desenlace que tuvieron las elecciones de 2024 podemos inferir que esa reunión tenía como objetivo alterar en algo el resultado. Pero la votación fue tan apabullante que ya no pudieron hacer nada. Luego, se dio a conocer la cena. Disfruten lo votado.

Otro de sus engaños fue el de que donaría sus fideicomisos ilegales a ayudar a los damificados del huracán Otis en Acapulco en octubre del 2023, hace un año. La proupesta la había hecho López Obrador y ella prometió 15 mil millones para los daminificados y hasta un comité que vigilara que llegaran los recursos. Fue un engaño. Froylán Muñoz de la misma asociación de jueces que mantiene ahora el paro todo pagado, fue el que señaló de los amparos contra la ayuda a Acapulco apenas una semana después de anunciada por Piña. Luego, vinieron los foros de la reforma judicial. Ahí Piña se dijo dispuesta al diálogo pero tan pronto salió sus empleados de los juzgados comenzaron a perseguir e intimidar a las ministras que asistían a asambleas informativas, como Lenia Batres o Lortta Ortiz. Luego, la misma Piña organizó sus propios foros con abogados de Estados Unidos y emitió una supuesta contrareforma que no hablaba del Poder Judicial sino de la policía y hasta del cambio climático. Cuando se aprobó la huelga de los juzgadores hizo otra chicana, otro engaño legaloide: mandó que la respaldara el pleno de la Suprema Corte y no la Judicatura, para no cargar ella sola con el peso de una decisión ilegal. Ahora, insistiendo en un contrapoder que no existe en las leyes mexicanas, aunque sí en el país de sus asesores del Departamento de Estado, dice que va a poner a consideración si la Suprema Corte puede o no revisar la inconstitucionalidad de la Constitución, cuando ella misma había dicho que su función exclusiva era vigilar su cumplimiento. Y en eso estamos con Norma Piña. Casi todas las cosas que ha dicho son al revés de cómo las prometió. Por eso, es de desmemoriados el pensar que Norma Piña ahora quiere dialogar con el Senado porque fue a una reunión a tomarse una foto, mientras su paro todo pagado continúa y su revisión de la Constitución sigue su curso.

Pero esta videocolumna es para regodearnos, aunque se vea mal, en lo votado. Basta ver lo que logramos con la histórica votación del 2 de junio. Apenas hace dos años, el McPRIAN celebraba su pequeño poder de vetar leyes y la Suprema Corte anulaba cuanta ley salía del Congreso de la Unión. Ahora ambos están en vías de desaparición. A eso, los opositores le llaman destrucción, autoritarismo, dictadura. Nosotros simplemente le llamamos voluntad popular.

 

Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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