Rafael Nadal conquista el décimo tercer Grand Slam de su carrera al vencer a Djokovic en la final del US Open

09/09/2013 - 7:40 pm

Ciudad de México, 10 de septiembre (SinEmbargo).- La grada del Arthur Ashe susurra pidiendo silencio a los gritos perdidos que alientan a dos titanes que se preparan para un punto más. En medio del estadio más grande de la ATP, la final masculina del US Open es un espectáculo de simbolismos con dos hombres como pretexto. Rafael Nadal y Novak Djokovic han escrito un capítulo más en su venerada rivalidad para deleite del planeta entero. Como el honor lo exige, el último de pie se decretó ganador.

A la mitad del segundo set, un peloteo de 54 golpes se estableció como el punto más largo del torneo. Nole alzó los brazos como un director de orquesta para ver a los 23,000 espectadores en el estadio que se ponían de pie mientras aplaudían. La ovación marcaba un parte-aguas en el partido. Djokovic regresaba con toda su intensidad luego de perder el primer set sin el ritmo acostumbrado. Desde ese punto, los golpes grabados en la naturalidad de su habilidad pasaron a segundo plano. Otra vez, la entereza física y mental fueron clave.

Rafael Nadal no para de mover las piernas mientras descansa sentado en su silla entre punto y punto. El balear es intenso hasta cuando descansa. Fijada la mirada perdida en algo que solo él ve, se levanta en cuanto el juez de silla da la señal. No hay nadie en el circuito como él capaz de aprovechar los puntos clave de un partido. Nadal huele sangre y se convierte en un depredador zurdo de gestos duros. Perfeccionista, lleva las toallas del hotel porque las del torneo no le secan bien. Apasionado, pone una rodilla en el cemento mientras cierra su puño izquierdo mientras un grito de aliento sale de su boca provocando un alarido. El ibérico se coronó campeón del US Open por segunda vez en su carrera.

Entrada la noche, Djokovic cambio el semblante que le dejó ganar el segundo set por constantes frustraciones. Nole, capaz de lo imposible, se enfrentó a un huracán que desde febrero solo ha perdido 3 partidos. Rafa Nafal estuvo parado siete meses debido a una lesión. A su regreso, para sorpresa de todo el mundo, el español reclamó su lugar en la historia. La fortaleza física de sus 27 años es perfectamente comparada con su entereza mental. Consiguió su Grand Slam 13, poniéndose a uno del gran Pete Sampras y a cuatro de Roger Federer. Su carrera es ya legendaria mientras sus seguidores esperan que sus rodillas sigan aguantando.

El tenis tiene a dos representantes de ensueño capaces de romper con la solemnidad formal del este deporte. Difícil callar las emociones de un estadio lleno, más aún comprender como dos individuos pueden romper el ambiente sereno del último Grand Slam del año. Nole tuvo en el tercer set la oportunidad de colocarse en una posición ventajosa. Tras ir 2-0 arriba y tres puntos de quiebre fueron desaprovechados, mucha ventaja concedida a uno deportista de otro mundo. El cuarto set fue un monólogo español.

Entregado el serbio, con una afición que entendía poco de guardar silencio, Nadal supo que tenía todo en sus manos y apretó aún más. Nole se desangró con mucho orgullo por delante. El último punto quedó en la red y Rafa se desplomó emocionado, se levantó, corrió a darle la mano a Nole y se echo a llorar. La reina Isabel de España le aplaudió de pie en la entrega de trofeo. “Nadie lleva mi nivel como Djokovic”, declaró Nadal. La victoria 23 consecutiva, fue la más especial para el de Mallorca, el que nadie esperaba encontrarlo aquí, el que sostiene el trofeo ganado con una tímida sonrisa para después besar su raqueta.

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