Tomar al toro por los cuernos

09/09/2011 - 12:04 am

La prensa no habla del tema. Como si les diera vergüenza mostrarse a los demás con sus deficiencias de Tercer Mundo, nadie habla del movimiento de los indignados en Estados Unidos.

Desde hace dos semanas, las noticias en Nueva York han sido sobre el sorpresivo sismo ocurrido en el noreste del país y una vez pasado el susto, como en apocalíptica película, los habitantes de la Gran Manzana atendían las instrucciones de su alcalde Michael Bloomberg para recibir a la huracanada Irene. Pasado el recuento de daños, la prensa se volcó al recuerdo de los atentados contra las Torres Gemelas ocurridos hace 10 años. Le fecha emblemática es septiembre 11. En el medio se dio la mala noticia de que no se generaron empleos durante el mes de agosto, pero poco o nada se habla de septiembre 17.

Inspirados en los movimientos de la primavera Árabe en Egipto, los indignados en España, las protestas contra los recortes en Grecia e Islandia, un grupo de jóvenes y no tan jóvenes están convocando a través de las redes sociales a acampar frente al centro financiero del mundo. Los indignados estadounidenses dicen que “tomarán al toro por los cuernos” al referirse a la escultura del toro ubicado en el centro financiero que simboliza en Nueva York el optimismo y la prosperidad en los negocios.

Bajo el lema “somos el 99%”, los indignados de Estados Unidos convocan a ocupar Wall Street por al menos dos meses para protestar contra el 1% restante de la población que vive cómodamente y que, por los excesos de corrupción de ese mundo corporativo, son los causantes de la crisis económica del 2007 que no tiene visos de recuperación. Tan sólo basta recordar que el índice de desempleo se mantiene en un 9.1% y que el número de personas que han perdido sus hogares aumenta. Poco después de la crisis, se dio la cifra de que 3 millones de familias habrían perdido sus casas debido a la llamada crisis hipotecaria. Número que se espera que aumente un 20% a finales del año debido a que no se han generado los empleos esperados.

Hay quienes responsabilizan de esta crisis al presidente Barack Obama y a su falta de conocimientos para manejar la deuda. Otros más, consideran que fue la administración de George W. Bush y las secuelas de los atentados contra las torres gemelas lo que no ha permitido el repunte económico. Incluso el documental ganador del Oscar del 2010, Inside Job, pone de manifiesto que Goldman Sachs es la principal entidad responsable de la crisis. Su director, Charles Ferguson, cuando recibió el premio, dijo lamentar que nadie estuviera encerrado en la cárcel por haber causado el problema que afecta a miles de familias e incluso calificó las actividades de los operadores como criminales.

Otros más aventurados consideran que esta es una medida de presión contra Obama a fin de que pierda la posibilidad de mantenerse como Presidente por cuatro años más. Si este es el caso, los desempleados están en medio de un juego sucio que les ha costado su patrimonio y su calidad de vida en el país más poderoso del mundo.

Obama sabe de la urgencia de generar trabajos. Mientras los ciudadanos ven cómo sus ingresos se reducen, el enojo ha ido creciendo proporcionalmente a la inversa, lo que podría costarle la reelección. El mandatario estadounidense ha llamado a incentivar la economía, convocó a un súper comité para analizar la situación del déficit (que incluso fue interrumpido por manifestantes exigiendo trabajo) y parece entrampado en una lucha entre republicanos y demócratas.

Incluso, la semana anterior, el Gobierno interpuso una demanda contra 17 bancos y entidades financieras de Estados Unidos en busca de compensaciones por las pérdidas generadas por las hipotecas de alto riesgo. Bank of America, Citigroup, Barclays y Nomura, entre otros, son acusados de vender activos respaldados por hipotecas fraudulentas a los gigantes hipotecarios ahora nacionalizados, Fannie Mae y Freddie Mac, y ocasionar pérdidas millonarias durante la crisis financiera del 2008.

La prensa da los datos duros. Habla de los porcentajes de empleo y desempleo, de gente que ha perdido su casa, sin embargo, poco o nada se habla de lo que representan en la vida cotidiana esos números.

En Estados Unidos no se habla de estos ciudadanos de a pie. Las razones, quizás, tienen que ver con la falta de interés; con que no luce bien que esta crisis surja en el país que lidera la causa capitalista; con que no pasa nada o con que habrá que esperar a ver si el movimiento de S17 manifiesta su verdadera capacidad de convocatoria a través del uso de las redes sociales.

Con las etiquetas en inglés #occupywallstreet o en español #tomalabolsa, los convocantes iniciaron este llamado desde julio y esperan que 20 mil personas sin importar raza, género o preferencia política se instalen en la parte baja de Manhattan con sus tiendas de campaña, cocinetas y barricadas, para tomar Wall Street por al menos dos meses.

En su llamado, este grupo dice tener una sola demanda y no moverse de la zona hasta que sea cumplida. Piden que la democracia se restaure en Estados Unidos para tomar decisiones bajo consenso y no en manos de una minoría corporativa y corrupta. Consideran que la economía debe estar al servicio de las personas y establecer la regulación de los mercados financieros.

El movimiento no es exclusivo de Nueva York y se espera otra instalación a partir de octubre 11 en Washington, D.C.  A nivel internacional, la capital española espera la protesta de los indignados frente a las instalaciones de su bolsa de valores ese mismo septiembre 17.

Los indignados piden que Estados Unidos recupere su liderazgo político y económico haciendo respetar la Ley de Derechos Económicos propuesta por Franklyn Delano Roosevelt en 1944.

Esta ley propone, entre otros, el derecho ciudadano a tener un trabajo útil y bien remunerado, a ganar lo suficiente para lograr una buena alimentación, vestido y diversión, así como el derecho de cada familia a tener un hogar decente, buena educación y un seguro médico. Finalmente, a través de esta ley se ofrece protección a enfermos, ancianos, accidentados y desempleados.

Hoy, Estados Unidos discute cómo proteger esos valores que han costado millonarias sumas de dinero, haciendo crecer la deuda pública del país. Los ciudadanos están enojados por la crisis económica, han perdido sus casas y han visto como se cierran negocios tradicionales yéndose a la bancarrota como la popular librería Borders. Tan sólo en NY, se cerraron el año pasado 32 estaciones de metro para evitar más gastos en reparaciones y trabajadores. Las oficinas postales están cerrando sucursales y jubilando a sus empleados de manera adelantada.

El movimiento de indignados crece. No es un fenómeno del llamado Tercer Mundo, sino que ha tocado a España a Inglaterra y ahora Estados Unidos, además de Grecia y Egipto. Después de una crisis tan prolongada que nos puede colocar en la temida recesión global, tendrá que replantear un nuevo orden económico que restituyan el empleo y la dignidad por el trabajo. Los indignados, los desempleados, los “Ninis” en general,  se comienzan a extender, pues México tampoco está exento del problema y el Presidente del Empleo no ha podido resolver tampoco las oportunidades para nuestros jóvenes.

Por ahora, no se tienen visos de que las cosas mejoren en próximos tiempos. Las acampadas son una medida de presión, pero ¿quién agarrará al toro por los cuernos?

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.
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