Faltan 43 y se siguen sumando las atrocidades de este gobierno…
La bioluminiscencia es sin duda una de las maravillas de la naturaleza, producir luz por medio de reacciones químicas a voluntad como hacen algunas especies pareciera una característica reservada a los cuentos de hadas, pero no es así. Dentro de los insectos hay 3 grupos de organismos que se encienden, la luciérnagas de las que hemos hablado con anterioridad en este espacio, los trenecitos o railroad worms y los cocuyos de los que hoy escribo. Dado que los tres grupos son escarabajos bioluminiscentes uno podría pensar que están emparentados, sin embargo no es así, los análisis filogenéticos más recientes se inclinan a pensar que este tipo de producción lumínica resultado de la acción de la enzima luciferasa sobre la proteína luciferina, es una característica que evolucionó de manera separada varias veces.
A diferencia de las luciérnagas, los cocuyos son escarabajos de colores pardos de la familia Elateridae que presentan dos puntos luminiscentes de color verde en el tórax y una mancha ventral también bioluminiscente pero de color amarillo que se enciende con menor frecuencia; por lo que en la noche se pueden distinguir los cocuyos al observar luces pareadas en lugar de luces solitarias. En México hay reportadas 19 especies pertenecientes a 6 géneros de cocuyos y se distribuyen principalmente en la zona tropical y subtropical. El género más común es Pyrophorus (nombre que proviene del griego y quiere decir “el portador de fuego”) y es característico de las selvas secas de nuestro país. La familia a la que pertenecen los cocuyos además de la bioluminiscencia se caracteriza porque los individuos que la componen tienen la capacidad de doblar abruptamente la unión de la cabeza con el tórax produciendo un chasquido, lo cuál les permite escapar de sus depredadores, por ello en inglés se les conoce como “click beetles”.
Los cocuyos tienen un ciclo de vida que dura entre dos y tres años dependiendo de la especie, la mayor parte del cuál transcurre en el estadio de larva (entre 18-20 meses). Las larvas son depredadores de otros insectos y generalmente habitan en troncos en descomposición y también en esta fase presentan bioluminiscencia. Durante la fase adulta los cocuyos se alimentan de polen, fruta fermentada y de algunos insectos y pasan la mayor parte del tiempo buscando pareja, una vez que la encuentran sucede el apareamiento y la hembra deposita los huevos (que también emiten luz) en el suelo húmedo.
El encendido de los puntos luminosos de los cocuyos también está relacionado con la selección de pareja como en las luciérnagas pero está menos estudiado, sin embargo si se sabe que los machos flashean para atraer a las hembras. La función de la luminiscencia en los huevos y las larvas está menos estudiada pero se propone que sirve para ahuyentar depredadores o para atraer a las presas de las larvas.
Existe una especie muy curiosa que habita en la región del cerrado en Brasil y está especializada en vivir en las colonias de termitas terrestres y se le conoce como Pyrearinus termitilluminans. Como resultado de esta asociación se produce un espectáculo nocturno digno de admirarse, por las noches se observan termiteros resplandecientes, puesto que las larvas de estos escarabajos hacen una intrincada red de túneles en la parte exterior del termitero, con varias salidas al exterior por donde asoman su cabeza, y esperan pacientemente a sus presas voladoras (termitas y hormigas) que son atraídas por la luz emitida. Parecieran micro-colonias alienígenas radiactivas.
En nuestro país, los estudiosos de la entomofagia han reportado que hay dos especies comestibles de cocuyos, en la selva Lacadona se consumen las larvas de dos especies de Pyrophorus que al igual que otros insectos tienen muy buenos contenidos nutricionales.
Con este nuevo ejemplo de las maravillas entre los insectos, espero aportar evidencias para respetar el mundo natural en lugar de continuar con su destrucción.
Bibliografía adicional.
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