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Jorge Alberto Gudiño Hernández

09/06/2018 - 12:00 am

La tropa también hace guerra sucia

Es cierto que no me gustan las acusaciones orquestadas desde el gobierno a determinado candidato ni las aseveraciones que algún equipo de campaña hace contra otro. En la política existen pactos, acuerdos nada públicos y descalificaciones que llegan por doquier.

“Soy de los que creen que AMLO ganará las elecciones. Me parece que las encuestas y, sobre todo, las tendencias, lo apuntan claramente”. Foto: cuartoscuro

No me preocupa la guerra sucia que se hace desde las diferentes campañas. Es, cuando menos, normal. Es cierto que no me gustan las acusaciones orquestadas desde el Gobierno a determinado candidato ni las aseveraciones que algún equipo de campaña hace contra otro. En la política existen pactos, acuerdos nada públicos y descalificaciones que llegan por doquier. Es parte del trabajo de las campañas denostar a los otros. Al menos, en nuestra democracia que es tan insipiente como cuestionable. Detesto, eso sí, que me llamen por teléfono para advertirme de riesgos por votar a favor de alguien, pero me aguanto como casi todos: no me queda más remedio.

Me preocupa, en cambio, el tono de las conversaciones. No es sólo que un famoso locutor lance una arenga plagada de insultos contra un candidato. Es algo más grave: que esa voz alcance al discurso de varias personas. No me espanto, me queda claro que cualquier ciudadano puede insultar o denostar a un candidato, ya sea que tenga alguna experiencia propia, una anécdota que contar o que esté convencido de la maldad que encarna alguno de ellos. Supongo que a los candidatos tampoco les afectan estas invectivas. Deben estar acostumbrados a ellas y tener la piel dura. A fin de cuentas, nadie puede caerle bien a todos. En fin, no me gustan los insultos pero me queda claro que es parte del proceso. Eso no lo justifica pero, al menos, lo hace comprensible.

El problema, entonces, radica en que los insultos han trascendido a los candidatos. Leo en redes sociales frases cargadas de odio del tipo: “a ver qué idiota se atreve a votar por tal”, “tendría que ser un pendejo para darle mi voto a”, “son estúpidos todos los que creen en”… y así, una sucesión de insultos que ya no se ocupan de atacar a los candidatos sino a sus posibles votantes.

Soy de los que creen que AMLO ganará las elecciones. Me parece que las encuestas y, sobre todo, las tendencias, lo apuntan claramente. También soy crítico respecto a todo lo que ha propuesto. Sé que no solucionará los problemas del país. No creo en la magia ni en los milagros. Si (nótese el condicional) no estuviera rodeado de quienes ahora son sus aliados, si no debiera tantos favores, si consiguiere al mejor equipo para gobernar al país, si todas sus intenciones fueren legítimas, si en verdad se esforzare para resolver los problemas puntuales que nos aquejan, aun así sería imposible que pasare de dejar asentadas las bases de procesos que demorarían años en arrojar resultados favorables. Un sexenio no alcanza. Y todos los si son una
conjetura optimista.

No recuerdo, tras las victorias de Fox, Calderón o Peña Nieto, tras los evidentes fracasos de sus gobiernos, ataques puntuales a los electores que votaron por ellos. No los cuestiono ni mucho menos: cada quien vota por quien cree que conviene. Y, justo por eso, me sorprendería mucho escuchar a una persona diciéndole a otra que es corresponsable de la muerte de más de 100 mil ciudadanos durante el sexenio de Calderón, por ejemplo. No lo es porque el votante no podía saber qué cosas haría, o no, el candidato electo.

Temo, ahora, que esto no vaya a ser así. Casi puedo anticipar que, conforme pasen los meses del Gobierno de López Obrador, habrá muchos que insultarán, de nuevo, a sus votantes. Alzarán la voz para hacerles ver que son culpables de alguna de las consecuencias por las decisiones del nuevo Presidente. Eso, más el predecible desencanto de sus votantes ante la incapacidad de resolverlo todo de forma mágica, nos traerá un sexenio complicado.

Ojalá no sea así. Ojalá dejemos la guerra sucia a cargo de los profesionales, los que están acostumbrados a los lodazales y a los plumajes íntegros. El resto, nosotros, los votantes, sufragaremos a partir de una convicción cualquiera, legítima para cada uno de nosotros, con esperanza y con interés de que las cosas mejoren. El resto no será imputable a cada uno de los electores. Ojalá.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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