“Ni un peso a la televisión”, reiteró Jaime Rodríguez, más conocido como “El Bronco”, durante su primer mensaje a los medios de comunicación, al terminar la jornada electoral de este domingo.

Si cumple su promesa, el golpe económico para las televisoras será importante. Tan sólo en el 2012, el gobierno de Nuevo León destinó mil 284 millones de pesos a la publicidad gubernamental. De esa cantidad, el 71 por ciento se destinó a la televisión, 17 por ciento a la radio y 12 por ciento a la prensa. Esto significa que las empresas de televisión dejarían de recibir anualmente alrededor de ¡910 millones de pesos!

El gasto en publicidad gubernamental en Nuevo León es uno de los más altos en el país, de acuerdo con el estudio “Índice de acceso al gasto en publicidad oficial en las entidades federativas 2013”, realizado por Fundar y Artículo 19.

Esta “amenaza” de recorte presupuestario, sumada a los compromisos con el gobierno priista de Rodrigo Medina y la candidata del PRI, Ivonne Álvarez, podrían explicar el descontento de las televisoras hacia “El Bronco” y su poco interés hacia su campaña, pese a las evidentes muestras de simpatía de la ciudadanía hacia el candidato independiente.

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Como comenté en mi primera colaboración en SinEmbargo.mx, “El Bronco” demostró que se puede alcanzar el poder político sin el apoyo de la televisión. La cobertura de su campaña fue prácticamente inexistente en dicho medio de comunicación, salvo cuando se trataba de informar sobre las irregularidades en su declaración patrimonial o las supuestas denuncias por haber golpeado a su exesposa.

El monitoreo a medios de comunicación, elaborado por la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León, da cuenta de esta inequidad informativa. De cada 100 notas que se transmitieron en la televisión local sobre el proceso electoral durante los meses de marzo y abril, 45 fueron para dar a conocer actividades del PRI y la Alianza por la Seguridad (con el mismo PRI y el PVEM, Nueva Alianza y Partido Demócrata), 32 del PAN y tan sólo 7 de las candidaturas independientes. El bipartidismo en la televisión fue evidente con casi 80 por ciento de información electoral.

Otras cifras. En los mismos meses (no se ha publicado el monitoreo de mayo), Multimedios otorgó 315 notas al PRI-aliados partidistas y tan sólo 27 los independientes; Televisa destinó 212 notas a los priistas y 41 a los independientes, y Televisión Azteca 371 al PRI-PVEM-Nueva Alianza-Partido Demócrata, y sólo 69 a independientes.

El caso de la “televisión pública”, Televisión de Nuevo León, es lamentable por tratarse de un medio de comunicación que debería estar al servicio de la sociedad y no del gobierno en turno. Para el PRI y sus aliados hubo 450 notas y para los independientes 89. Con el PAN fue también generosa con 186 notas.

Como en 1988, la inequidad en la cobertura informativa de la televisión fue contraproducente. Lejos de alejar a la ciudadanía del candidato independiente, la acercó. La televisión sí puede ayudar a alcanzar poder político, pero al revés. Algo tendrán que hacer los noticiarios de televisión locales para reencontrarse con sus audiencias.

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Hay quienes ven a Jaime Rodríguez como Vicente Fox, pero al menos en el caso que nos ocupa sí hubo una diferencia importante. Fox llegó al poder con el apoyo de la televisión,  “El Bronco”, no.

En su libro Poderes Salvajes. Mediocracia sin contrapesos (Cal y Arena, 2005), el destacado investigador de la UNAM, el doctor Raúl Trejo Delarbre, escribe: “El presidente Vicente Fox quiso depender de los medios como ningún otro gobernante en la historia de México. Su triunfo electoral en julio de 2000 se pudo atribuir, en buena medida, a la cobertura que la televisión y otros medios nacionales dieron a su campaña” (p. 96).

La historia podría reescribirse con Jaime Rodríguez. Su triunfo electoral se pudo atribuir, en buena medida, a las redes sociales, y no a la televisión. ¿Twitter, Facebook o Youtube son ya herramientas tecnológicas eficaces para ganar elecciones? Obvio que hay otros factores políticos y sociales que se conjuntaron en este proceso electoral, pero es indudable que el mensaje del candidato y la interacción con los usuarios de las redes sociales funcionó, al menos en esta ocasión.

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El futuro gobernador de Nuevo León, sin partido político, promete así una nueva relación entre el Poder Ejecutivo estatal y las televisoras, en la que, suponemos, cada quien hará lo suyo. Él, gobernar con honestidad, transparencia y rendición de cuentas; Televisa, Televisión Azteca, Multimedios  y Televisión de Nuevo León (todas con canales propios en la entidad y programaciones locales), hacer periodismo de calidad, con contenidos plurales, sin compromisos políticos ni económicos con el gobierno del estado.

No será una relación tersa porque los agravios fueron mutuos. Sin embargo, los beneficios serían directos: en el derecho a la información de la ciudadanía al ya no ocultarse, por ejemplo, prácticas de corrupción; en la libertad de expresión de las televisoras, que ya no tendrían compromisos para autocensurarse, y en el desempeño ejemplar de un gobernador y su equipo, que serán supervisados permanentemente por los medios de comunicación y la ciudadanía a través de las redes sociales.

Esta nueva relación suena como un ideal en un país en el que decenas de medios de comunicación viven a expensas de la publicidad gubernamental en los diferentes niveles de gobierno y comprometen sus líneas editoriales, y en un país en el que diferentes gobiernos han requerido de los medios de comunicación para supuestamente gobernar con mayor eficacia y mantener una imagen positiva ante sus gobernados, a pesar de sus pocos logros. ¿”El Bronco” romperá esa inercia histórica? ¿de qué manera, además de cortar los flujos de dinero a la televisión y a otros medios?

Gabriel Sosa Plata

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