Los más tiernos; ventajas y desventajas de la humanización de los animales como estrategia de conservación

09/06/2014 - 12:30 am
La llegada de un Panda Rojo al Zoológico de San Francisco provocaron la fascinación de los cibernautas por este animal. Foto: io9, Jessie Greger
La llegada de un Panda Rojo al Zoológico de San Francisco provocaron la fascinación de los cibernautas por este animal. Foto: io9, Jessie Greger

Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).-Atribuir cualidades humanas a animales no es algo nuevo y hay variados ejemplos de antropomorfismo desde los albores de la civilización. Sin embargo, existe actualmente una tendencia marcada hacia la identificación de cualidades humanas en el reino animal, un hecho que podría parecer irrelevante, pero que, de acuerdo con algunos miembros de la comunidad científica puede usarse como herramienta para potenciar la protección medioambiental y crear programas de conservación que lleguen a la gente a través de sus lazos emocionales.

El antropomorfismo es la atribución de emociones, características e inteligencia humana que se da a los animales. Esta tendencia marcada sobre todo en las últimas décadas, gracias a la aparición de personajes animados en películas y series televisivas, incluye la generación de imágenes de animales con rasgos muy humanos, como ojos redondeados que permiten expresar emociones familiares para los humanos.

Así, emociones características del ser humano como felicidad, ira o tristeza, o la representación de animales vestidos o realizando actividades humanas resultan en un aumento de compasión y empatía. De esta manera, cuanto más humanización percibimos en los animales, más fácil nos resulta identificarnos con él y desarrollar un sentimiento de empatía, publicó el servicio de radiodifusión internacional Deutsche Welle.

“El antropomorfismo es un camino hacia el conocimiento”, dijó John Fraser, psicólogo de conservación y presidente de New Knowledge, un centro de estudios asentado en Nueva York. “La empatía es esencial para promover el amor por los animales y las especies, y si lo podemos conseguir proyectando nuestras percepciones personales en estas criaturas, entonces es importante hacerlo”.

En 2013, la revista Biodiversity and Conservation publicó un estudio dirigido por Meredith Root-Bernstein, de la Universidad de Oxford, en el que se descubrió que el antropomorfismo ayuda a la gente a dar sentido a sus interacciones con el mundo no humano. El estudio se centró en la manera en la que las personas crean elementos antropomórficos en las especies animales, así como en su manera de interactuar con ellas a través de diversos mecanismos. También afirma que donde hay un sentido de conexión, a menudo hay un mayor compromiso para la conservación.

Sin embargo, el antropomorfismo no se trata de una de las ideas más aceptadas, y algunos científicos muestran escépticos porque consideran que lleva a hipótesis poco científicas sobre el comportamiento de los animales. “Como conservacionistas que somos, nosotros lo vemos como una suerte de teoría popular sobre las similitudes entre humanos y todas las demás especies. Estas formas de identificarse con el mundo natural son una poderosa herramienta, y deberíamos tratar de entenderla y trabajar con ella”, agregó Root-Bernstein.

Basados en esta idea, la creación de campañas de conservación que se centra muchas veces en una mascota inspirada en un animal al que se le otorgan características humanas, lo que ayuda a acaparar la atención pública y, en consecuencia, financiación.

Así, destaca el caso de Rare, organización conocida por sus exitosas mascotas en sus campañas, que insiste en que una mascota debe ser parte de un programa de educación más extenso y demostrar un comportamiento particular conectado a un mensaje medioambiental claro.

Sin embargo, a final de cuentas no deja de tratarse de un asunto de supervivencia, y el antropomorfismo puede resultar sencillo al momento de aplicarse en a animales sociales e inteligentes como chimpancés, pandas, osos polares y delfines. No obstante hay que tomar en cuenta que este proceso de otorgarles cualidades humanas se lleva a cabo en ocasiones a expensas de otras especies “menos atractivas”.

pierre

Un ejemplo claro de esto último, que poco o nada tiene que ver con la conservación de las especies ocurrió a principios de año, cuando la mascota del equipo de basquetbol de Nueva Orleans tuvo que ser rediseñada debido a que muchos la consideraban aterradora. El incidente se vio remendado con una simulación de cirugía estética en la que el rostro de la botarga de Pierre, el Pelícano se ajustó por una faz más amigable.

No obstante, este esfuerzo por hacer de la naturaleza más amable a la vista de los ojos humanos representa un problema en sí mismo: la demanda de los animales como mascotas. Este fenómeno se ha replicado durante los últimos años gracias a videos virales como el caso de uno protagonizado por un loris perezoso.

Así una organización ambiental pidio a Google que retirara el material de su canal de videos, argumentando que estos promovían la demanda de conseguir este animal como mascota, además de su caza para uso en medicina tradicional asiática, provocando por ello el contrabando ilegal de la criatura.

Finalmente, aunque los efectos del antropomorfismo no siempre son beneficiosos, algunos sugieren que se siga utilizando como estrategia para ayudar a la conservación de especies. “Vivimos en un mundo en el que todos tratan de manipularnos”, dijo el psicólogo medioambiental John Fraser. “La comunidad conservacionista debe promover la conservación usando las mismas herramientas que se usan para potenciar el abuso de recursos que está llevando a la degradación de hábitats y provocando la extinción de muchas especies”.

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