El ciudadano Welles

09/05/2015 - 12:00 am

Era afecto a la magia, tocaba el piano, el violín, recitaba de memoria a Shakespeare y grabó dos canciones con la banda estadounidense de heavy metal Manowar: “Dark avenger” y “Defender”. Fue actor, director, guionista, productor, editor, narrador, diseñador de vestuario, locutor y… hasta compadre de Frank Sinatra. Niño prodigio, joven empresario del teatro y la radio, cineasta revolucionario y hombre orquesta de la industria fílmica.

Este 6 de mayo se cumplieron 100 años del nacimiento de Orson Welles, el genio cinematográfico que legó al mundo la obra maestra El ciudadano Kane (1941). Su ópera prima, filmada a los 25 años de edad, compendiaba técnicas, procedimientos y narrativa en un filme revolucionario. Como si de una enciclopedia visual se tratara confluían conceptos como la profundidad de campo (espacio delante y detrás del punto enfocado que permitía apreciar acciones simultáneas en un mismo encuadre), emplazamientos de cámara en picada y contrapicada (por medio de grúas o tomas captadas al nivel del suelo), empleo de lentes de gran angular y la fotografía innovadora (a cargo de Gregg Toland), elipsis temporales, una narración sin orden cronológico, escenarios techados y un contundente empleo del maquillaje, la música, la iluminación, los escenarios y los recursos del montaje.

Sin embargo, la grandeza del filme y su trascendencia técnica y artística serían valoradas con entera justicia hasta después. En su momento, sólo obtuvo uno de los 9 premios Óscar para los que fue nominada (en la categoría de Guión, compartido entre Welles y Herman J. Mankiewicz). En taquilla, el fracaso económico significó para el director en ciernes cerrar horizontes a otros ambiciosos proyectos lo que marcó por entero su vida profesional. Él mismo reconoció su desventura: “Comencé muy alto y he labrado mi decadencia”.

George Orson Welles nació el 6 de mayo de 1915 en Kenosha, Wisconsin. Su padre Richard Head Welles se dedicaba a la industria. Su madre, Beatrice Ives Welles, era pianista. Antes de los diez años de edad Welles ya reconocía el universo a través de Shakespeare y realizaba su primer montaje. A los 16 incursionó en el ámbito teatral y a los 21, debutaba en Nueva York como actor y director recorriendo caminos shakesperianos con Romeo y Julieta y Macbeth.

El 30 de octubre de 1938 el mundo entero conocería su nombre. Adaptó para radionovela La guerra de los mundos de H.G. Welles con tal realismo

-interrumpió programas y adoptó el formato de un noticiero-, que el pánico se apoderó de un sector de la población estadounidense ante el anuncio de la invasión de seres extraterrestres. Sería su pase a Hollywood y al cine gracias a la productora RKO.

Después de El Ciudadano Kane Welles inició su segundo largometraje: El cuarto mandamiento (1942), bajo el escrutinio y las restricciones de la casa productora que, tras la baja recaudación en taquilla, rescindió el contrato con el cineasta. Entre penurias y frustraciones filmaría películas clave Macbeth (1945), La dama de Shangai (1947) y, durante su autoexilio en Europa, Otelo (1952).

La personalidad magnética y los anhelos monetarios para financiar sus propias producciones condujeron a Welles por la brecha de la actuación. Se pondría a las órdenes de directores como Norman Foster, Robert Stevenson, Carol Reed, John Huston, Abel Gance, Nicholas Ray, Pier Paolo Pasolini, René Clément, Fred Zinnemann, Mike Nichols, Claude Chabrol y Brian de Palma, entre otros.

Personificó a Macbeth, Otelo, Benjamin Franklin, Tiresias, Luis XVIII, Winston Churchill, César Borgia, al Extraño, al Tercer Hombre y hasta a la Muerte.

Orson Welles posee un lugar privilegiado en la eternidad del cine, El ciudadano Kane es presencia indiscutible en los listados de los diez mejores filmes de todos los tiempos. Sus maestros de cine eran, de acuerdo a sus propias palabras “John Ford, John Ford y John Ford”. Su legado visual es referencia y objeto de análisis de críticos y estudiosos del cine en todo el mundo. Jamás negó su frustración sobre los filmes que quedaron guardados en un cajón y odiaba la televisión tanto como a los cacahuates y, no obstante, reconocía que debió recurrir a ella para sobrevivir.

Para quien desee acercarse o repasar la obra del consagrado maestro, el Film Club Café celebra el primer centenario de nacimiento del director con un recorrido por su filmografía durante el mes de mayo. El ciclo comenzó con El ciudadano Kane (1941), seguido por El cuarto mandamiento (1942), Estambul (1943), El Extraño (1946) y La dama de Shangai (1947).

A partir del 11 de mayo se proyectarán: Macbeth (1948), Otelo (1952), Mr. Arkadin (1955), Sed de mal (1958), El Proceso (1962), Campanadas a medianoche (1965), Una historia inmortal (1968) y, finalmente, Fraude (1973), el documental centrado en el mítico falsificador Elmyr de Hory.

Todo apunta a que pronto habrá más sobre la obra de Welles, la película que dejó inconclusa por falta de presupuesto: The other side of the winds, estaba resguardada en París, en un viejo almacén. Cientos de bobinas filmadas entre 1970 y 1976 atesoraban la historia inacabada de un cineasta (¿tintes autobiográficos?) que había triunfado en Hollywood y se mudaba a Europa en busca de paz para después regresar a la Meca del Cine. En el elenco figuraban John Huston y Peter Bogdanovich. El proyecto ha sido retomado y es posible que se estrene a 30 años del adiós al talentoso y recordado cineasta. Encontraremos a Welles al otro lado del viento.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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