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Jorge Alberto Gudiño Hernández

09/04/2022 - 12:05 am

Bienvenido al mundo

«La simple idea de pensarse en un mundo seguro, y más ahora que el pequeño está con ellos, podría diluir todos los inconvenientes. ¿Que es duro? Sin duda (…)».

«Aunque la distancia se interponga en nuestros abrazos, supieron que querían una vida diferente: sin tanta violencia potencial, con un estado de derecho firme (…)». Foto: Elizabeth Ruiz, Cuartoscuro

Mi único hermano es 12 años menor que yo por lo que, en cierto sentido, fuimos un poco hijos únicos los dos. Hace unos meses, tras un largo proceso, decidió emigrar, junto con su esposa, a otro país. Sacrificó buena parte de su carrera profesional, de su estilo de vida, de sus amistades. Se fue con lo mucho o poco que pudieron ahorrar y la idea de comenzar de nuevo. Estaban embarazados.

Hace un par de días, nació mi sobrino con algunas semanas de anticipación.

Me habría encantado estar ahí, con ellos, conocerlo y cargarlo todo el tiempo que me lo permitieran otras manos ansiosas de tener al bebé en brazos. Me habría encantado sentir la textura de su piel y no tener que conformarme con fotos y videos. Me habría encantando oler profundamente ese aroma que sólo tienen los recién nacidos y que es como una promesa para el resto de la vida. Me habría encantado no pasarme el tiempo en llamadas telefónicas y sí, en cambio, en presencias y apapachos, pero ha sido imposible. Porque nació antes de lo esperado. Porque ellos decidieron irse.

E hicieron bien. Aunque la distancia se interponga en nuestros abrazos, supieron que querían una vida diferente: sin tanta violencia potencial, con un estado de derecho firme, con una seguridad social que ya desde ahora los arropa, con todas las preocupaciones propias de los padres recién inaugurados pero sin las externas, las que nos hacen mirar con desconfianza a desconocidos cuando caminamos por calles oscuras o que nos obligan a estar atentos a los peligros cuando podíamos concentrarnos en disfrutar el paisaje.

Hicieron bien aunque su apuesta es arriesgada. Aún no consiguen esa estabilidad laboral, de vivienda y de ingresos que requerirán para mantener a una familia ya más grande. No las conseguirán pronto, pues sus profesiones casi les impiden encontrar un trabajo en ese mismo campo en el nuevo país. Es necesario que se actualicen, que obtengan nuevos certificados, que alguien valide lo que ya se había validado. Además, sus ahorros se están consumiendo a diario y aún no tienen trabajo suficiente para revertir el efecto y no será sencillo encontrarlo pronto, pues las condiciones son un tanto adversas.

Pese a ello, sigo convencido de que hicieron bien. La simple idea de pensarse en un mundo seguro, y más ahora que el pequeño está con ellos, podría diluir todos los inconvenientes. ¿Que es duro? Sin duda, pero la paternidad está plagada de retos de todo tipo y no son los primeros que emprenden una aventura de ese tipo.

Así que me uno al inmenso gozo del nacimiento de mi sobrino. Me uno a la distancia, aunque quisiera estar cerca, abrazar a mi hermano, a mi cuñada, cargar al pequeño. Quisiera que mis hijos conocieran ya a su primo, que experimentaran ese pequeño milagro que representan todos los recién nacidos. Sin embargo, sé que esa distancia tiene un sentido y que, más pronto que tarde, estaremos en condiciones de reunirnos. Mientras tanto, nos queda celebrar en dos sitios distantes del mundo.

Bienvenido seas.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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