Los maestros tienen razón

09/04/2013 - 12:00 am

En 1968, frente al gran movimiento estudiantil, los periódicos cerraron sus puertas a cualquier noticia que viniera de parte de los estudiantes. Fue un cerrojazo informativo terrible. En Chihuahua, tenía completo dominio de la información la cadena García Valseca, hoy la Organización Editorial Mexicana.

Tal fue el control y autocontrol mediático, que la masacre de Tlatelolco la presentaron como un enfrentamiento a tiros entre estudiantes y soldados, donde estos últimos habían sido agredidos por los estudiantes, que se habían refugiado en el casco de Santo Tomás y ahí resistían a las autoridades.

Los estudiantes sólo teníamos el recurso del volanteo callejero, y eso mientras nos ubicaban los policías para detenernos y remitirnos por 24 horas a los separos policiacos, donde nos regañaban y nos advertían que si nos volvían a detener nos iban a consignar por violar el articulo 145 y 145 bis del Código Penal Federal.

Sin embargo, salíamos y de nuevo a los volantes; a los camiones y a las plazas. Por eso cuando fuimos de Chihuahua a Juárez una brigada de propaganda, no sorprendió que había un locutor, Fermín Robledo, que iniciaba su programa de noticias radiofónicas con la frase “Los estudiantes tienen razón…”.

Por eso y al leer las acciones mediáticas y políticas frente a las acciones magisteriales, incluyendo algunos que debieran por lo menos guardar silencio, condenándolos al unísono, “todos a una”, siento un amargo  recuerdo de  las emociones de aquellos días.

Lo menos que puedo hacer es honrar la memoria de don Rafael López, alias Fermín Robledo, repitiendo la consigna de apertura de su programa, aunque ahora es mucho más fácil hacerlo.

Y es que en un movimiento por la democracia, dondequiera que se dé, es imposible que los actores estén totalmente equivocados en todo, así que intento hacer algunas precisiones a favor de la causa de los maestros guerrerenses.

1.- Es falso que los maestros de todo el país teman a la evaluación de sus capacidades. Y si somos cuidadosos entenderemos que la evaluación de las capacidades magisteriales son muy difíciles de precisar, y es necesario dialogar primero y lograr un acuerdo entre gobierno y maestros sobre el contenido de la evaluación, y los profesores de Guerrero hacen una propuesta de método que debiera discutirse con los razonamientos científicos a la mano, que actualmente son muchos y muy discutibles. La evaluación es el gran tema de quienes dedicamos parte de nuestra vida a la enseñanza, porque no se trata de contabilizar conocimientos, sino que por lo menos hay que evaluar además las habilidades, los valores y las competencias, y por mal que se hable de los maestros mexicanos, lo cierto es que sobresalen entre los profesores del mundo en cuanto a su vinculación emocional, cariño y confiabilidad entre los niños, y ese es un gran patrimonio de la educación mexicana.

2.- Nuestros maestros les enseñan cariño y amor a sus semejantes a nuestros hijos o nietos, muy por arriba de Japón, Alemania y Estados Unidos. Si lo dudan, pregúntenles a sus parientes en  primaria, si quieren, estiman, son indiferentes o desprecian a sus maestros y verán que los menores en su gran mayoría contestaran entre quererlos y estimarlos, en cambio en los países más avanzados la relación con sus maestros son de indiferencia, entre otras razones porque los maestros son vistos como una pieza de maquinaria burocrática, y aquí los maestros asumen una responsabilidad personalizada sobre sus alumnos.

Y me pregunto, cuántos puntos van a darle a esas habilidades naturales de los maestros mexicanos, sean o no fans de la maestra Elba, los mexicanos seremos capaces de pedir la hoguera para los maestros concretos con nombre y apellido de nuestros hijos. Yo no, yo estimo y aprecio con todo cariño a los profesores que tuvieron mis hijos y comparto las mismas emociones con ellos cuando los vemos en la ciudad.

Tomemos conciencia de lo anterior y veamos si somos capaces de mirar a los ojos a nuestro hijo o nieto personal mientras le decimos: “estoy pidiendo que corran de su trabajo a tu maestro, porque reprobó el examen de la SEP”. Háganlo y si son capaces de seguir viendo al niño después de escuchar esto sin arrepentirse, entonces sí tienen los tamaños para despotricar contra los profesores de Guerrero.

Las madres de familia que trabajan saben que su mayor deseo es que los profesores atiendan a sus hijos durante ocho horas y no las cuatro de hoy. Así, ellas estarían mucho más tranquilas en la línea de producción.

Que esos manifestantes son maestros lo subraya el hecho de que las escuelas quedan sin clases, porque si fueran los comisionados los que protestaran, los únicos preocupados serían los funcionarios que los usan como choferes o guardaespaldas.

Por eso, y porque recuerdo a aquel gran reportero y conductor de un humilde programa de radio en la frontera, estoy con los maestros y pido que se resuelvan los conflictos mediante el dialogo, productivo y verdadero, porque no son los tornillos que aprietan a los políticos a sus sillones lo que está en juego, es la estabilidad emocional de nuestros niños, es el futuro de México.

Cierro esta colaboración como don Fermín cerraba su programa, “A favor o en contra… nunca indiferente”.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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