Turista en San Lázaro (O nadar entre tiburones)

09/03/2012 - 12:01 am

El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan.

Arnold J. Toynbee

Pues no tengo el gusto de conocer al Sr. Toynbee (QPD), quien fue especialista en filosofía de la historia según Wikipedia, pero qué palabras tan afortunadas.

Jamás había tenido tanta urgencia de utilizar un gel anti bacterial. En dos horas, había saludado a varios diputados y sentía que mis manos supuraban todas las desgracias del país, o por lo menos todas las que se pasean por las curules en las que se aposentan nuestros representantes populares. Tiburones. Viejos lobos de mar de la política. Alguna piraña, también.

Era mi primera visita al H. Congreso de la Unión y salí convencida de que debería llamársele el Pinche Congreso de la Unión. Verán por qué.

Iba toda mona, como diría mi mamá, un poco emocionada, he de reconocer, para visitar la máxima tribuna del país, el hogar de la Constitución. Y lo que me encontré, de entrada, me pareció una reunión del primer año de la universidad, donde la mayoría de tus compañeros no leyeron el texto de Pierre Bordieu que la maestra dejó de tarea.

Es decir, corrillos de personas muertas de risa, trajes de todos los estilos, lonches, papas, fruta y agua, dispuestos en unos modernos curules. El orador no tenía público. La mayoría le daban la espalda al pobre que le toca proclamar desde la tribuna. Supongo que para compensar el desdén al que son sometidos, los diputados reciben abultados honorarios. En 2011 se embolsaban 75 mil 631 pesos mensuales. Pero ese sueldo se dobla gracias a otros 45 mil 786 pesos por concepto de asistencia legislativa y 28 mil 722 pesos para labores de atención ciudadana. Para el 2012 pidieron un aumento inflacionario de casi 5%, equivalente a 6 mil 300 pesos al mes, es decir, más de cuatro salarios mínimos.

Primero, fila y registro con credencial del IFE. Entré a la cámara acreditada como periodista, con una calcomanía naranja fluorescente. El corralito para informadores consiste en un palco contiguo al de invitados especiales. Yo iba para conocer y presenciar el debate de las recientes declaraciones del Presidente, ya pactadas y olvidadas, sobre los 4 puntos de Josefina.

Me senté con dos amigos priístas. Soy apartidista, pero reconozco que estos (los priístas) son personas muy simpáticas. O por lo menos estos dos. Muy buen sentido del humor. Como que estos ya vienen de regreso (es una expresión, no hablo de vaticinios electorales).

Me contaron algo de los tejes y manejes del Congreso. Incluso de los parentescos y lazos familiares. Parecían reporteros de la revista Quién. Yo estaba hipnotizada, viendo a gente que sale en la tele, que tiene Twitter, que es famosa a fuerza de palabras incoherentes e indicadores de desempeño bastante deplorables. Para muestra le invito a ver los números del Reporte Legislativo.

Comenzó el del El PRI. Carlos Ramírez con un discurso enfático y categórico en el tono y pero un tanto vago sobre su postura de fondo. O sea, un experto. Porras y hurras del coro.

Siguió el PAN. Un discurso fuera de la realidad. No dijo nada. Rechiflidos.

Y luego el PRD, con Ríos Piter. Fue el único que llevó el debate a la inconstitucionalidad de la naturaleza de las palabras de Felipe Calderón. Aplausos.

Punto y aparte, un verdadero circo y shock escuchar a Fernández Noroña. No dudo que sea un interesante conversador, pero me sentí en una iglesia de Alabama, a punto de cantar y bailar y gritar amén con todas mis fuerzas. Honestamente, creo que sería un muy buen predicador.

“Todo esto es de a mentiritas. Hay que jalar uno que otro tema, estar atento, porque lo demás, es un montaje”, un pajarito me sopló.

Y como intermedio, una visita al restaurante Los Cristales que según mis acompañantes es “muy bueno” o “muy malo”, depende de la educación gastronómica, aunque todos coinciden que es caro. Disculpen, ¿caro para quién? ¿Cuánto ganan?

Para finalizar, me enteré de que en México existe el “Reloj Legislativo”. La famosa anécdota donde Beatriz Paredes, a 5 minutos de terminarse el tiempo para aprobar el presupuesto del siguiente año, decidió que sería una buena estrategia parar el reloj y entran en sesión permanente. O sea que San Lázaro es como una historieta de Harry Potter, donde por huevos y ovarios, se detiene el reloj. Menuda conveniencia. Y somos el único país, tengo entendido, donde el tiempo puede pararse por ocurrencia de estas honorables personas. Ahora sí como diría mi hermano WTF! (What the fuck!)

Salí triste. Estoy buscando un libro que hable de un México diferente. Me han recomendado El Otro México, de Ricardo Raphael. Historias de gente maravillosa de lugares maravillosos. Creo que necesito un destello de luz para mi desesperanza.

Y sí,  lo confieso, no pude dejar de tomarme la foto con la bandera y en la Cámara. Una romántica empedernida… y precavida. Salí a buscar el gel anti bacterial.

 

@mariagpalacios

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