Fabrizio Mejía Madrid
08/11/2023 - 12:05 am
Los dos Salinas
En el papel, es del dueño de Elektra, Salinas Pliego, pero esas transacciones en Suiza dejan ver por lo menos otra trama: Raúl Salinas le pide a Sada que le dé su dinero a Salinas Pliego, de tal forma que no quede constancia de la participación accionaria de los hermanos Salinas de Gortari en la televisora privatizada.
Un año antes de dejar la Presidencia de la República, Ernesto Zedillo le pasó al diario Reforma de la Ciudad de México un informe del Fiscal Valentín Roschacher, Procurador General de Suiza, sobre lo que se llamó “el clan Salinas”, es decir, la corrupción entre los hermanos Salinas de Gortari, mucha de su parentela, jugando con los bienes del Estado mexicano. La investigación se dio a partir de la detención en Suiza de la esposa de Raúl, Paulina Castañón, que trató de sacar dinero de las cuentas de su pareja usando pasaportes falsos, a nombre de un tal Luis Guillermo Gómez Gutiérrez y otro de nombre Juan González Cadena, dos de los sesi alias que tenía Raúl, además, de la empresa Maramex, de la que fue accionista junto con su hermano, el expresidente. Paulina Castañón fue detenida en Zurich el 15 de noviembre de 1995 y, a partir de entonces, las autoridades de justicia suizas empezaron a investigar de dónde venía todo ese dinero. Los nombres de la familia salieron por todos lados, incluyendo a Claudia Ruiz Massieu, Carlos Hank Rhon, Carlos Cabal Peniche, el abogado Arsenio Farell, Carlos Peralta, de telefonía celular, y el asesor financiero del Valle Gurría. El informe apunta: “Justamente en la época en que los testigos observaban un gran número de entregas de dinero del narcotráfico a Raúl Salinas, se giraron cheques por montos millonarios de Banca Cremi y de Somex a favor de Citibank México”. Los suizos calcularon que Raúl recibió 450 millones de dólares de “traficantes de drogas” sólo durante el sexenio de su hermano Carlos y que se le entregaban en maletas Samsonite en el Rancho Las Mendocinas, en Agualeguas, o en Laguna Madre, Tamaulipas. Los colombianos tenían apuntados los apodos de los Salinas de Gortari: “hormiga” para Carlos, “Raulito” y “Pancho” para José Francisco Ruiz Massieu, cuñado de ambos. Los donativos a la campaña electoral del PRI para la Presidencia de México se llamaban simplemente: “champaña”.
Pero en ese informe, también había una declaración juramentada del empresario de Nuevo León, Adrián Sada González, el dueño del vidrio en México y accionista en aquellas épocas doradas de Banca Serfín. Es el 21 de diciembre de 1995 y a Sada los suizos lo interrogan para que dé cuenta del origen de los recursos usados en una de las transacciones. De ella decía Sada González: “Carlos y Raúl Salinas me propusieron en 1992 participar en la subasta de una empresa de comunicación. El Presidente y su hermano querían ser accionistas financieros de manera oculta de la empresa televisora”. Era Imevisión, la televisora pública que abarcaba los canales 13 y 7 de televisión abierta y que hoy conocemos como TV Azteca. Sigue diciendo el informe suizo: “Los 15 millones de dólares depositados por Adrián Sada y su esposa Esther Chávez, fueron transferidos a una cuenta del mismo banco, el Schaffhausen, a nombre de Silver Star, cuyo apoderado firma como “Ricardo Benjamín Salinas Pliego”, presidente del Grupo Elektra.
Saco a relucir el informe suizo de una investigación que comenzó en 1995, es decir, hace casi 30 años, porque todavía no está claro quién tiene la actual concesión de TV Azteca. En el papel, es del dueño de Elektra, Salinas Pliego, pero esas transacciones en Suiza dejan ver por lo menos otra trama: Raúl Salinas le pide a Sada que le dé su dinero a Salinas Pliego, de tal forma que no quede constancia de la participación accionaria de los hermanos Salinas de Gortari en la televisora privatizada. El dinero tiene una procedencia ilícita y es lavado con la operación de Imevisión-TV Azteca. Pero va más allá: en julio de 2003, Raúl Salinas interpuso vía su abogado Juan Collado, preso durante cuatro años, de 2019 a 2023, por lavado de dinero, crimen organizado y delitos fiscales, que demande a Salinas Pliego el pago de 29 millones de dólares depositados a nombre de la empresa Silver Star. Cuando un reportero de La Jornada le preguntó a Ricardo Salinas Pliego por esa empresa, el dueño en papel de TV Azteca respondió muy a su estilo, confundiendo sinceridad con desfachatez:
—Está en Panamá y es para evadir impuestos de mis negocios.
En 2002, Ricardo Salinas Pliego envió un comando para tomar las instalaciones del entonces CNI-Canal 40 de televisión, alegando una supuesta deuda de su dueño, Manuel Moreno Valle. Salinas Pliego se quedó con el Canal 40 y no sucedió nada, tal como nada sucede nunca en esa misma pantalla. De esa operación un 27 de diciembre, fue que, al ser preguntado el Presidente Vicente Fox, si intervendría por la toma violenta de un canal de televisión, éste contestó con el “¿Y yo por qué?”, que se convirtió en una frase célebre, título de un libro de Andrés Bustamente “El Güiri-güiri” sobre los dislates del Presidente la Coca Cola. Más tarde, vendría el “come y te vas” para Fidel Castro, hecha canción por El Caudillo del Son, Guillermo Zapata.
Después, Salinas Pliego se ha hecho célebre por evadir impuestos. Entre 2010 y 2012, es decir, en los últimos años de Felipe Calderón, decidió borrar de su contabilidad 14 mil millones de pesos de sus acciones en Mexicana de Aviación y, al año siguiente, 2013, ya en el cinismo total, volvió a descontar la misma operación. De esa marranada es que el SAT le está tratando de cobrar 25 mil millones, pero el juicio se ha ido alargando desde octubre de 2020 a la fecha y hasta un Ministro de la Suprema Corte, Luis María Aguilar, trató de esconderle el expediente en la Suprema Corte de Justicia, pero no le salió bien el truco porque el Presidente lo balconeó durante tres “mañaneras” seguidas. Actualmente ese sólo litigio regresó a los tribunales. Pero debe, además, 63 millones de dólares a sus accionistas con sedes bancarias en Nueva York, Islas Caimán, y Luxemburgo. Le están exigiendo que les pague o declararlo involuntariamente en banca rota.
Ricardo Salinas Pliego jamás había tenido una ideología política, salvo cuando emprendió dos campañas mediáticas cuyos objetivos eran distintos de lo público. Cuando exigió durante días, con todos sus conductores y comediantes, que son difíciles de separar unos de otros, que renunciara el primer Jefe de Gobierno electo de la capital, Cuauhtémoc Cárdenas. Fue para ocultar detrás de su preocupación por la “inseguridad” de la Ciudad de México, que su conductor, Paco Stanley, había sido asesinado en un sitio público, una taquería, por deudas de drogas con el Cártel de Juárez. Además, Stanley portaba una credencial de la Secretaría de Gobernación. Lilly Téllez, entonces conductora de TV Azteca, fue a intimidar con las cámaras la puerta de la casa del entonces Procurador capitalino, Samuel del Villar, a las tres de la mañana. Esta campaña mediática en la que se responsabilizaba a Cárdenas del homicidio, fue secundada por Acción Nacional, en voz de su dirigente Carlos Castillo Peraza. Pero Salinas Pliego, ya sobreactuado, cuestionó; “¿ de qué sirve la democracia, de qué sirve votar?”. Lo único que quería hacer era desviar la atención, en una fuga hacia adelante, en una persecución de ganso, para ocultar los vínculos de personal de la televisora con los cárteles de la droga. Dejó entrever una cierta ideología facilona, de señora de Echegaray, proponiendo que la democracia tiene que servir para la seguridad pública.
La otra campaña mediática que emprendió Salinas Pliego era un comercial en loop de su padre, Hugo Salinas Price, pidiendo que México abandonara el patrón del dólar y todos comerciáramos con monedas de plata. Pero, ahora podría ser el bitcoin o cualquiera de esos fraudes financieros, en los que sí cree su primo, Roberto desde su puesto en Atlas Network, una organización financiada por farmacéuticas, petroleras, y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Su primo sí tiene una ideología y es la que ha llevado a Jair Bolsonaro a la Presidencia de Brasil y a Guillermo Lasso a una exigua Presidencia en Ecuador. Su primo sí está vinculado con la Fundación de la Libertad de Aznar que invita a Felipe Calderón a hablar de democracia desde una sillita en España. Pero no Ricardo.
Lo que digo que las campañas que ha encabezado su televisora contra la 4T no tienen paralelo con estas otras, porque han sido más variadas. Ha usado a la televisora como arma política contra de Hugo López-Gatell y la estrategia pública de contención de la pandemia de la COVID, contra Marx Arriaga y los Libros de Texto Gratuitos en las escuelas públicas, y ahora contra la reconstrucción del puerto de Acapulco y Coyuca de Benítez por el huracán “Otis”. Se supone que es su manera, muy burda, como siempre de presionar al gobierno por los impuestos que debe, quizás por la pérdida de cuantiosas ganancias de su Banco Azteca en el manejo de comisiones por depósitos de programas sociales, o incluso porque ya no tiene el trato privilegiado del inicio, en el comité asesor de los empresarios en Palacio Nacional. Lo que sea, Ricardo salinas Pliego lo disfrazará de otra cosa: de que la COVID era una forma en que se limpiaría a la especie humana de los débiles y viejos; que los libros de texto promovían el comunismo porque sugerían asambleas escolares; que no vale la pena reconstruir Acapulco porque está lleno de pillaje y rapiña, y que sería mejor castigar a los afectados, con el látigo de las cero donaciones. Todo eso encubre algo más, como siempre, y era necesario hacer este recuento para verlo más claramente.
En la arena propiedad de su primo, el 18 de octubre pasado, Ricardo Salinas Pliego celebró su cumpleaños con auditorio. Álvaro Delgado hizo la crónica para Sin Embargo y de ella recupero lo que dijo Salinas Pliego como supuesta ideología política:
“Miren, yo tengo una frase que dice: ‘Estamos como estamos porque somos como somos’. ¡Profunda como Cantinflas! Pus es que es la verdad. Si usted quiere estar de manera diferente, tiene que pensar y ser de manera diferente. Y eso es lo que a mí me inspira a seguir adelante aquí, que vean que sí se puede, que sí podemos aspirar a ser mejores y que depende de nosotros”.
Es la anti-política de siempre, del cambio está en ti, a la que ha añadido el término “gobiernícolas”, digamos, que podría ser una expresión de que el Gobierno es el pasado y el futuro es la autoayuda. Una cantaleta tan antigua como los manuales que repitieron durante cuarenta años que la voluntad es causa y remedio de todos los males, que propone que no debe esperarse nada de los otros. Pero Salinas Pliego viene de la gavilla petulante de los beneficiados por Salinas de Gortari, de los Cabal Peniche, los Lankenau, los Collados. Todos aquellos que vieron en la venta de paraestatales la oportunidad de delinquir y hacerse millonarios en dos semanas. Él mismo se pone como ejemplo para los que llegaron a su estadio familiar a celebrar su cumpleaños. Y es, otra vez, del agente autoproducido, fuente única de sus propios ingresos, que carece de apoyos externos, que es creativo en el sentido que se le da en esta literatura basura al concepto de “emprendedor”, el empresario de sí mismo. Esto no constituye en absoluto una declaración política, sino la misma anti-política de siempre de los neoliberales con su manifiesto editado millones de veces de la autoayuda.
¿Qué busca ocultar en esta ocasión Salinas Pliego? Para alguien que puede no volver a México en toda su existencia, no me parece que quiera “limpiar” su nombre que, para la opinión pública está manchado desde que lo conocimos por primera vez, como un intermediario de los Salinas de Gortari para quedarse con una televisora pública. No me lo explico. Pero se ha convertido en este personaje lamentable que muestra su misoginia a tal grado que hasta el INE, que nunca ve nada, lo mandó tranquilizar. En este hablador del circo de la medicina milagro, de pueblo en pueblo, con su carreta destartalada. ¿Qué busca ocultar ahora Salinas Pliego con su intensidad calumniadora en el desastre de Acapulco? Quizás todo. Su historia, a sí mismo, su fracaso socializado, su derrota que es por los gobiernícolas, por su éxito que no importa que acumule, hay algo que todavía no es suyo. Esos serían los dos Salinas: el bocón de marca que hace valer su fortuna y el otro, el triste personaje que confunde sinceridad con insolencia, realismo con insultos, poder con prepotencia.
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