Monterrey, 8 Nov. (Notimex).- La estrategia de seguridad pública en México debe verse como una política de Estado y no de partido, en el que se incluya un nuevo pacto social, consideró aquí el ex director de la Policía Nacional de Colombia, Oscar Naranjo Trujillo.
Al participar en el XV Congreso de la Unión Social de Empresarios de México (USEM), sostuvo que la problemática de inseguridad “no es un problema de buenos y de malos”, por lo que debe haber inclusión humanista “para que la seguridad pública tenga un valor trascendente”.
“Este no es un problema entre la autoridad contra los delincuentes, el asunto de la seguridad es realmente un estado que compromete a cada ciudadano en la seguridad de que seguridad sin convivencia es autoritarismo y en la seguridad de que convivencia sin seguridad es simplemente una utopía que transita a la anarquía”, manifestó.
También deberá tener las bases para enlazarse con los planes futuros, expuso el también presidente del Instituto Latinoamericano de Ciudadanía del Tecnológico de Monterrey ante empresarios adheridos a la USEM, reunidos en un hotel del municipio metropolitano de San Pedro Garza García.
Igualmente, sostuvo Naranjo Trujillo, debe renovarse el pacto social que asegure derechos y libertades, pues una política de seguridad pública debe legitimarse a partir de la sensibilidad que significan las víctimas del delito y no a partir de los resultados contra el crimen.
“Me parecería que se avanzará de manera mecánica disminuyendo estadísticas, logrando más capturas, aprehensiones, decomisos, confiscaciones, pero la verdad es que esos resultados, lejos de legitimar la política, la convierten en un fin en sí misma”, manifestó.
En opinión del asesor del presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, “lo que hace que una política en seguridad sea trascendente es asegurar que no haya repetición de violencias que afecten a nuevas víctimas”.
Dentro de este orden, resaltó que “se pierde la conciencia” del papel relevante de México en Latinoamérica y en todo el continente, de ahí “una política de seguridad para México no puede verse desde el prisma de política doméstica, tiene impacto regional”.
La violencia, sostuvo, no es exclusiva de México, es problemática global de ahí que el mensaje al mundo es que “México no es el problema, sino parte de la solución”.
Otro aspecto importante dentro de este proceso es la reconstrucción de la confianza, toda vez que está en crisis y sin ésta “no hay estado de derecho democrática ni régimen constitucional viable, ni relación posible entre la autoridad y el ciudadano”.
