Mientras Andrés Manuel López Obrador hablaba, un jovencito se abrazó a su madre y comenzó a llorar. Después de dos intentos fallidos, el hombre que vino de Tabasco recibió la constancia que lo acredita como el Presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos.
“¡Señor Presidente, afuera está tu gente! ¡Señor Presidente, afuera está tu gente!”, corearon los que esperaban al tabasqueño, desde el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Ciudad de México, 8 de agosto (SinEmbargo).- Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo de la República, subió al estrado de la sala de sesiones a las 13:28 horas para recibir su constancia de mayoría. Luego tomó la palabra: “Participo con entusiasmo y solemnidad en este importante acto, en el cual el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación me ha entregado la constancia que me acredita como Presidente Electo”, dijo.
Afuera de Carlota Armero número 5000, en la Ciudad de México, decenas de personas apostadas detrás de las vallas del Estado Mayor Presidencial, que lo seguían a través de las dos pantallas que fueron colocadas sobre la banqueta del inmueble, se emocionaron y explotaron en un aplauso.
“La mayoría de los ciudadanos están hartos de la prepotencia, el influyentismo, la deshonestidad y la deficiencia”, siguió después de agradecer a los mexicanos su participación en las urnas.
“¡Y de las ratas!”, le contestó una mujer, una de tantas que permaneció horas bajo los rayos del sol con el único objetivo de verlo, aunque sea de lejos, pasar en su vehículo blanco rumbo a un momento histórico.
Mientras López Obrador hablaba un jovencito se abrazó a su madre y comenzó a llorar. Llevaba sobre los hombros una mochila y hundió el rostro enrojecido en el hombro de la mujer.
“Reitero: voy a cumplir todos mis compromisos de campaña, no le voy a fallar a los ciudadanos, habré de ser fiel en todos mis actos al interés, la voluntad y el bienestar del único que manda en este país: el pueblo de México”, dijo López Obrador para finalizar su discurso.
“¡Viva México!”, exclamó.
“¡Viva!”, le contestó la muchedumbre desde la calle.
“¡Viva México! ¡Viva México!”.
“¡Viva! ¡Viva!”, gritaron.
“¡Señor Presidente, afuera está tu gente! ¡Señor Presidente, afuera está tu gente!”, corearon mientras ondeaban las banderillas rojas del Frente Popular Francisco Villa y los brazos de muchos otras personas: hombres, mujeres, niños, ancianos, jóvenes, que llegaron poco a poco durante el transcurso de la mañana y tomaron un lugar detrás de las vallas metálicas para participar del arribo de López Obrador, quien en su tercer intento por la silla presidencial, logró por fin una constancia de mayoría.
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María Guadalupe Almazán Valdez está recargada en la valla y abraza un muñeco del “Peje” con la cabeza de plástico y cuerpo de trapo. El “Pejeluche” trae un traje azul, una corbata guinda y la banda presidencial. Es un “Pejeluche” de antes de que se inventaran los “Pejeluches” modernos, pues existe desde hace 13 años, cuando López Obrador enfrentó el proceso de desafuero. Desde entonces la mujer lo ha traído de arriba para abajo en los eventos de Andrés Manuel en busca de que el “Peje” se lo autografiara.
–Me lo autografió ahora que fue a la Álvaro Obregón, mire aquí en su pancita–dice mientras levanta el saco al muñeco y muestra un garabato que dice ‘Obrador’.
–¿Y lo cuida mucho?
–Ya me lo han querido cuidar varias veces con eso de ‘préstemelo en lo que usted va al baño’; no se los presto nada. Es mi tesoro.
–¿Desde cuándo lo tiene oiga?
–Desde hace mucho, desde el desafuero. Ya se va a quedar conmigo, en mi historia.
La mujer originaria de la colonia Ajusco, Coyoacán recuerda el día que le pidió a López Obrador que le firmara su muñeco. Ella estaba muy pegada a la valla, como ahora, y él pasó muy cerquita.
–En eso pasó, lo alcancé a saludar, se lo puse enfrente con una pluma y me lo firmó. Hasta le levanté su chaquetita–recuerda.
En eso está María Guadalupe cuando se vislumbran un par de motocicletas que vienen rugiendo. Es López Obrador que se acerca en su vehículo blanco, el de siempre. Son las 13:05, viene retardado, pero ahí viene. La gente que lo espera desde la mañana y que peleó el lugar más pegado a las vallas se alborota, aplaude y se agita.
López Obrador pasa de largo, no sin antes saludar desde el asiento del copiloto.
“¡Bienvenido Presidente!”, gritan al unísono y emocionados ondean banderillas y aplauden.
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Desde muy temprano el Estado Mayor Presidencial, que se estrenó hoy como guardián del Presidente Electo, cerró toda la cuadra a la redonda donde se ubica el Tribunal del Poder Electoral de la Federación.
Las vallas, durante el día, se convirtieron en los obstáculos que se abrían y cerraban al antojo de los guardianes que decidían quién sí entraba y quién se quedaba afuera.
A las 10:00 horas inició la sesión para discutir y aprobar el dictamen relativo al cómputo de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, la declaración de validez de los comicios y la declaración del Presidente Electo.
Durante los primeros 20 minutos un buen grupo de reporteros pudo seguir la sesión desde la calle, así como varios simpatizantes de López Obrador que más allá de las vallas escuchaban con curiosidad a los magistrados, pero alrededor de las 10:20 horas la señal de televisión se cortó y ya no regresó hasta las 13:00 horas.
Por eso nadie afuera del inmueble pudo ver ni escuchar cuando Janine Otálora Melasis, Magistrada presidente del Tribunal Electoral, declaró que “es válida la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos”, ni tampoco cuando Andrés Manuel López Obrador fue declarado Presidente Electo con un total de 30 millones 110 mil 320 votos; es decir, con el 53.20 por ciento de la votación y 31 puntos arriba del segundo lugar Ricardo Anaya Cortés.
Alrededor de mediodía en el interior del Tribunal se daba un momento histórico: oficialmente había ya un primer Presidente Electo de la izquierda mexicana. Mientras que afuera llegaban y llegaban los simpatizantes de López Obrador.
“Amor con amor se paga #Teamo”, se leía una frase en medio de un corazón en la pancarta de Francisca Cerda, una mujer indígena que también traía un ramillete pequeño de flores para entregar a López Obrador a su llegada.
Después de la declaratoria siguieron los preparativos de la policía capitalina y del Estado Mayor Presidencial para recibir a los invitados del tabasqueño y al futuro Presidente de la República.
La mayoría arribó a bordo de sus vehículos. Primero llegó Manuel Bartlett, futuro director de la Comisión Federal de Electricidad, y después Rocío Nahle García, próxima Secretaria de Energía.
Luego arribaron Alfonso Romo acompañado de Germán Martínez y más tarde llegaron Luisa Maria Alcalde, Alejandro Encinas y Esteban Moctezuma.
Uno de los últimos en llegar fue Marcelo Ebrard Casaubón, futuro Canciller de México, y su llegada anunció que López Obrador estaba cerca, pues había salido de su casa ubicada a minutos del Tribunal.
Para las 13:40 horas la Magistrada presidenta dio por concluida la sesión solemne que los simpatizantes de López Obrador sí pudieron seguir a través de las pantallas colocadas en la banqueta de la calle Carlota Armero y Andrés Manuel, el “Peje” bajó del estrado con su constancia en la mano que le significa, ahora sí, que es Presidente de la República Electo. La tercera, fue la vencida.