COLUMNISTA INVITADA | El pobre hombrecito que vivía sólo para Facebook, de Liliana Blum

08/07/2017 - 12:04 am

Las últimas tres entradas de mi blog están inspiradas en la misma persona nefasta con la que tuve la mala suerte de toparme hace meses en Facebook. Es tan patético que me hace escribir estas cosas que me divierten tanto. Lo curioso es que todo mundo conoce alguien así. ¿Verdad? Liliana Blum, autora de PandoraEl monstruo pentápodo, hace en esta columna un profundo tratado sobre las redes sociales y sobre los bandidos.

Ciudad de México, 8 de julio (SinEmbargo).-Si Facebook es tu día y tu noche, eso quiere decir que tu vida real es verdaderamente triste. Por supuesto que todos pasamos tiempo en Facebook. Es más, la mayoría de las personas que se encuentren leyendo ahora mismo esta entrada en mi blog será más bien porque alguien la compartió desde la red social creada por Mark Zuckenberg. Y aunque existe un variado número de redes sociales y muchos se jactan de que Facebook es usada sólo por “viejitos”, lo cierto es que es la que posee mayor número de usuarios en el mundo.

Según la página de Statista, Facebook tendría en 2017 un total de 2,000 millones de usuarios, mientras que Whatsapp cuenta con 1,200 millones, YouTube con 1,000 millones, Facebook Messenger con otros 1,000 millones, seguido por Instagram con 600 millones de usuarios, Tumblr con 550 millones y Twitter con 319 millones, entre otras redes menos conocidas. Y sí, muy pocos podríamos lanzar la primera piedra contra las redes sociales sin estar libre del pecado de perder tiempo, mucho tiempo, en ellas.

Sin hablar de la baja en la productividad de los empleados en sus trabajos o la falta de interacción real entre los amigos o miembros de una familia, que son temas que dan para discutir y debatir ampliamente, digamos que la mayoría de las personas intentamos moderarnos en cuanto a las horas que pasamos en las redes. En el mejor de los casos, las ocupaciones cotidianas de alguien serán un freno: si yo tengo que preparar clases, estar frente a grupo y calificar exámenes y trabajos, habré de hacerlo. Son horas de NO estar en las redes.

Trasladarse hacia la oficina, hacer proyectos, entregar reportes, entrar a una junta, preparar una exposición… Lo mismo va para quien tiene que hacer todo el quehacer de su casa, hacer el súper, la comida, recoger a los niños del colegio, lavar la ropa, doblarla, cambiar pañales, preparar biberones… Realizar estas actividades son incompatibles con estar sentado frente a una pantalla todo el día. ¿Pero qué pasa con quien literalmente no tiene oficio ni beneficio?

Sin hablar de la baja en la productividad de los empleados en sus trabajos o la falta de interacción real entre los amigos o miembros de una familia. Foto: Shutterstock

LOS BANDIDOS DE FACEBOOK

Casi todo en la vida es una compleja y extensa gráfica de campana y aún entre los rufianes hay raleas y, entre los perros, razas. Así como hay diferencia entre un bebedor social y un teporocho de tiempo completo, también la hay entre los varios usuarios de las redes sociales. Para no generalizar y hacer de esta entrada algo demasiado general, hablaré del caso particular de un hombrecito que pasa día y noche, de manera literal, pegado al Facebook. Para proteger su privacidad pongámosle un nombre falso, algo como Mr. Skunk. Bien. Le llamaremos Mr. Skunk. Muy significativo, oh, yes. Acompáñenme a ver esta triste historia, pero antes recordemos un dicho que va más o menos así: Quien no es guapo a los veinte, ni fuerte a los treinta, ni rico a los cuarenta, ni sabio a los cincuenta, ya nunca será guapo, fuerte, rico ni sabio.

Concedamos que Mr. Skunk sí fue guapo a los veinte. Como suele ocurrir con algunas personas y en ciertos medios en particular, a veces la belleza se puede confundir con el talento. No culpemos a Mr. Skunk: suele ocurrirle a todos los bonitos y bonitas. Los vestigios de esa belleza le arrastran todavía alguno que otro aplauso de veinteañeras apenas letradas que “leen” sus poemas. Pero ésa es otra historia, como diría la nana Goya. Aunque no lo conocí a los treinta, supongo que tampoco llegó a ser muy fuerte a esa edad: jamás ha practicado ningún deporte. Esas cosas le resultan mundanas y vulgares. En todo caso, asumo que fue tan fuerte como un hombre sano de treinta años puede ser sin ejercitar ningún músculo en particular.

Siguiendo con la idea, Mr. Skunk ya pasa de los cuarenta y en definitiva NO es rico. Es más, ni siquiera tiene trabajo. En una época en la que la mayoría de los hombres ya tienen cierta solvencia económica y trayectoria en su área de trabajo, Mr. Skunk está en la misma posición que un recién graduado. No todo está perdido: le queda la esperanza de ser sabio a los cincuenta, pero mientras quedémonos con el punto anterior: está en sus cuarentas y no tiene trabajo. Tampoco tiene mucha preocupación o prisa en conseguirlo, pues entre mujeres embaucadas que van y vienen en su vida y solventan sus gastos, ayudas de familiares y algunas “chambitas” eventuales, “allí la va pasando”. En resumen: Mr. Skunk tiene todo el tiempo del mundo para botarlo frente a la creación de Zuckenberg.

¿Cómo detectar a un bandido en Facebook? Foto: Shutterstock

Y como Facebook tiene la particularidad de proporcionarnos “fama” y “atención” con harta facilidad, la combinación de estar altamente necesitado de estas dos cosas y el ilimitado tiempo disponible es tan recomendable como mezclar alcohol y cloralex: nos dará un cloroformo muy, muy tóxico. Not good, really. Ya sabemos que Mr. Skunk abre Facebook apenas se despierta y lo cierra cuando por fin cae dormido. No pasaría de un triste caso de holgazanería patológica, de ser un perdedor cuyo mayor éxito en la vida ha sido juntar miles de horas-Facebook. Pero Mr. Skunk es también un pobre ser humano que necesita reafirmación constante de su “valía”. En otras palabras, está hambriento de atención. Todos los días se levanta “tramando” un post que resulte lo suficientemente controversial y escandaloso para generar muchos comentarios; peina la internet y los muros ajenos buscando el meme más jocoso que le genere más likes o caritas risueñas; busca en sus propias fotos de hace años una en donde se vea bien para cosechar una oleada de comentarios y likes de todas sus admiradoras, sobre todo de las que no lo conocen en persona.

Cuando sus posts no tienen la respuesta que él esperaba, Mr. Skunk entra en una especie de depresión, que al poco se transforma en un subidón (sí, gracias a la pícara Fey conocemos esta palabreja que habremos de aplicar aquí) y en un reto personal: ¡mi próximo post tendrá muchos likes y muchos comentarios! Esto, ya se sabe, es el equivalente de la famosa frase del ilustre duranguense Guadalupe Victoria (primer presidente de México): “Va mi espada en prenda, voy por ella.”

De hombres así de valientes está hecha nuestra historia.

Entonces Mr. Skunk se mete de lleno a las noticias. ¿Hay algún escándalo político o social que de por sí ya esté causando revuelo? Perfecto. Tomará la posición contraria a la de la mayoría. ¡Muajác! Mr. Skunk se frota las manos como mosca y se regocija pensando en las reacciones de sus mil y tantos contactos (de los cuales no conoce ni a la mitad, y de los cuales tres cuartas partes son veinteañeras que él agrega sólo por su foto de perfil, pues tiene “una debilidad por la belleza”).

Lo más triste de esta tristísima historia, valga la redundancia, es que Mr. Skunk se considera a sí mismo un poeta. No cualquier tipo de poeta, sino un poeta clásico que desdeña todo tipo de arte moderno y se ciñe a lo clásico. En otras palabras, Mr. Skunk escribe sonetos y otras formas clásicas de la poesía. Nada lo llena de más orgullo que compartir sus escritos, en particular sus poemas. De hecho, la mayor parte de su “producción artística” se encuentra autopublicada en….. (¡usted lo adivinó, querido lector!)…. Facebook. Por supuesto. ¿Para qué arriesgarse a mandar algo a un concurso y arriesgarse a no ganar? ¿Para qué tocar las puertas de las editoriales y capotear las negativas? ¿Para qué molestarse con revistas literarias en donde un “idiota” decidirá si van nuestros textos o no? ¿Para qué todo eso si podemos publicar nuestras joyas literarias en largas notas en Facebook?

Y lo triste no es que Mr. Skunk sea poeta publicado en Facebook. Lo que realmente saca la lagrimita de tortuga lora es que cuando el caballero arriba-referido comparte sus poemas, o textos de sus autores clásicos favoritos, a lo mucho cosecha dos o tres likes, casi siempre de amigos, y algún “qué bonito poema” de alguna chiquilla que lo mismo se emociona con las canciones de Joaquín Sabina. Y esto no sería mucho problema: la mayoría de los escritores entendemos que nuestros lectores no son necesariamente nuestros contactos en las redes sociales (aunque algunos pueden estar incluidos en el conjunto). De hecho la mayoría de los escritores publicados jamás comparten sus textos en Facebook. Pero para alguien cuya vida entera es Facebook, que cuenta los likes y los comentarios como un pordiosero cuenta sus monedas, recibir más atención por memes o por tomar posturas controversiales ante el escándalo de moda que sus poemas, la razón de existir de cualquier poeta, debe ser lo más triste del mundo.

Por lo tanto, mi querido lector, si usted es amigo de Mr. Skunk, o conoce alguien parecido a Mr. Skunk entre sus contactos, no deje de darle like y comentarle todas sus publicaciones, por aburridas, insulsas o comunes que sean. A usted le tomará sólo unos cuantos clicks o unos segundos en comentar, pero para él puede significar el punto alto de su día.

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