La salud mental de los mexicanos es deprimente… Y sus efectos impactan ya seriamente el desarrollo del país.
La esperanza, la motivación y el cumplimiento en el trabajo son las manifestaciones inmediatas. Por ello, las naciones que mejor atienden la salud mental de sus habitantes son aquellas que tienen mejor calidad de vida y de desarrollo, afirma la directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, María Elena Medina-Mora Icaza.
El creciente número de mexicanos con padecimientos de trastornos mentales rebasa ya por mucho las cifras oficiales: “una cuarta parte de la población ha padecido en algún momento de su vida algún trastorno mental desde leves hasta graves”, sostienen las estadísticas del gobierno.
Sin embargo, éstas no consideran los trastornos mentales de aquellos millones de mexicanos que padecen obesidad, anorexia, diabetes, adicciones al alcohol, tabaco y otro tipo de drogas.
La principal enfermedad discapacitante en México es la depresión y, pese a ello, en la Ley Federal del Trabajo ni siquiera existe, por eso tampoco las compañías de seguros que operan en el país no la consideran en sus coberturas.
Y lo más desconcertante aún es que el gobierno federal destina apenas 1% de su presupuesto general de salud, para atender específicamente la salud mental de sus gobernados.
Es decir, que pese a que México es uno de los 19 países más industrializados del mundo, invierte muy pocos recursos para la salud mental de sus habitantes, inclusive lo hace por abajo de naciones mucho menos desarrollados como El Salvador, Honduras, Guatemala, Panamá y Costa Rica.
En el país se tienen menos de 3 mil psiquiatras para una población expuesta de 110 millones de habitantes, lo cual significa que para cada grupo de 37 mil mexicanos hay en promedio un psiquiatra, cifra equivalente en disponibilidad a la que existe en algunos países de África.
A esto hay que agregar que la mayoría de 20% de los enfermos que logran ser tratados por algún especialista, reciben su primera consulta 14 y hasta 20 años después del inicio de su enfermedad.
Trastornos que agobian a mexicanos
El principal trastorno mental que afecta a los mexicanos es la depresión. Esta enfermedad aumenta cada vez más de manera significativa entre las generaciones de jóvenes y de mujeres, convirtiéndose también en un factor importante de riesgo para generar la dependencia de drogas.
Otras acciones gubernamentales para atender a los enfermos de trastornos mentales es “el tratamiento ambulatorio”, “el fondo de protección social de salud” y “la hospitalización breve” que, en general, pretenden atender pronto a un mayor número de enfermos de la mente, otorgándoles los medicamentos necesarios para su tratamiento ya que el costo económico de éstos es también la causa principal de su abandono, agrega.
La ansiedad, fobias y psicosis, en ese orden, representan el segundo, tercero y cuarto trastorno mental que enferma, discapacita y daña de manera determinante la calidad de vida de los mexicanos.
Las causas de los trastornos
La directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría Juan Ramón de la Fuente, Medina-Mora Icaza, sostiene que los factores de riesgos son varios en las enfermedades mentales. Sin embargo, la vulnerabilidad biológica o carga genética y las condiciones del desarrollo de la vida, y el contexto social donde se desenvuelve el individuo, influyen de manera importante.
Aunque, precisa la especialista, la vulnerabilidad biológica no es causa necesaria ni suficiente para padecer esta enfermedad, ya que pese a que entre 40 y 60% se debe a la carga genética heredada, para que esta vulnerabilidad se manifieste tiene que aparecer ciertas condiciones de vida.
Por ejemplo, expone, si durante la primera infancia alguna persona padece algún tipo de abuso o vicisitud demasiado fuerte para su capacidad emocional, es probable que surja algún tipo de trastorno mental. Y el hecho disparador puede ser un abuso sexual, físico o psicológico, una violación o la negligencia en que los infantes dependen de los cuidados de un adulto.
Asimismo, continúa la doctora en Psicología Social, también puede impactar en el desarrollo de las enfermedades mentales de un individuo el hecho de que alguno de los padres tenga una enfermedad mental no tratada o en el entorno cercano del infante existan adicciones, lo que puede potencializarse y hacer evidente la violencia intrafamiliar.
Otro momento en la vida que se considera de alto riesgo, explica, es la adolescencia, ya que si el infante no fue atendido a tiempo de sus trastornos mentales, es muy probable que como adolescente sufra depresión y se encuentre expuesto a desarrollar alguna dependencia como alcohol u otro tipo de drogas.
Más tarde, como jóvenes se enfrentan a las determinaciones más importantes de su vida, como el ingreso a la universidad, pero para entonces pueden llegar a ese momento clave de su futuro, sin la energía suficiente para tomar las decisiones. Y esta situación, narra la especialista, indudablemente tendrá repercusiones para el resto de su vida, ya que cada vez que aparezcan momentos de estrés afectará seriamente las percepciones subjetivas y dañará la salud mental del individuo hasta incapacitarlo.
Más hombres suicidas
Según las cifras de la institución más importante del país sobre esta materia, el Instituto Nacional de Psiquiatría Juan Ramón de la Fuente, la depresión afecta más a las mujeres que a los hombres. Ellas la padecen en un 5%, mientras que ellos apenas un 2.5 por ciento.
Sin embargo, esta diferencia estadística desaparece cuando el análisis comparativo rebasa los casos leves o del primer episodio, ya que entre más aguda resulta la depresión, el porcentaje de los hombres que intentan y consumen el suicidio por estas causas queda muy por encima del parámetro de las mujeres.
Entonces es aquí donde las cifras se emparejan en 5% del padecimiento de depresión tanto en mujeres como en hombres.
Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio –el cual se relaciona estrechamente con enfermedades mentales– ocupa el quinto lugar en la población joven a nivel mundial como causa de muerte; mientras que en México, el Inegi lo reporta entre el segundo y el tercer lugar, dependiendo la entidad federativa.
Comparativo mundial
Con relación a otros países del continente americano, los indicadores de las enfermedades mentales de los mexicanos son muy similares a los que padecen poblaciones de otras naciones como Colombia, Perú y Ecuador, más o menos a la mitad de los países con una tasa de enfermos muy elevada como Estados Unidos y las naciones con una tasa más baja como las de África y Asia.
Sin embargo, precisa la especialista María Elena Medina-Mora, el problema de México no es tanto el número de enfermos que hay sino cuántos logran llegar a tratamiento. Y cuando lo consiguen, dice, es 14 ó 20 años después de haber enfermado, ya con muchas complicaciones físicas, sociales y económicas.
Grandes prejuicios
Al problema de la falta de recursos, hay que “enfrentar” y “luchar” contra los prejuicios que los médicos tienen contra la enfermedad mental, ya que prevalece en ellos el estigma de que no hay tratamiento para los trastornos mentales y el deterioro de la salud es inevitable, asegura la directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente.
Admite que nunca se tendrán los suficientes psiquiatras en el país para atender esta enfermedad, pero la integración de la salud mental en el sistema de salud nacional, es la alternativa más viable para detectar, diagnosticar y atender a tiempo los trastornos mentales en la población.
Por ello se ha implementado un programa que consiste en que los médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Social de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), entre otros del sector salud, reciban y diagnostiquen a los pacientes que lleguen por trastornos mentales, desde el primer nivel de atención; y no esperar que pasen 14 ó 20 años para que estos enfermos sean atendidos.
Y para eso, argumenta, se ha incrementado el número de plazas para residencias de psiquiatría y psicología, inclusive se ha capacitado en esta materia a las áreas de trabajo social y enfermería, con la idea de que un médico capacitado o un especialista en la materia apoyado por el respectivo personal atienda estos casos sin necesidad de mandarlos y hacerlos esperar en un hospital de segundo o tercer nivel, salvo los casos que lo ameriten.
Además de apoyar a los pacientes económicamente para la realización de estudios y el abastecimiento de sus recetas, con el objetivo de que terminen su tratamiento.
Reforma integral de la atención a la salud mental.
En resumen, afirma, el país está en proceso de aplicación de una reforma integral en la atención a la salud mental, la cual está enfocada a tres aspectos fundamentales:
1. Reducir la brecha de atención: Aumentar la cobertura, la utilización de los servicios y el apego al tratamiento; además de reducir los tiempos de detección y diagnóstico para el tratamiento.
2. Asegurar la calidad en el servicio: Mejor tratamiento disponible (instalaciones y esquemas de atención), y adecuado a las necesidades sentidas por los pacientes.
3. Esquema de seguridad social: Tratamiento ambulatorio (consulta, estudios y medicamentos), hospitalización y reintegración.
¿Por qué tiene que integrarse la atención de la enfermedad mental en el sistema de salud?, le preguntamos a la directora general del INP.
Medina-Mora Icaza responde que hay relaciones entre las condiciones de las enfermedades crónicas y los trastornos mentales, por lo cual es necesario integrar a la salud mental al sistema de salud. Algunas de éstas son:
-La diabetes puede generar dos veces más el riesgo de depresión y tres veces más los riesgos de trastornos de ansiedad.
-El asma puede provocar tres veces más los riesgos de depresión o ansiedad.
-La obesidad puede producir casi tres veces más los riesgos de trastornos de ansiedad.
-El dolor puede ser causal hasta cinco veces más de padecer depresión y hasta seis veces más de ansiedad.