Amor mío o los abismos de la pasión

08/05/2016 - 12:00 am
al estar narrada a partir de los recuerdos de la protagonista, se reconstruyen los altibajos de una vida en pareja que se gana a pulso el calificativo actual tan de moda de "relación tóxica". Foto: Especial.
Al estar narrada a partir de los recuerdos de la protagonista, se reconstruyen los altibajos de una vida en pareja que se gana a pulso el calificativo actual tan de moda de “relación tóxica”. Foto: Especial.

Del cielo al infierno. El cuarto largometraje de la directora y actriz francesa Maïwenn Le Besco, Amor mío (2015), mismo que fue ovacionado durante 8 minutos y 24 segundos por un público de pie en el pasado Festival Internacional de Cine en Cannes, versa sobre el desgaste amoroso y el proceso destructivo de una pareja embebida en un arrebato tan placentero como enfermizo. Desde una perspectiva femenina, al estar narrada a partir de los recuerdos de la protagonista, se reconstruyen los altibajos de una vida en pareja que se gana a pulso el calificativo actual tan de moda de “relación tóxica”.

La película inicia en un paisaje nevado, entorno acorde con las emociones que inundan a Tony (Emmanuelle Bercot), las cuales se revelarán escenas después. Durante la práctica de esquí, la abogada treintañera se lanza colina abajo con ímpetu casi suicida. La grave lesión sufrida en una rodilla la obliga a internarse por varias semanas en un centro de rehabilitación. Más allá del dolor físico es la aflicción amorosa lo que la ha obligado a hacer un alto en el camino. A la par de lo que será una lenta recuperación de la movilidad va rememorando el éxtasis vivido y los brutales estallidos de su relación con el seductor Georgio (Vincent Cassel, irresistible).

El recorrido será de punta a punta, desde el encuentro idílico -chico conoce a chica en situación fortuita dando un giro a sus destinos- hasta la codependencia más enfermiza, de engranaje sadomasoquista y camino a la mutua destrucción. Entre visitas al terapista, aparatos de ejercicios y la convivencia con otros pacientes, Tony evoca el hechizo amoroso, los juegos de seducción y la vorágine pasional.

Salen a flote las dudas, la sospecha de infidelidades, las primeras peleas y los retorcidos caminos por los que la conduce el manipulador Georgio. El desarrollo narrativo llega a ser tan atractivo como sofocante, aunque peca de reiterativo y con metraje a todas luces excesivo: 130 minutos de encuentros y desencuentros. No obstante, la química que expelen los protagonistas, el peculiar encanto de Cassel y la entrega de Bercot, reconocida con el galardón como Mejor Actriz en el pasado Festival Internacional de Cine en Cannes, la destacan como un interesante ejercicio sobre el espejismo del enamoramiento y el inexorable reconocimiento del otro. O el por qué los amorosos nunca se encuentran.

Cassel y Bercot se enfrascan en un intenso torbellino de seducción, ternura, delirio, aversión y hostilidad. Planos secuencia plenos de alegría y conflictos donde hubo momentos para la improvisación actoral. Mucho hay de los demonios internos de la autora, Maïwenn Le Besco, quien expone en sus filmes trozos de vida, como ha confesado. Su historia personal no es menos turbulenta. Una infancia de maltrato paterno y la obsesión de su madre por convertirla en actriz. A los 12 años de edad, Maïwenn conoció al cineasta Luc Besson, veinte años mayor. Se casaría con él antes de convertirse en adulta. Sería la inspiración para el personaje de Mathilda (Natalie Portman) en El Profesional (1994, Besson), la niña adolescente que mantiene una peculiar relación con León (Jean Reno), un asesino a sueldo. Cinco años de intensidades y el nacimiento de una hija, antes de ser desplazada en el corazón de Besson por Milla Jovovich.

El cine ha sido el ejercicio de rehabilitación para expulsar demonios y dolores, tanto en la dirección como la actuación. De interpretaciones como la Diva de la Ópera, la extraterrestre de piel azul en El Quinto Elemento (1997, Besson) hasta la introvertida fotógrafa que sigue los avatares de una unidad de la policía para la protección de menores en Polisse (2011), tercera película de la directora.

En el cortometraje I´m an actrice (2004), su debut en la dirección, quedó evidenciada parte de su infancia bajo el yugo de una madre obstinada en llevarla por el camino de la actuación. En su primer largometraje, Pardonnez-moi (2006), dirige y actúa como la esposa embarazada que decide a filmar a su propia familia disfuncional. Seguiría Le bal des actrices (2009) sobre un documentalista que se enamora de una de las participantes de su obra y finalmente, la mencionada Polisse, filme que obtuvo el Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine en Cannes en 2011, en donde Maïwenn va encontrando su propia voz en la dirección en un tono muy cercano al documental.

Amor mío cuyo título original es Mon roi (Mi Rey), también obtuvo 8 nominaciones para los Premios César 2016 y formó parte de la 60 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. Se estrena oficialmente esta semana.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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