Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer y de la Mujer Trabajadora. La jornada se anuncia llena de actos, celebraciones y discursos. En estas 24 horas serán reivindicados los derechos de las mujeres y llegará el recordatorio de que aún ronda el fantasma de la discriminación. Un rosario de preguntas se desgrana: ¿Es necesaria esta fecha? ¿Qué ocurre con las mujeres los 364 días restantes? Y en México, ¿cuáles son los grandes pendientes?
Esta vez responderán los hombres. No son empresarios, ni líderes políticos, ni opinadores profesionales. Aquí están las voces de un músico invidente del conjunto que a las cuatro de la tarde ameniza el baile en la esquina de Motolinía y Tacuba; un bolero que cada amanecer coloca su puesto en la calle de Gante; un oficial de limpia que al mediodía suele reposar en un puesto de periódicos; un vendedor ambulante de lentes en la calle peatonal de Madero; un vendedor de jugos a unos pasos de Palacio Nacional; un viene-viene en la colonia Condesa y un taquero de un puesto ambulante, en Tamaulipas y avenida Revolución.
Desde sus posiciones laborales, parcelas de calle, estos hombres integran la base de la economía mexicana. Al tiempo, componen el otro género, el que observa sin especial implicación política ni sindical. “No les hace falta nada. Lo tienen todo”, exclama el oficial de limpia. Lanza la mirada al suelo y suelta otro pensamiento: “Antes no era así”. El músico invidente sostiene que los reclamos de las mujeres deben ser incesantes. “Seguridad”, exclama el bolero. “Eso es lo que les hace falta”, acentúa. El vendedor de lentes cree que “hay mucho por resolver”. Quien ofrece jugos, dice que son los hombres los que deben cambiar. El viene- viene expresa que la ley debe ser modificada porque las mujeres “no tienen muchas defensas que digamos” y el taquero está convencido de que las mujeres “ya lo tienen todo”. Este día, las calles de la ciudad de México también hablaron.
