Una simple pregunta

07/12/2015 - 12:00 am

El descrédito que pesa sobre la figura presidencial genera una atmósfera que atrae la atención pública y la distrae de los abusos del poder que ocurren en otros niveles. En esta circunstancia, el Presidente queda en el papel de “pararrayos” que atrae la atención y las críticas. Esto hace que los desaciertos del resto de la clase política pasen a segundo plano y luego al cajón de los olvidos.

En el oficio de gobernar hay una táctica de mando tan sutil como eficaz para conseguir el apoyo del pueblo. Consiste en irritar a la gente y luego apuntar esa ira hacia un objetivo específico que se quiera combatir. Como ejemplo pongo este esquema a nivel personal. Es una dinámica entre A y B, que afecta a C:

1) A ofende a B;

2) B se enoja con A;

3) A le cuenta a B un chisme grave de C;

4) B se lo cree y establece un vínculo más fuerte con A;

5) B olvida la ofensa original y repudia a C.

Con estos mismos sencillos pasos, llevados a escala social, es posible conseguir que los habitantes de un país odien a los de otro. Las diferencias que pueden enarbolarse como causa de desprecio pueden ser étnicas, creencias, geografía, etc. El efecto es el mismo y la causa es la manipulación masiva. Hoy vemos cómo crece un conflicto aparentemente originado por la ofensa de la revista Charlie Hebdo a los seguidores de Mahoma, que recibió una inyección de combustible con los atentados de París.

La opinión pública mundial –guiada por Obama– ya comienza a incluir también en esta categoría la masacre de San Bernardino, ocurrida el pasado miércoles. El manejo de la comunicación masiva deja de lado un dato importante: que en los Estados Unidos cada día hay un promedio de 92 muertes por arma de fuego: una cada 15 minutos con 40 segundos. El evento, sin embargo, es enmarcado en un contexto étnico-religioso que “justificará” una reacción estadounidense violenta.

Un ejemplo mexicano: la Agencia Proceso publicó hace una semana el siguiente encabezado: “Asesinan y calcinan a tres jóvenes priístas en Chihuahua”. Uno de ellos era líder del Frente Juvenil, los tres eran de Ciudad Guerrero, Chih. El hecho de mencionar la filiación política de las víctimas nos hace pensar, por contexto, que la causa de su deceso fue su filiación política. Evidentemente esta idea radicalizará a los simpatizantes del PRI, sea cual fuere la verdadera causa de los asesinatos.

Esa es la vía por la que se logra llevar a los países a la guerra. Es la leña que sigue alimentando la histórica confrontación entre árabes y judíos. Así también se emprendieron las cruzadas: con el estandarte de la fe como efectivo camuflaje del interés económico. El nazismo, las invasiones de los imperios, las guerras mundiales, se alimentan de una ira popular alentada por los gobiernos. El primer gran beneficio que obtiene un gobierno al fomentar la animadversión hacia otro, es el apoyo del pueblo. Ese es inmediato y decidido.

Las manifestaciones de esta discriminación dejan una huella honda en la historia. Vemos la tragedia de los migrantes en este mundo irracional y global, en el que los nacionales de un país son despreciados y confinados al encierro de la pobreza, mientras  las mercancías y el dinero cruzan libres las fronteras.

En fin, que manipular a una sociedad, un grupo o una persona es una táctica más frecuente de lo que creemos. Y en ese marco cabe la duda: ¿estarán los malos políticos aprovechándose de la debilidad de la imagen de Enrique Peña Nieto? Es una simple pregunta.

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